El sector aéreo supera las 40.000 suspensiones de vuelos y pone en revisión todo el verano
Huelgas y falta de personal motivan temor al caos, con Reino Unido y el centro de Europa, en el epicentro de la crisis
Aerolíneas y aeropuertos de medio planeta están analizando su operativa en estos días para conocer a ciencia cierta si pueden responder a la programación de vuelos comprometida. La escasez de personal y las huelgas están haciendo caer más de 40.000 operaciones entre las previstas en Europa para los meses de verano (25.000 solo entre British, Easyjet y Lufthansa), además de motivar incontables retrasos y problemas con el equipaje.
Esta revisión ha llevado a Lufthansa a cancelar 770 vuelos para esta semana desde Fráncfort y Múnich con el fin de “descargar el sistema”; British Airways ha aumentado el recorte en su producción hasta octubre, del 11% a un 13%, y Emirates, por ejemplo, ha revisado cada uno de los 24.000 vuelos y 129 aeropuertos en que operarán sus aviones hasta el 1 de septiembre. Esta última ha confirmado su programación después de sondear a gestores aeroportuarios y proveedores de servicios en tierra.
El rápido incremento de la demanda se ha mezclado con dificultades de compañías aéreas y aeropuertos para recuperar el volumen de unas plantillas que fueron a menos en la pandemia. Es el caso de Londres-Heahtrow o Ámsterdam-Schiphol, donde se ha llegado a demandar a las aerolíneas que reduzcan su actividad para evitar el colapso. En la plaza holandesa la rebaja de permisos de vuelo ronda el 16% y KLM planea renunciar a unos 20 vuelos diarios hasta finales de agosto.
British, Easyjet, KLM y Lufthansa, tocadas por falta de capacidad en aeropuertos
También se han tomado medidas para minorar la capacidad en Londres-Gatwick o en Fráncfort, resultando afectadas compañías como British, Lufthansa y Easyjet.
A las dificultades para contratar personal, por cuestiones burocráticas o, simplemente, porque no lo hay, se suma una conflictividad laboral en las plantillas de vuelo que se reactiva con la recuperación de la movilidad. Tal es la tensión que el Gobierno británico va a otorgar exenciones a las aerolíneas en la regla de renovación de slots para que puedan rebajar sus previsiones de vuelo sin temor a perder posiciones en Heathrow.
Afortunadamente para British Airways, en situación operativa crítica en junio y julio, hay acuerdo con los sindicatos Unite y GMB para evitar el paro del personal de facturación en Londres. Y también parece mitigarse el riesgo de nuevas huelgas en el aeropuerto París-Charles de Gaulle, la próxima era de bomberos, tras el entendimiento de la operadora ADP con la central sindical CGT una vez superado un mes de junio conflictivo.
En España, las interminables colas del mes pasado en el control de pasaporte de aeropuertos turísticos, por falta de efectivos policiales, hizo que creciera la presión de las compañías, con Iberia a la cabeza, y que Interior acelerara los refuerzos para evitar posibles colapsos.
Respecto a las disrupciones en el servicio motivadas por el control aéreo, todo el sector mira a Marsella (Francia), epicentro en los últimos veranos de graves problemas para el tráfico. A finales de junio sus trabajadores ya pararon entre el 25 y el 27 y mantienen la amenaza de nuevas acciones en las próximas semanas.
A las huelgas de Easyjet y Ryanair, se suma la de SAS y tensión en Brussels y Transavia
Batalla en el ‘low cost’
El verano y la vuelta de los viajeros en masa se ha convertido en caldo de cultivo para las huelgas de un personal de vuelo que viene de años de ajuste. Easyjet afronta nuevos paros de sus tripulantes de cabina de pasajeros (TCP) en bases españolas el 15, 16, 17, 29,30 y 31 de este mes. En este caso es USO quien demanda mejoras salariales que acerquen posiciones con las nóminas que la empresa paga en Francia o Alemania, mientras que la compañía se abre a subidas pero teniendo como referencia el mercado español y no la realidad de otros países.
Ryanair, que es líder en este país por volumen de pasajeros, también tiene en pie de guerra a sus 2.700 TCP en España, además de en países como Francia, Portugal, Italia o Bélgica. Después de seis jornadas de paro en sus diez bases españolas, en las que se dieron 200 cancelaciones y retrasos en 1.250 vuelos de la low cost, los sindicatos USO y Sitcpla han convocado 12 jornadas más de batalla: los días 12, 13, 14, 15, 18, 19, 20, 21, 25, 26, 27 y 28 de este mes de julio. Se reclama a la aerolínea la vuelta a la negociación del convenio con ambos sindicatos con representación.
En Alemania, las casi 800 nuevas cancelaciones de vuelos de Lufthansa se suman a un ajuste previo de 3.100 operaciones hasta final de verano, en medio de una situación caótica en los principales aeropuertos germanos. La tensión también es máxima en Bélgica, donde Brussel Airlines soportó movilizaciones de su personal el 23, 24 y 25 de junio, y mantiene negociaciones para evitar nuevos golpes. La firma del grupo Lufthansa ha renunciado a un 6% de su programación en julio y agosto, unos 700 vuelos, para aliviar carga de trabajo.
La francesa Transavia, low cost del grupo Air France-KLM de fuerte crecimiento en España, tiene sobre la mesa una amenaza de huelga de TCP del sindicato SNPNC. La aerolínea ha comprometido el pago de bonificaciones y ha alcanzado acuerdos con el principal sindicato, CGT, pero no tiene garantizada la paz social.
Y en los países nórdicos es SAS la que pasa por un momento más que delicado. Con el concurso de acreedores presentado en EE UU, la escandinava tiene parados a un millar de pilotos y a unos 200 técnicos de mantenimiento. Este conflicto está dejando en tierra más del 50% de la programación, con picos que alcanzan el 70%, como el pasado viernes.
Mucho plomo en las alas
Sin aire en Bolsa. Vuelve la demanda, especialmente en el segmento punto a punto en Europa, pero la Bolsa sigue penalizando a las compañías aéreas. IAG se deja un 27,7% de su valor en lo que va de año; la perdida de Lufthansa es del 13,8%, y Air France-KLM se deja un 42,9%. Entre las mayores low cost, la caída de Ryanair es del 36,2% y sube hasta el 38% para Easyjet.
En contra. Un combustible caro; el conflicto de Ucrania; los vaivenes del Covid-19; la dificultad para remontar los resultados; la losa de deuda por la crisis; problemas operativos, y la inflación desbocada, tienen atenazado al sector.