Silverio Agea: “Las donaciones son un acto de solidaridad, no para evadir impuestos”
Asegura que en España hay una pobre cultura de filantropía a pesar de que las fundaciones en muchos casos sustituyen al Estado
Silverio Agea ha dedicado su vida al tercer sector. Durante décadas trabajó para Cáritas Española y actualmente es el director general de la Asociación Española de Fundaciones, cuyo objetivo es ayudar a profesionalizar a las más de 870 organizaciones de este tipo que representa. España es el segundo país europeo con más fundaciones, sólo por detrás de Alemania. Su penetración en la sociedad es alta: hay 20 por cada 100.000 habitantes. Entre 2008 y 2019 el sector ha tenido cerca de 44 millones de beneficiarios, pero a pesar de su contribución social, aún les queda camino por recorrer en temas de transparencia. El Gobierno también tiene una cuenta pendiente con el sector, que es modernizar la ley de mecenazgo. De todo esto opina Agea durante una conversación en su oficina, en el centro de Madrid.
- R. En España hay más de 9.200 fundaciones, ¿se necesitan tantas?
- R. Quizá no, pero tampoco es algo descabellado. No nos cuestionamos si hay demasiadas empresas, a pesar de que la gran mayoría son pymes. Pasa lo mismo con las fundaciones. Pero lo importante no es el tamaño, sino el tipo de actividad que realizan.
- R. ¿No sería mejor que las pequeñas fundaciones se fusionaran?
- R. No todas. Hay algunas que responden a necesidades específicas de pequeños pueblos o provincias. En cualquier caso, durante la crisis de 2008 desaparecieron un 30% de las fundaciones, la mayoría de perfil pequeño. Esa criba impulsó la colaboración entre ellas y ha permitido que en esta última crisis desaparecieran menos del 5% de las fundaciones.
- R. ¿Los españoles están suficientemente informados sobre la labor de las fundaciones?
- R. No. Creo que el gran déficit de las fundaciones es una buena política de comunicación. El ciudadano desconoce que detrás de muchas actividades culturales, deportivas o sociales hay una organización de este tipo. Tampoco entienden que los beneficios que obtienen no son lucrativos, básicamente porque el dinero que ganan vendiendo bienes o servicios lo destinan al interés general de la población.
- R. ¿Son las donaciones una forma de evadir impuestos?
- R. No. Cuando alguien como Amancio Ortega dona 20 millones de euros, la deducción fiscal es del 35% sobre la cantidad donada, pero el resto lo pone. En suma, las donaciones son un acto de solidaridad, no para evadir impuestos. Y si alguien quiere evadirlos lo que hay que hacer es mandar a Hacienda a que haga una inspección, igual que en una empresa.
- R. El Colegio de Economistas publicó recientemente un informe en el que criticaba la falta de transparencia financiera de las fundaciones, ¿qué opina al respecto?
- R. Claro que hay cierta opacidad informativa, pero es un problema de la Administración. Existe una total desconexión de los registros autonómicos con el estatal. Tanto es así que se dan casos en los que dos comunidades tienen fundaciones con el mismo nombre. Desde la asociación hemos reclamado un protectorado profesionalizado, que controle a las fundaciones pero que también las fomente. Urge un registro que haga públicos los datos, de preferencia en formato digital. También se requiere más agilidad en los trámites, no puede ser que una fundación tarde en crearse un año.
- R. ¿Qué opina sobre el anuncio que hizo Pedro Sánchez en el debate del estado de la nación de que el Gobierno va a aprobar una nueva ley de mecenazgo?
- R. En estos momentos en el Congreso se tramita una propuesta de reforma de la Ley de Mecenazgo, iniciativa del PDeCAT, que fue admitida a trámite con los votos favorables de casi todo el arco parlamentario, incluidos los partidos del Gobierno. El plazo de enmiendas finalizó hace unos meses y está pendiente la fijación de fecha de la ponencia en la Comisión de Hacienda. En la AEF trabajamos desde hace tiempo en la agilización de dicha reforma, cuyo trámite parlamentario se encuentra estancado. Por esta razón, lo que le pedimos al Gobierno es que opte por apoyar dicha propuesta para poder sacarla adelante en un plazo razonable.
- R. ¿Por qué cree que se ha tardado tanto tiempo en modernizar la ley de mecenazgo?
- R. El problema de España es que hay una pobre cultura de filantropía. En otros países está mucho más arraigada. El ejemplo más claro es Estados Unidos, ahí cualquier persona de éxito profesional dona a su universidad. Es lo normal, en cambio aquí lo vemos como algo sospechoso.
- R. ¿Diría que la pandemia ha aumentado la demanda de ayuda en las fundaciones?
- R. Sí, los beneficiarios han aumentado alrededor de un 20%. En general, la curva de receptores aumenta en las crisis. El trabajo en las fundaciones es contracíclico al momento económico. No obstante, la pandemia tuvo una particularidad: no sólo agudizó la situación de pobreza de muchos hogares, sino que hizo a las personas dependientes de otras; gente que no tenía alimentos si alguien no se los llevaba a casa, y ahí estuvieron las fundaciones.
- R. ¿Considera que cubrieron el rol del Estado?
- R. Sí, pero siempre es así. La fundación es la estructura más dinámica que hay para atender nuevas necesidades. Hace de punta de lanza; allá donde hay una necesidad surge una fundación. Eventualmente la actividad que realiza se acaba consolidando en la Administración, así que en muchos casos la complementamos y en otros la sustituimos.
- R. ¿Han notado una caída en las donaciones a raíz del repunte de la inflación?
- R. No, pero es por el origen de los recursos. De los 8.000 millones de euros recaudados en 2019, por ejemplo, el 15% era de origen público y el resto, privado. De este segundo porcentaje, un 35% corresponde a la venta de bienes y servicios; un 10%, a lo que se denomina patrimonio a efecto; otro 10% viene de las donaciones de personas físicas, y el 30% restante lo donan las empresas. Dicho de otro modo, las mayores donaciones son de las empresas, de ahí que se necesite ampliar la base social.
- R. ¿Son los españoles una población solidaria?
- R. Lo son, pero por impulsos. Si televisan la guerra en Ucrania o la catástrofe de una ciudad por un terremoto, la gente dona. Pero es un hecho puntual que no se consolida en un acto mensual, trimestral o anual. Llevar a esas personas a realizar una donación continuada cuesta muchísimo y buscan mil excusas para no hacerlo.