La Fed se ha ganado las mentes, pero tendrá que romper corazones
Ha convencido de que hará todo lo necesario contra la inflación, pero la sociedad no es consciente de lo que eso implica
Jay Powell dice que hará lo necesario para controlar la inflación en Estados Unidos. Los hogares y los inversores parecen creer al jefe de la Reserva Federal. El riesgo es que todavía no han entendido lo que se necesita para llegar a ese punto.
Los precios al consumo en Estados Unidos subieron en agosto un 8,3% respecto al año anterior. Esta cifra fue ligeramente inferior a la del mes anterior, en gran medida porque los precios de la gasolina están bajando. El coste de los carburantes el mes pasado fue un 27,1% más alto que un año antes, pero eso supuso una enorme mejora respecto al aumento del 44,9% de julio.
Más allá de eso, los datos son sombríos. Los precios de los alimentos suben a un ritmo anualizado del 11,4%, el más rápido en 40 años. Los alquileres suben un 6,7%. En resumen, la Reserva Federal está muy lejos de la tasa de inflación anual del 2% que tiene como objetivo.
Las expectativas, sin embargo, están controladas. Powell considera que las opiniones sobre la inflación a largo plazo en toda la economía están “bien ancladas”; su colega en la fijación de tipos, Christopher Waller, está de acuerdo. Al parecer, también lo están los hogares. Los encuestados en estudios como el que hace mensualmente la Reserva Federal de Nueva York creen que la inflación volverá a ser del 2,8% dentro de tres años.
Esa confianza es producto de una cuidadosa puesta en escena de la Fed. Powell ha dejado claro que es un monomaníaco de los precios. Incluso su colega menos halcón, Lael Brainard, está de acuerdo en que la Fed estará “en esto durante el tiempo que sea necesario para bajar la inflación”. El martes, los mercados preveían subidas de tipos de 75 puntos básicos en octubre y noviembre; hace apenas un mes, los inversores preveían que el banco central aumentaría los costes de los préstamos oficiales en solo 50 y 25 puntos básicos, respectivamente.
La parte difícil de reducir la inflación es también la parte dolorosa. El mercado laboral estadounidense sigue al rojo vivo. La tasa de desempleo subió en agosto, pero solo hasta un 3,7%. Los depósitos bancarios son una quinta parte más altos de lo que habrían sido según las tendencias anteriores a la pandemia. Esto da a los hogares un colchón y les anima a seguir gastando.
Para conseguir que la inflación real converja con las expectativas futuras, Powell no tiene más remedio que frenar el crecimiento, hacer que los hogares se sientan más pobres e, indirectamente, dejar a más estadounidenses sin trabajo. No está claro que los consumidores se den cuenta de lo desagradable que podría ser eso. Los hogares encuestados por la Reserva Federal de Nueva York esperan que el desempleo aumente, pero consideran que sus propios puestos de trabajo son más seguros de lo que han sido en años. Cada nuevo mes de rápido aumento de los precios hace más doloroso el cálculo futuro.
Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Carlos Gómez Abajo, es responsabilidad de CincoDías