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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Brexit: hay que reconocer los errores para crecer

Aunque el Gobierno británico niegue que la salida haya causado problemas, parece evidente que no ha sido así

Antonio Machado decía que “la verdad es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense al revés”. En este sentido, recientemente en el Reino Unido estamos asistiendo a una controversia en medios y expertos sobre las opiniones del Gobierno que exculpa al Brexit de los destrozos de la inflación y el deterioro de la economía británica. Los primeros se esfuerzan por presentar cifras ­inequívocas para apoyar sus argumentos mientras que en el Gobierno piensan que la pandemia y la guerra de Ucrania oculta la debilidad de la economía en general.

Con el objetivo de estudiar el impacto del Brexit sobre la economía británica hemos analizado determinados indicadores económicos que nos permitan obtener una mayor claridad.

Por una parte, y debido a su importancia, hemos tomado como primer indicador la tasa o tipo de cambio entre dos divisas (libra frente al dólar), y como fecha de inicio la del referéndum sobre la permanencia en la UE (23 de junio de 2016). Los datos muestran que, en dicho mes, la libra cotizaba a 1,46 libras/dolar. Posteriormente, tras la salida definitiva del Reino Unido de la UE, la libra cotizaba el 1,29 libras /dólar. En diciembre de 2022 su cotización es de 1,21 libras el dólar. Ello refleja que desde el inicio del referéndum la libra esterlina experimenta una continua e imparable depreciación (17%).

Tengamos en cuenta que existe una relación entre el valor de la libra y los productos y servicios importados al Reino Unido desde el extranjero. Una caída de la libra aumentará el coste de las importaciones. Esto se debe a que, cuando la libra es débil, frente al dólar o el euro, por ejemplo, a las empresas del Reino Unido les cuesta más comprar productos como alimentos, materias primas o repuestos en el extranjero. Si las empresas deciden trasladar esos costos a los consumidores es probable que la depreciación de la libra impulse la inflación. Además, el precio del gas que utiliza Gran Bretaña está establecido en dólares. De esta forma, el último dato de la tasa de variación del IPC, correspondiente a noviembre, ha sido del 10,7%. El Reino Unido se enfrenta a su mayor caída en el nivel de vida registrada, lo que está provocando una avalancha de huelgas reclamando aumentos salariales.

Por otra parte, el producto interior bruto (PIB) interanual del país, un año antes del referéndum (2015), creció el 2,4%. A partir de dicha fecha ha disminuido paulatinamente hasta el 1,4% en el año previo a la pandemia. Por último, la economía se contrajo el -3% en 2022, entre agosto y octubre, a medida que el país se dirige a una recesión esperada. El Banco de Inglaterra dijo recientemente que Gran Bretaña se enfrenta a su recesión más larga desde que comenzaron los registros.

Es cierto que el Reino Unido no solo es la única economía importante que se está contrayendo, pero sí que es la única que no ha recuperado por completo la parte de la economía perdida durante la pandemia. A todo ello hay que añadir que el mercado de valores de Gran Bretaña ya no es el más valorado de Europa. Francia ha pasado a ocupar el primer lugar. Desde la votación del Brexit, en junio de 2016, el índice Cac 40 de París ha subido un 47% mientras que el FTSE 100 de Londres ha avanzado solo un 16%.

Dichos datos vienen a corroborar las manifestaciones del exgobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney, a la BBC. “La libra había caído fuertemente frente a otras monedas después del referéndum Brexit en 2016 y no se ha recuperado”. Añadiendo: “La capacidad de la economía se reduciría durante un periodo de tiempo debido al Brexit, eso aumentaría la presión inflacionaria, y tendríamos una situación, que es la situación que tenemos hoy, en la que el Banco de Inglaterra tiene que subir las tasas de interés a pesar de que la economía está entrando en recesión”.

Pero el Gobierno británico, una vez más, ha culpado de la inflación y el deterioro de la economía del Reino Unido al impacto de la pandemia del Covid-19 y la guerra en Ucrania. El canciller de Economía, Jeremy Hunt, dijo: “… quiero ser honesto, hay un camino difícil por delante. Al igual que el resto de Europa, no somos inmunes a las réplicas de Covid-19 y la guerra de Putin que han sido factores impulsores en términos de inflación”. En definitiva, todos los males son producidos por factores externos ninguno es un factor interno.

En este sentido, los gobernantes británicos solo mencionan al Brexit para referirse a la libertad conseguida frente a la UE, pero sin mencionar para nada ni tan siquiera juzgar las consecuencias negativas de la salida de la UE. Recientemente el Gobierno británico ha anunciado la presentación de un paquete de cambios conocido como Reformas de Edimburgo con el fin de reducir la burocracia y acelerar el crecimiento, que modifican las introducidas tras la crisis financiera de 2008, y que ha sido anunciado como un ejemplo de libertad posterior al Brexit. “La salida de la UE nos brinda una oportunidad de oro”.

En este sentido, la información es la materia prima de la decisión. De su calidad depende la toma de decisiones. Gracias a ella se podrá identificar bien el problema y sus características, buscar alternativas de resolución y evaluarlas. Una mala información tiene consecuencias económicas y sociales nada deseables.

Aunque el Gobierno británico niegue que el Brexit haya causado problemas financieros, es evidente que está teniendo, y va a continuar teniendo, una gran influencia sobre la economía, a lo que habrá que sumar otros problemas externos (Covid y guerra de Ucrania). Brexit no es exclusivo de las personas que votaron abandonar la UE, también es de la sociedad británica en su conjunto. La ofuscación ideológica no es nunca buena consejera, pues, como ya señalara Keynes: “Para resolver un problema, primero es necesario identificarlo, y a menudo el hacerlo con precisión supone la resolución del mismo”.

Vicente Castelló Roselló es Profesor de la Universidad Jaume I y miembro del Instituto Interuniversitario de Desarrollo Local

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