Sara Benavente: “Tener diamantes en tiempos de inflación es buena idea”
En 2014 fundó su propia marca de alta joyería, donde cocrea con sus clientes Ha trabajado en Sotheby’s y en oro de inversión
Una estrella orlada de ocho puntas asoma por el cuello del jersey azul de Sara Benavente (Madrid, 1984). Ese colgante es la joya que la representa. “El ocho tiene una simbología muy especial para mí, tiene un sentido muy trascendente del ciclo de la vida”, explica. Se formó en moda y diseño de joyería en Estados Unidos, Inglaterra y España, abarcando desde la gemología y la tasación, hasta la graduación de diamantes y la especialización en gemas de color. Hace ocho años, decidió iniciar su propio proyecto personal con la marca de joyas Sara Benavente Alta Joyería, donde cocrea con sus clientes joyas autobiográficas certificadas haciendo uso de metales nobles y las gemas más exquisitas.
- R. ¿De dónde viene esta pasión por la joyería?
- R. En mi familia nadie se dedica a ello. Sin embargo, mi abuela materna tenía un gusto por las joyas que iba más allá de lo común. Ella sabía mucho, me explicaba y me acercó a este mundo. Creo que viene en los genes, viene de ella.
- R. ¿Se concibe de manera diferente fuera de España?
- R. En Londres, por ejemplo, lo conciben desde un punto de vista mucho más transgresor. Hice un curso de joyería experimental y el enfoque era totalmente diferente, más que una joya ergonómica que tenga todo el sentido práctico, se buscaba más el confort. En Estados Unidos sí encontré el sentido ornamental y práctico. Noté que se buscaban piezas de mayor tamaño, primaba la ostentosidad y el tamaño, que fuese algo llamativo, más que la calidad. En España creo que se seleccionan más los materiales y el saber hacer, que supera el que la pieza entre por los ojos de una manera impactante.
- R. Como en su caso.
- R. Sí, yo busco que todo esté muy trabajado, muy hilado, y cuido mucho todas las partes de la manufactura y las calidades. Para mí es esencial que las calidades sean las óptimas, como si tengo que mirar una gema 300.000 veces o comparar en un lote. Me da igual, soy muy exquisita en la selección.
- R. Anteriormente, trabajó en Sotheby’s, en oro de inversión y en venta de diamantes. ¿Qué le ha aportado toda esa experiencia como joyera?
- R. Es esencial tocar todas esas patas. Un joyero no puede saber solo diseñar. Tiene que haber estado en astillera, en manufactura, pasar horas mirando. Hay que formarse mucho en gemología, tasación, y conocer muy de cerca todo el mundo de las gemas y los metales y cómo se comportan, aparte de la fisionomía humana, porque al final van en una persona. Veo en el sector una falta de educación en este sentido. No se puede diseñar por diseñar, hay que conocer mucho antes. Por eso en mi proyecto me quiero focalizar en que volvamos a este arte, que existió y sigue existiendo, pero es muy residual. No puede ser que sigan cerrando talleres y que se sigan descuidando piedras. Que nos encontremos circonitas engastadas en sortijas de diamantes. Un joyero tiene que saber diferenciar un diamante de una circonita o de un diamante sintético, que también es una amenaza hoy en día. Todo tiene que ser impecable porque, si no, no es alta joyería. Yo hago alta, no joyería al uso.
- R. ¿Es la que mejor resiste las crisis?
- R. La alta joyería está dirigida a un público para el que todos estos temas afectan en menor medida. A veces, dicen que incluso mejora. Eso no lo sé, pero desde luego que se mantiene, sí. Cuando hay incertidumbre el oro es un valor seguro y el diamante también. En tiempos de inflación tener oro o diamantes siempre es una buena idea.
- R. ¿Por qué decidió iniciar su propio negocio?
- R. Desde el punto de vista creativo, tenía esa necesidad, pero, además, veía que no había este tipo de producto en el sector. Yo no solo hago piezas de alta joyería y muy acorde al individuo. Porque estudio la fisionomía, la manera de vestir, pregunto sobre los hábitos, los hobbies. Pero, si el cliente me lo permite, voy más allá, al lado personal y de caracteres identificativos: cómo es tu personalidad, cuáles son tus emociones en este momento o qué querrías potenciar, pulir o eliminar. Según esa información, estudio los símbolos ancestrales y arquetipos de la historia, asocio símbolos a estos elementos identificativos y hago una joya que realmente sirva para decir: esta joya conecta conmigo, es como la extensión de mí misma. Siempre hablo del paralelismo con los tatuajes porque para mí tiene mucho que ver. Es hacer tangible y conectar contigo misma para expresar tu autenticidad. Y, aunque esta palabra esta muy manida, para empoderarte. Para decir aquí estoy yo.
- R. En su página web invita a solicitar sesiones de 30 minutos antes de iniciar la creación de la joya. ¿Es necesario?
- R. Me gusta que sean presenciales porque extraigo más información. Si te quieres hacer unos pendientes, tomo exactamente todas las medidas de tu oreja con un calibre. Escojo los colores de las gemas e incluso su origen, dependiendo de lo que me cuenten. Todo tiene un sentido muy concreto, por eso trabajo solo con ocho proyectos al mes. Si no, no podría dedicarles esta inmersión tan profunda.
- R. ¿Cuánto cuestan de media sus joyas?
- R. Al trabajar con metales preciosos y con gemas de alta calidad, más todo el proceso artesanal, son a partir de 2.000 euros cada pieza. Luego entrego un certificado firmado por mí en el que están definidos el peso, la cantidad de gemas, las calidades, los orígenes… Para confirmar que está todo perfecto.
- R. Al final es algo para toda la vida.
- R. Desde lejos dos piezas pueden parecer más o menos iguales, pero hay diferencias, y es lo que hace que luego tu nieto pueda tener esa pieza intacta, a diferencia de otra que a mitad de camino ya llega un poco tocada. Hay que cuidar tanto el detalle porque ahí está la diferencia de algo impecable a algo que parece igual de bonito, pero que con la lupa ves que no lo es.
Sobre la firma
Es redactora de Estilo de Vida. Antes de incorporarse a EL PAÍS, donde también ha escrito para la sección de Madrid, trabajó en 'Cinco Días', principalmente en la sección de Fortuna. Graduada en Periodismo por la Universidad del País Vasco y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.