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Renta fija

¿Por qué pierdo en mi fondo con renta fija? (y es una gran oportunidad)

Preguntas y más preguntas que solo el conocimiento básico e imprescindible del mercado de bonos puede responder

Probablemente esta sea la pregunta más escuchada en este ejercicio por el colectivo de asesores de inversión. Está siendo un año difícil para los inversores, pero especialmente para aquellos más conservadores, y ya no digamos para los que siempre invirtieron única y exclusivamente en renta fija o en fondos mixtos. Si la bajada del valor de nuestra inversión ya provoca cierta desazón, cuando esto ocurre y no somos capaces de discernir su causa, el desasosiego y la frustración pueden ser desorientarnos por completo.

¿Por qué baja la renta fija? ¿Pero no era fija? ¿No me dijeron que se trataba de un fondo conservador y se adecuaba a mi perfil? Pero, ¿se va a recuperar? Estas son algunas de las preguntas que asaltan a quienes no conocen como funciona, en realidad, su inversión o desconocen los mecanismos del mercado de renta fija.

Trataré, por tanto, de arrojar luz sobre esta cuestión de un modo lo más sencillo posible, y de despejar definitivamente las dudas e incógnitas que suscitan las pérdidas en los fondos de renta fija.

Antes de comenzar me gustaría aclarar la confusión a la que abocan a muchos los términos “fijo” o “variable” y donde muchos inversores encuentran la verdadera esencia de su conflicto existencial. Se dice que un rendimiento es “fijo” cuando el mismo se conoce de antemano, está prefijado o conocemos con certidumbre la fórmula que determinará su cuantía en un plazo establecido. Se diferencia de los rendimientos o de las rentas “variables”, en la medida en que los instrumentos de renta variable producen dividendos o rendimientos que se desconocen previamente, y que se van anunciando - o quizás no- a medida que pasa el tiempo, y que generalmente varían en función de los beneficios que van obteniendo las empresas en cuyo capital participamos.

Desde este punto de vista, el inversor de renta fija no debería esperar que el valor de sus inversiones no pueda oscilar a lo largo del tiempo. Lo hará siempre, en situaciones normales de forma somera, o excepcionalmente como este año, de forma mucho más exagerada. Sin embargo, sí que podrá esperar de ellos un rendimiento cierto en unos horizontes de inversión determinados, sin que ello le produzca pérdida alguna, salvo modificaciones radicales de estrategia de su fondo o situaciones de impago, a mi juicio menos frecuentes y sobre las que no podemos generalizar.

Lo ideal, para poder dormir tranquilos, es conocer bien los activos subyacentes que conforman nuestro fondo de inversión, su calidad crediticia, la duración y el rendimiento medio de nuestras inversiones. Mediante el conocimiento de estos datos que son ciertos y conocidos, encontraremos respuesta a lo que se puede esperar de forma realista con nuestra inversión, y nos importará sólo marginal y relativamente la bajada del valor del valor liquidativo.

Lo ideal, para poder dormir tranquilos, es conocer bien los activos subyacentes que conforman nuestro fondo de inversión

Pero ¿Qué es la renta fija en realidad? ¿A qué llamamos renta fija? ¿Cuál es su esencia? ¿Qué es lo que contiene mi fondo de renta fija? ¿Porqué baja su valoración este año una media de un 15%? ¿Qué esta ocurriendo? Preguntas y más preguntas que solo el conocimiento básico e imprescindible del mercado de bonos puede responder.

La renta fija se instrumenta mayormente mediante lo que se conoce como “deuda”, “bonos” u “obligaciones”. También Letras, pagarés y otros productos. Todos hemos oído hablar de las letras o los bonos del tesoro, que es la forma en que los gobiernos toman dinero prestado procedente de los ahorradores. Pues bien, el mercado de renta fija es donde se negocian los instrumentos de deuda. Es decir, los préstamos entre dos partes: el intercambio entre quien dispone de fondos y el que necesita dichos fondos para financiarse.

¿Y mi fondo de inversión de “renta fija”? ¿Qué es entonces? Pues, en resumidas cuentas, no es más que un conjunto de préstamos. Muchos ahorradores juntan sus fondos disponibles, los ponen en manos de un gestor que invierte dichos recursos en operaciones de préstamo, todas ellas con vencimiento cierto y rendimientos muy concretos y conocidos de antemano.

El funcionamiento de cada “bono”, de cada una de las operaciones de préstamo, es muy sencillo. Cuando se emite el bono, el fondo desembolsa el principal de la operación en la que se pactan los intereses a devolver (anual o trimestralmente, por normal general) y el plazo en que vencerá, en el que se producirá la devolución del principal junto con el último pago de intereses.

Nuestro fondo de inversión invierte en decenas de bonos o préstamos con distintas características a lo largo del tiempo. Si todos los préstamos efectuados llegan a buen fin, es decir, son devueltos por sus deudores y se han cumplido con puntualidad los pagos de intereses, no hay forma de que el prestamista pierda dinero. En un plano teórico, mientras no haya quebrantos, reestructuraciones, o impagos de deuda, nuestro fondo de inversión de renta fija, jamás debería perder dinero.

¿Qué ocurre entonces? ¿Por qué, cuando entro en mi cuenta, veo que mi fondo vale cada vez menos? La respuesta no es obvia pero sí es bastante lógica. Las gestoras han de valorar diariamente el valor de mercado de dichos préstamos, y ese valor de mercado oscila, y lo hace fundamentalmente en función de los tipos de interés (también influyen otras variables que obviaremos para simplificar).

Para ilustrar el siguiente ejemplo, supongamos que nuestro fondo de inversión formalizó una cartera de préstamos en la época durante el cual los bancos centrales situaron los tipos de interés en niveles tan bajos, que incluso llegaron a ser negativos. Imaginemos que el rendimiento medio de esos préstamos era del 1% y que su vencimiento medio era de 4 años. Aunque pueda parecer un rendimiento escaso para un plazo tan largo, el ejemplo no es nada descabellado, porque el bono español a 10 años partió desde inicios de este año desde el 0,56%.

Nuestra gestora valora diariamente la cartera del fondo y le asigna un valor de mercado que depende muy directamente de los tipos de interés. Pongamos que ese valor es “X”. En ese momento, cualquier otro inversor pagaría “X” por entrar en el fondo, para obtener una rentabilidad del 1% anual en un período de 4 años.

De repente, y fruto de la coyuntura (inflación, crisis energética, etc.), como todos hemos tenido ocasión de comprobar, los tipos de interés se disparan. Los bancos centrales entran en pánico, y de repente asistimos a la mayor caída del mercado de bonos desde mediados del siglo pasado ¿Qué ha pasado?

Para seguir con el ejemplo, imaginemos que los tipos se han incrementado un 3%, y que el valor de la cartera de préstamos de nuestro fondo de inversión, ha sufrido un fuerte descenso para ajustar sus rendimientos esperados a esa nueva realidad. Porque ahora que los tipos están al 4%... ¿pagará ahora lo mismo que a principios de año, un nuevo inversor por participar de una cartera de préstamos con un rendimiento del 1% a 4 años? ¿Pagará “X” por un rendimiento al 1% pudiendo invertir ahora al 4%? Obviamente no.

El valor de mi cartera de préstamos al 1% será bastante inferior ahora que los tipos son muy superiores, porque su atractivo relativo (tipos al 1% frente a tipos al 4%) se ha evaporado. Los mercados, que son muy sabios, ajustan automáticamente el valor de los bonos bajando su cotización y dejándolos listos para que nuevos inversores negocien sus operaciones al nuevo tipo incrementado del 4%.

Es por esta razón que muchos de vosotros habréis escuchado que el precio de los bonos se mueve en relación inversa a los tipos de interés. Es decir, que cuando los tipos bajan, el precio de los bonos sube y viceversa.

Valoración

La trayectoria que sigue la valoración de un único bono en función de los tipos de interés es muy sencilla de entender y yo suelo decir que intuitivamente funciona como una “goma elástica”. El valor puede descender a lo largo del tiempo o de un período muy determinado, pero cuando se acerca el momento del vencimiento siempre ha de retornar al mismo punto, al 100% de su valor nominal. Si agregamos todos los bonos, pasa lo mismo, sólo que en términos agregados.

La variable tiempo es crítica y la paciencia es fundamental cuando hablamos de invertir en renta fija, pues la esencia de nuestro rendimiento esperado es el cobro de los intereses pactados, y estos se devengan diariamente con el paso del tiempo.

En 2022 hemos asistido al mayor repunte de tipos de la historia en un increíblemente breve período de tiempo, sólo comparable con el acaecido en 1994. Esto ha provocado un ajuste severo y doloroso en los mercados de bonos. Una vez producido este ajuste, las rentabilidades que podemos obtener invirtiendo en renta fija no se veían desde hace más de una década. ¡Por supuesto que esto ha provocado un descenso en las valoraciones!, es su consecuencia lógica. Pero igual de lógico es esperar una contundente recuperación paulatina a medida que pase el tiempo.

Invertir ahora a 4 años vista y esperar un rendimiento potencial del 4-5% anual no sólo es factible, sino que está al alcance de todos. Basta con echar un vistazo a los fondos de inversión, que a estos precios de mercado nos han abierto la puerta a rentabilidades muy interesantes para los próximos años.

Invertir ahora a 4 años vista y esperar un rendimiento potencial del 4-5% anual no sólo es factible, sino que está al alcance de todos.

Las nuevas rentabilidades son una oportunidad bastante clara para todos, especialmente para aquellos más conservadores. Se acabó la represión financiera. No sabemos cuánto durará este nuevo escenario, porque si viene una recesión a buen seguro los tipos deberán retroceder nuevamente (y los precios de los bonos subirán), así que aprovechemos estos precios para reasignar las inversiones, y renovemos la confianza en nuestros fondos mixtos y con una buena dosis de renta fija, porque la lógica se impondrá con el paso de los meses, y aunque su valoración oscile, el rendimiento se concretará inexorable y progresivamente.

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