Las pensiones de España, Italia y Austria, entre las menos sostenibles de Europa
El sistema español cae al puesto 26 de 44 países examinados en el mundo, aunque la suficiencia de las prestaciones y su cobertura son de las mejores
El sistema de pensiones español está entre los menos sostenibles financieramente a medio y largo plazo de Europa e incluso de los principales países desarrollados en el mundo. Así lo indica la última edicion del Global Pension Index de Mercer que analiza y compara 44 sistemas de pensiones de todo el mundo, representando el 65% del total de modelos de jubilación. En esta comparativa anual –en la que también participan el Centro de Estudios Financieros de la Universidad de Monash (Australia) y la asociación de inversores CFA Institute– se miden 50 indicadores para asignar un valor numérico a tres aspectos de cada sistema de pensiones: su suficiencia (cuantía de las prestaciones y población protegida); su sostenibilidad financiera y su gobernanza (actividad regulatoria costes operativos o información a los beneficiarios).
Según esto, la puntuación obtenida por la sostenibilidad financiera del sistema español de pensiones es de 28,7, solo empeorada en Europa por Italia (23,1) y por Austria (22,7). Mientras que España también se sitúa a la cola en la comparativa con países de fuera de Europa ya que solo es peor la sostenibilidad de las pensiones de Brasil (27,8).
No obstante, España obtiene una mejor posición en el ránking en cuestiones de gobernanza del sistema y, sobre todo, en la suficiencia de sus pensiones. En este último punto obtiene una puntuación de 80, codeándose con la buena cobertura de los tres países con mejores sistemas de pensiones del mundo, según esta comparativa: Islandia (con una puntuación en suficiencia del 85,5); Países Bajos (84,9); o Dinamarca (81,4). Asimismo, las pensiones alemanas, francesas, belgas o uruguayas tienen también buenos niveles de suficiencia similares al de España.
En el terreno regulatorio y de gobernanza el sistema español también se sitúa en la banda medio alta del ranking. De esta forma, y a pesar que de manera aislada España mejora ligeramente en los tres aspectos analizados, la baja sostenibilidad de las pensiones españolas tira a la baja de la posición global del país, que puntúa un 61,8, con lo que cae del puesto 22 al 26 en el ranking global de los 44 países analizados.
A esta caída contribuyen también otras dos cuestiones, según explica el director de desarrollo de Wealth de mercer España Miguel Ángel Menéndez. Una de ellas es las mejoras operadas en el último año en el resto de sistemas de pensiones y la otra tiene que ver con que el análisis de la Seguridad Social española aún no ha incluido los cambios de la primera fase de la reforma de pensiones que recoge la nueva regulación de los planes colectivos de pensiones de promoción pública, ni el nuevo sistema de cotización de los autónomos, ni los nuevos incentivos a la prolongación de la vida laboral.
De hecho, entre las recomendaciones de mejora que hacen los autores de este indicador a España están “incrementar la tasa de participación laboral de los trabajadores de más edad” y aumentar los trabajadores con planes de pensiones colectivos, –como el aprobado por el Gobierno españolEspaña pero que aún no está en marcha–. Si bien en este punto van más allá al aconsejar que la adscripción a estos planes sea semiautomática, algo que quedó descartado en España.
El sistema ideal: alta tasa de reemplazo y gran peso del sector privado
La consultora Mercer y los expertos inversores de CFA Institute y de la Universidad de Monash han ideado, junto al ranking de sistemas de pensiones, cuál sería el modelo ideal de jubilación para un país. Abogan por una pensión zócalo (mínima y universal) que supusiera un porcentaje “razonable” del salario medio. Junto a esto, la tasa de reemplazo (porcentaje del último sueldo que representa la cuantía de la prestación) debería ser como mínimo del 70%. Para completar la pensión pública, al menos el 80% de los trabajadores debería tener algún plan de pensiones privado, con lo que la cantidad invertida en estos productos debería superar el 100% del PIB. Y, al menos el 80% de quienes tuvierna tre 55 y 64 años debería estar en disposición de trabajar.