¿El daño a la economía es el precio de luchar contra inflación?
La aplicación de medidas monetarias por parte del BCE no es suficiente para controlar la escalada de los precios
El objetivo principal del Banco Central Europeo (BCE) es mantener la estabilidad de los precios, es decir, salvaguardar el valor del euro. Por ello, la estabilidad de los precios es esencial para el crecimiento económico y es la contribución más importante que la política monetaria puede aportar en este ámbito. En palabras de Christine Lagarde, presidenta del BCE, “nuestra misión no pasa por salvaguardar el crecimiento económico, sino por asegurar la estabilidad de los precios. Si no cumpliéramos con nuestro mandato se perjudicaría mucho más a la economía”.
En este sentido, el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED), Jerome Powell, se ha desdicho de sus manifestaciones anteriores cuando pronosticaba que la inflación seria “transitoria”. Ahora reconoce que la estrategia de la lucha contra la inflación va a causar “algo de dolor” en hogares y negocios y que tendrá un impacto negativo en el mercado laboral. “Son los costes desafortunados de reducir la inflación”, y continúa remarcando: “pero un fracaso en restaurar la estabilidad de los precios causaría mucho más dolor”. Estas afirmaciones no son aisladas. En concreto, el BCE ha admitido recientemente que la subida de tipos afectará directamente al mercado laboral.
Esto es lo que explica el endurecimiento de las medidas de contención por los bancos centrales como consecuencia directa de la actual dinámica de la inflación. Su mandato es claro: combatir la inflación para evitar un daño mayor
El escenario actual de inflación desbocada es una situación extraordinaria que requiere de medidas extraordinarias. Por ello se han aumentado los tipos de interés con determinación, para enfriar la economía y provocar una menor demanda. Aunque el remedio podría ser peor que la enfermedad si arrastra a nuestras economías a la recesión y si no se crean medidas para reforzar el escudo social contra la inflación con el fin de paliar el encarecimiento del coste de los créditos a empresas y hogares.
Aumentar los tipos de interés, es decir, el coste del dinero, se traduce en un encarecimiento del crédito y, por consiguiente, en un incremento de los costes de financiación para las empresas y para los hogares que han suscrito hipotecas, como también para aquellas personas que piensan endeudarse en la compra de una vivienda. El aumento del euríbor afecta a las más de cuatro millones de hipotecados a tipo variable que hay en España y su incremento puede suponer del orden de 2.000 euros anuales de media.
Ante el aumento del índice de precios al consumo (IPC) en Estados Unidos (con un 9,1% de inflación), la Reserva Federal ha decidido aumentar sus tipos de intervención hasta el 3% anual. Igualmente, el BCE (con un 10% en la zona euro) ha aumentado el tipo de interés hasta el 1,25%, y según algunas previsiones podría llegar al 2,25% en 2023. Todo ello para conseguir el objetivo de que la inflación no supere el 2% a medio plazo, tal como indica su mandato.
Para amortiguar el choque inflacionario, la teoría económica nos dice que cuando suben los precios la estrategia es subir los tipos de interés. Ello se deberá gestionar mediante la debida prudencia y con medidas de apoyo fiscales adicionales, selectivas y no indiscriminadas a hogares y empresas con el fin de evitar desigualdades económicas y sociales.
En ese contexto, la gestión de los gobiernos es clave una vez que los bancos centrales han realizado su mandato. Por ello, estos deberán implementar medidas que protejan a los más vulnerables, pero hacerlo sin deteriorar las finanzas públicas para no debilitar el Estado de Bienestar. Así, lo que acaban de señalar organismos internacionales como el BCE, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Para lograr este objetivo es necesaria una correcta coordinación de las políticas monetarias y fiscales, como también un análisis previo de las finanzas públicas. Los tiempos económicos han cambiado: antes resultaba gratis el coste de endeudarse mientras que ahora hay que pagar, lo que plantea nuevos desafíos por el alza de los tipos.
La diversidad de actuaciones para luchar contra la inflación no es una tarea nada fácil. Hacer frente a una escalada de los precios provocada por la demanda es mucho más sencillo que hacerlo cuando el impulso de la inflación viene dado como consecuencia de la escasez de oferta (cuellos de botella y problemas de suministro), como es el caso de la UE.
En conclusión, la aplicación de medidas monetarias no es suficiente para reducir la inflación, sobre todo, cuando es, en gran parte, producto de una guerra. La factura energética (electricidad, gas, petróleo) representa el 60% del aumento de la inflación en Europa, mientras que en EEUU supone la mitad. Por lo tanto, se requieren más alternativas, por ejemplo, el uso adecuado de los fondos europeos Next Generation EU, así como una intensa actividad de la diplomacia, que debe representar factores fundamentales ante esta nueva realidad.
Vicente Castelló es Profesor de la Universidad Jaume I y miembro del Instituto Interuniversitario de Desarrollo Local
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