La máquina de deuda de compras de los bancos puede perder ritmo
Quedarse con parte del riesgo de las obligaciones de préstamo garantizadas tiene sentido, pero podría no bastar
Los banqueros europeos han encontrado una forma creativa de mantener en marcha su maquinaria de compra de deuda: quedarse ellos con parte del riesgo. Puede parecer complicado que las entidades compren los tramos preferentes de las obligaciones de préstamo garantizadas (CLO) que organizan, pero tiene sentido. El mayor problema es que estas medidas podrían no bastar para mantener en 2023 el ritmo de este mercado de 1 billón de dólares.
Las CLO agrupan préstamos de compra y los dividen en valores con diferentes niveles de riesgo. Gestoras de activos como Blackstone o Axa seleccionan los préstamos subyacentes, mientras que los bancos de inversión suscriben los valores CLO y los colocan entre inversores de crédito. Muchos de los bonos que salen por el otro lado obtienen una calificación crediticia AAA ultrasegura. En 2021, los volúmenes mundiales superaron los 220.000 millones de dólares, lo que convierte las CLO en una pieza clave en la financiación de operaciones de capital riesgo.
Sin embargo, el alza de los tipos está mermando su atractivo, ya que los inversores pueden obtener retornos relativamente altos en otros sitios, como la deuda pública. Según un banquero, para tentar a los inversores a comprar incluso los tramos de CLO de rating AAA en Europa, los organizadores han tenido que aumentar el retorno a más de 200 puntos básicos por encima de los tipos sin riesgo, en comparación con un diferencial de 80 puntos básicos a principios de 2022. Algunos compradores de bonos preferentes, como los bancos japoneses, se han echado atrás. Según los analistas de JP Morgan, la combinación de unos costes de financiación más elevados y la ralentización de las operaciones de capital riesgo ha provocado un descenso interanual del 67% en las ventas de CLO europeas.
Los banqueros están encontrando la forma de mantener las cosas en marcha. Société Générale, BNP y Deutsche Bank, por ejemplo, están invirtiendo su propio dinero en los tramos preferentes de las operaciones CLO que organizan, según Bloomberg. Parece una repetición del desastre de 2008, cuando los bancos quedaron atrapados con títulos hipotecarios invendibles. Pero es menos arriesgado de lo que parece. Por lo general, los tramos de CLO mejor calificados solo se ven afectados cuando las pérdidas globales de los préstamos subyacentes superan el 35%. Así, por ejemplo, el 70% de toda la cartera tendría que entrar en mora, y los acreedores recuperar solo la mitad de su dinero, antes de que los tramos AAA sufrieran pérdidas. Y los diferenciales significativamente más altos de 2022 implican que los banqueros están siendo bien compensados por ese riesgo.
Pero los bancos no pueden mantener solos el espectáculo. Si los inversores de crédito, como los hedge funds, temen una recesión inminente, es probable que se mantengan alejados de los valores CLO más arriesgados, que son los primeros en sufrir los efectos de la quiebra de las empresas respaldadas por capital riesgo. La ralentización de la economía también puede provocar rebajas en el rating de los préstamos y los bonos CLO, lo que haría que los inversores exigieran mayores retornos. Y el encarecimiento de la deuda sigue lastrando las operaciones de capital riesgo, limitando la oferta de préstamos subyacentes. Así que el mayor riesgo de las CLO para los bancos es una desaceleración aún mayor, no una explosión.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías