Así salí del armario trans dentro de mi empresa
Desde hace un año se llama Alicia García y con la pandemia decidió hacer una transición de género
La pandemia fue el punto de inflexión para dar el paso más importante de su vida. Confiesa que necesitaba hacer un viaje personal e íntimo, pero que en algún momento tenía que hacerse público. A pesar de que lo había compartido con su entorno más cercano, sabía que tenía que comunicarlo en el trabajo. Así fue como Alicia García, barcelonesa, de 41 años, inició un proceso de transición de género para “empezar a no tener que esconder mi identidad y poder ser yo misma”. Una decisión personal con impacto en su entorno laboral, con un impecable currículo.
Licenciada en Ciencias Físicas y Matemáticas, además de doctora en ambas disciplinas por las universidades estadounidenses de Rutgers (Nueva Jersey) y Pensilvania, en febrero de 2019 se incorporó a BBVA, y poco después estalló la pandemia. Durante ese periodo, y con ayuda de una terapeuta, decidió empezar su transición de género. “Al trabajar desde casa, durante el confinamiento, empecé a coger confianza, ya que podía trabajar sin tener que disfrazarme”, recuerda en conversación con CincoDías.
Una vez tomada la decisión de visibilizarse en su esfera familiar, y con la vuelta a la presencialidad en la oficina en septiembre de 2020, afrontó la forma de contarlo en el banco. Una de sus primeras decisiones fue escribir al buzón Be Yourself, iniciativa que la entidad financiera ha puesto a disposición de los empleados para salvaguardar su autenticidad, preservar el valor de ser único. A los 30 minutos recibió una llamada: había una persona –Ízaro Assa de Amilibia, responsable de diversidad en BBVA– al otro lado del teléfono para ayudarle a dar el paso y visibilizarse dentro de la empresa. Se le asignó una persona mentora para guiarla en la parte más burocrática del proceso. “Be Yourself me ha proporcionado no solo orientación para el proceso interno y ayuda administrativa en mi transición, sino también una comunidad en la que apoyarme, a la que apoyar y con la que compartir, tanto a nivel profesional como personal, aspectos que quizás otras personas fuera del colectivo no pudiesen entender de la misma manera”, explica.
Empecé a pintarme las uñas, algo que me daba confianza, aunque escondía las manos en las reuniones; pero observé que a la gente le importaba poco
Quien leyó ese primer mensaje tampoco evita emocionarse: “Lo primero que sentí fue mucha ilusión, porque pensé que lo estábamos haciendo bien en el banco, apoyando la diversidad y creando guías y protocolos para facilitar y generar esa seguridad psicológica para que las personas se mostraran tal como son. Y este era el resultado”, añade Assa de Amilibia.
A pesar del apoyo, sobre todo de su círculo cercano, a Alicia le faltaban las fuerzas para ese empujón final. Empezó dando pequeños pasos, “como pintarme las uñas, algo que me daba confianza, aunque escondía las manos en las reuniones; pero observé que a la gente le importaba poco, salvo pensar que era algo moderno”.
El paso definitivo coincidió con un cambio de puesto laboral: ahora es la responsable de arquitectura técnica en el área de client solutions engineering y coordina un equipo de 15 personas. “Y decidí presentarme con la imagen con la que me sentía representada”, cuenta. La reacción, tanto de los antiguos como de los nuevos compañeros, fue sorprendente: acogieron la noticia con más naturalidad de la que ella esperaba. “Aproveché el mensaje de despedida de mis antiguos compañeros para comunicárselo. Todo fueron buenos gestos, me sentí muy arropada”.
El primer día que apareció en la ciudad con cuerpo de mujer, arreglada con pendientes, se cruzó con una persona conocida y no la reconoció. “La imagen con la que te presentas de cara al mundo es algo complicado porque hay un choque interno importante”. Pero lo principal en este camino era ir descubriéndose, “sacando todo lo que llevas dentro”, asegura esta mujer, que ha pasado 40 años llevando un nombre masculino, del que no quiere acordarse. En el mundo trans, ese nombre lo denominan deadname (nombre muerto).
Superada la parte emocional, llegó la burocrática, que empezó por el proceso de búsqueda de un nombre femenino. Recordaba una palabra que le enseñó un profesor, alétheia, que significa verdad en griego, y con ese juego de palabras eligió Alicia. Cambió su nombre en el directorio interno, en su correo corporativo y en los documentos internos. Aunque no en todos. “A pesar de que el banco tiene protocolos para el cambio de nombre, todavía hay trámites de la Administración pública y aspectos legales que requieren más tiempo”, afirma. No disimula el momento que vive: “Trabajo mejor porque no tengo que esconderme. Estoy encantada porque me he reconocido a mí misma, sabía que en mi interior tenía algo que no me hacía feliz, y ahora he conseguido visibilizarlo. Soy una persona calmada, que sabe lidiar mejor con los conflictos y atender los problemas con los equipos”. Y subraya que su pareja también le ha notado ese cambio de actitud.
La salida del armario de una persona trans es muy importante porque son más vulnerables, ya que han sufrido una mayor persecución social
La clave de todo, afirma, está en romper el cascarón: “Desde hacía diez años sabía que me pasaba algo en mi interior, pero no sabía identificarlo, y una vez que lo descubrí, decidí afrontarlo”. Para ello, también fue clave encontrar el apoyo de su empresa. Aconseja a quien se encuentre en la misma situación que intente buscar ese respaldo, que acuda al departamento de recursos humanos para iniciar ese viaje en compañía y con el asesoramiento de expertos. Porque “da mucho miedo tirarse a la piscina”. En este sentido, también añade que el sector privado es el que está tomando la delantera en este tipo de situaciones, a la vez que abre el debate para que la legislación busque nuevas soluciones. “El colectivo trans es el gran desconocido”.
Este activismo corporativo ha llevado a BBVA a presidir REDI, la red empresarial por la diversidad e inclusión LGTBIQ+, que congrega ya a cerca de 200 entidades españolas. “Tenemos un interés genuino por promover la diversidad más allá de los límites del banco”, declara Assa de Amilibia, defensora de valores y comportamientos que fomentan la diversidad y la inclusión, y admite que para impulsar estos proyectos es necesario contar con una cultura corporativa madura y una gestión de equipo basada en la confianza. “La salida del armario de una persona trans es importante porque son más vulnerables, ya que han sufrido una mayor persecución social”, concluye.
Posibles trans. Hay desconocimiento sobre lo que es la diversidad, “hay muchas que están ocultas”, afirma Ízaro Assa de Amilibia, responsable de diversidad de BBVA, quien tira de cifras y afirma que entre el 0,3% y el 1% de la población mundial puede ser trans. Por tanto, “entre 150.000 y 470.000 personas en España podrían serlo, y si lo trasladamos al banco, podría haber entre 300 y 1.000 personas”. Y recalca que la diversidad no solo implica al colectivo LGTBIQ+, sino que hay otras diversidades: étnicas, culturales, de religión...
Seas como seas. En el marco de la celebración del Orgullo LGTBIQ+ el próximo 28 de junio, McDonald’s reivindica su cultura inclusiva y lanza la campaña de empleo Seas como seas, McDonald’s va contigo. Cuenta con un plan de inclusión, que incluye más de 35 medidas, entre las que destaca un protocolo para la gestión de la diversidad sexual y reasignación de sexo, pionero en España y en el mundo.