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La Lupa
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Arranca la campaña electoral, instalen el detector de bulos

PSOE y PP radicalizan su discurso con cruce de acusaciones que suenan a tonadillas mitineras que buscan atraer a los votantes de Podemos y Vox

El curso político comenzó ayer de una manera diferente a años anteriores y todo apunta a una radicalización de los grandes partidos. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, acostumbraba a poner en marcha la maquinaria convocando a los presidentes de las grandes empresas a un acto en la Casa de América que en los dos últimos años llevó el eslogan España Puede.

Sin embargo, esta temporada, Pedro Sánchez ha decidido prescindir de los empresarios como atrezzo, y no porque tema que no vayan a ir, sino porque en julio pasado, en el debate del Estado de la Nación, decidió convertir a buena parte de ellos (bancos y empresas energéticas) en el enemigo público número uno. Ayer comenzó el curso con una entrevista en la Cadena Ser en la que enlazó con el camino marcado a mediados de julio. El nuevo claim de Sánchez es algo así como el gobierno de la clase media trabajadora. Un slogan que guarda un enorme parecido con la España que levanta la persiana cada día, que utiliza con frecuencia Vox.

Hasta en una decena de veces utilizó la expresión “clase media trabajadora”, que es a la que dice que quiere proteger y para la que gobierna. Según sus datos ahí estarían el 95% de los españoles, es decir, la inmensa mayoría de los votantes. Por el contrario, acusa al PP de defender los intereses de ese otro 5%.

Con ese cambio de discurso difícilmente podría Sánchez retratarse con los presidentes de las empresas, especialmente banqueros y energéticos, de los que ahora reniega poniéndoles un impuesto al que llaman “aportación patrimonial de naturaleza no tributaria”. Al tiempo, acusa al PP de tener un “programa político que es el mismo de las grandes empresas energéticas y financieras”. “Mientras nosotros estamos actuando en beneficio de la clase media trabajadora, otros están a lo que están …” Llegó a insinuar que estos poderes empresariales son los que han puesto a Feijóo al frente de los Populares.

El PP, por su parte, acostumbra a iniciar el curso desde Málaga, el año pasado con Pablo Casado y anteayer con Alberto Núñez Feijóo, y con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, con su habitual rol de verso suelto. Ayer fue entrevistada en Onda Cero cuando Sánchez terminaba en la Ser. Es más que probable que esta contraprogramación no sea muy del agrado de Feijóo, pero es consciente de que no le queda otra que convivir con ella, y si no que se lo digan a Casado.

Eso sí, Núñez Feijóo tenía ayer un acto público en Zaragoza que le permitió responder a las declaraciones de Sánchez y volver a sacar el espantajo de ETA como argumento para debilitar al PSOE.

Por tanto, los eventos de ayer sirvieron claramente para marcar los relatos para el nuevo curso político, que va a ser una enorme campaña electoral con vistas a los comicios municipales de finales de mayo del año próximo, que coinciden con autonómicas en buena parte de las comunidades, y a las generales, que serán el día que quiera el presidente del Gobierno a lo largo de 2023. Los expertos apuntan al mes de noviembre como fecha más probable para elegir el Congreso de los Diputados

La realidad demoscópica indica que el PP estaría hoy en condiciones de gobernar con el apoyo de Vox, la cuestión es si tendría que meter a la ultraderecha en el Gobierno, como ha ocurrido en Castilla y León, o no como ha sucedido en Madrid y Andalucía. Por el contrario, las encuestas sitúan en franca caída al bloque de la coalición de Gobierno (PSOE-Podemos).

Con este panorama al fondo, los partidos políticos están acelerando en la simplificación de sus relatos de manera que sean más eficaces en su objetivo. El PSOE necesita recuperar la iniciativa, perdida desde las elecciones autonómicas de Madrid, que fueron en mayo del año pasado, y al PP le falta tiempo para profundizar en el deterioro simultáneamente a Vox y al PSOE, necesario para conseguir una mayoría, sino absoluta, al menos suficiente para no depender del partido de Santiago Abascal.

El PSOE y el PP no van a reparar en medios con el fin de conseguir su objetivo: el poder. Al Gobierno le da igual inventar un impuesto a bancos y energéticas, soportado con argumentos falaces, si ello le permite construir un discurso en pro de “la clase media trabajadora”. Al PP no le duelen prendas en acusar al Gobierno de acercar los presos de ETA al País Vasco, como si cumplir la ley fuera una opción para Instituciones Penitenciarias. El PP explica los cambios de prisión como si ir a Nanclares de Oca fuera ir a un parque de atracciones.

Todo esto son síntomas evidentes de que hay una clara degradación moral, falta de respeto y radicalización en los dos grandes partidos, los que han gobernado este país desde 1982. Seguramente es una estrategia que persigue la atracción de los votantes de Podemos y Vox, sus íntimos enemigos, y recuperar el bipartidismo. La desaparición de Ciudadanos facilita la operación de los dos grandes.

En estos momentos, es conveniente que los ciudadanos, los votantes, hagan un doble esfuerzo para no ser víctimas de falsas noticias y argumentaciones, como ha sucedido en países tan avanzados como Estados Unidos o Reino Unido. Conviene instalarse cuanto antes un detector de fake news. Esto no ha hecho más que empezar.

Aurelio Medel es Doctor en Ciencias de la Información. Profesor de la Universidad Complutense

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