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Economía

Una vida más larga: las consecuencias de un regalo inusual

En España, el 60% del consumo proviene de personas de más de 50 años. Esto genera nichos de negocio, pero existe un riesgo de que en el futuro, si no se produce ahorro o si no se consigue que las pensiones sean sostenibles, este motor pierda fuerza

Esperanza de vida
Infografía: Belén Trincado
Fernando Belinchón

A mediados de mayo, la inmunóloga española Corina Amor concedió una entrevista a El País. En ella, la investigadora, que trabaja en la posibilidad de reconfigurar un tipo de glóbulos blancos para atacar células responsables del envejecimiento y del cáncer, mencionaba que, aunque hay límites a la hora de alargar la vida humana, no sería disparatado que la esperanza de vida se elevara hasta 130 años. Y ello manteniendo una buena calidad de vida, salud e independencia en personas de hasta 100 años de edad.

Independientemente de las cotas que se puedan alcanzar en un futuro, la esperanza de vida ya lleva años repuntando. Así, la media a nivel planetario pasó de 52,58 años en 1960 a 72,74 en 2020, según los datos del Banco Mundial. Si bien, al igual que en muchos otros campos, hay grandes diferencias tanto por países como, sobre todo, por niveles de renta (ver gráfico). En una humanidad en la que durante la mayor parte de su historia difícilmente se vivía más allá de 50 años, el sorprendente regalo de prolongar el tiempo del que se dispone tiene consecuencias a múltiples niveles. Uno de ellos es el económico.

Al vivir más tiempo, la pirámide poblacional va envejeciendo y la forma de consumo cambia, ya que no se tienen las mismas prioridades a medida que pasan los años. Las cifras de la página de datos World Population Review muestran que el humano promedio en el año 1950 tenía 23,6 años de edad. En 2020, ese mismo humano promedio tenía 31 años. El japonés promedio tiene 47,3 años; el español, 42,7, y el mexicano, 28,3 años.

Iñaki Ortega, consejero asesor del Centro de Investigación Ageingnomics de la Fundación Mapfre, resume este impacto en algo tan simple como que, al alargarse la esperanza de vida, se consume durante más años. Pero lo complejo está en ver cómo es este consumo. “Hoy un mayor de 70 años tiene las condiciones de salud de alguien que tenía 50 años a principios de los ochenta. Es decir, cuando pensamos en pautas de consumo de personas de 60 o 70 años, tenemos que pensar en pautas de consumo de alguien de 50 años. Ese es el principal cambio”, describe.

En lo referente a la capacidad de gasto de las personas mayores, en España, según recoge Newtral, entre los años 2006 y 2020 la pensión media de jubilación se elevó un 60%, mientras que el sueldo medio lo hizo un 29%. El repunte, aunque más significativo, dejó la pensión media de jubilación en 2020 en 1.161,8 euros, lejos del salario medio de 2.038,59 euros. No obstante, también en España, según datos del Instituto Nacional de Estadística correspondientes a 2018, en aquel entonces el 89,6% de los mayores de 65 años tenía al menos una vivienda en propiedad. El no tener que afrontar pagos por el techo libera la capacidad de gasto.

Ortega pone cifras exactas a cuánto influye la parte más envejecida de la población en el consumo. “El 60% del consumo en España tiene su origen en mayores de 50 años. No están pensando solo en ir al médico y comprar medicinas. Son los que más viajan, los que más gastan en ocio, los que más gastan en salud, pero no solo en medicinas, si no en gimnasios, en fisioterapeutas, en definitiva, en cuidarse. Se abre un campo de consumo que antes no existía y ahí es donde reside la oportunidad para aquellos que lo sepan ver”, asegura.

Ocio, turismo, cuidados en el propio hogar, vivienda, urbanismo, tecnología o educación son algunos de los sectores que mejor parados pueden salir del envejecimiento. “Todo lo que es antienvejecimiento es una de las industrias que va a crecer, porque como los 70 años son los nuevos 50 años, los que tengan esa edad querrán seguir viéndose como si tuvieran 50 años”, prevé el experto.

Teniendo este nicho de mercado en mente y refrendando las palabras de Ortega, van surgiendo empresas hechas a medida de esta población. Citando dos ejemplos, en España, Depencare ofrece servicios de cuidado a domicilio tras percatarse de que la gente prefiere seguir viviendo en sus hogares en vez de ir a una residencia. En México, conscientes de la existente brecha digital, han creado una aplicación llamada La Gacetita. Con ella, los suscriptores podrán enviar fotos y mensajes a sus seres queridos menos digitalizados, quienes recibirán en su buzón la versión impresa de las publicaciones familiares en formato de revista.

Un sistema no diseñado para esto

Pocos sospechaban que llegaríamos a vivir tanto, y menos, los Gobiernos. Los sistemas de pensiones públicos se tensionan a medida que aumenta el número de jubilados y no llegan nuevos trabajadores para cotizar. Cuando se diseñaron, pocos alcanzaban los 65 años, apenas se vivía mucho más si se llegaba a esa edad y la población activa era más numerosa. Según Fedea, hoy en día el 90% de una generación llega a los 65 años de edad y lo hacen con una esperanza de vida de 20 años una vez alcanzada esa cifra. Además, esto se combina con una menor población activa, de ahí las dudas sobre la sostenibilidad de las pensiones en la actualidad.

“Si hay algo que va a caracterizar un mundo con gente que vive más tiempo y que además se conjugue con unas pensiones públicas en situación delicada, será el hecho de que ahorrar va a ser muy importante”, comienza explicando Víctor Alvargonzález, director de estrategia y socio fundador de Nextep Finance. “Incluso si se retrasa la edad de jubilación (como ya ha sucedido pasando de 65 años a 67), la realidad es que la gente vivirá más tiempo y lo hará sin trabajar, y tendrá que vivir de algo porque, en paralelo, también está claro que, al ser más gente viviendo de la hucha de las pensiones durante más tiempo, esas pensiones van a ser más pequeñas. Es algo matemático”.

Alvargonzález considera que en este contexto el sector financiero será vital en el futuro. “El ejemplo lo tenemos en Japón. Es una sociedad de gente mayor que tiene ahorros. El sector de la industria del ahorro es muy importante allí, por lo que cabe esperar que eso ocurra en otros países a medida que envejezcan. El sector salud, los seguros privados, a todo ese ámbito parece evidente que ese tipo de demanda les beneficiará”.

Castillos de naipes

No obstante, Alvargonzález lanza una advertencia. “Todo esto que estamos hablando se puede caer como un castillo de naipes si la gente no puede ahorrar. Si se llega a los 70, a los 80 o a los 90 años y no se tiene un euro por no haber podido ahorrar, entonces no habrá sectores claramente beneficiados por la demanda de esta población ya que no habrá dinero”, avisa.

El socio fundador de Nextep Finance razona sobre que, si no se produce un ahorro, entonces el Estado es el que tendrá que hacerse cargo de sostener económicamente a las personas jubiladas. “En ese caso el Gobierno se encuentra dos caminos para pagar esto. Lo puede hacer vía subida de impuestos, que tiene un límite, o lo puede hacer vía aumento de deuda, que en teoría no tiene límite, hasta que explota, claro. El político tiende a solucionar todo por la vía rápida, la vía del endeudamiento”.

Si en algún momento no es posible seguir endeudándose para sostener el sistema de pensiones, irremediablemente, su cuantía bajará. Y es aquí donde el sector financiero más entraría en acción. “La hipoteca inversa (producto financiero que consiste en que el banco compra la vivienda a cambio de un pago mensual vitalicio, temporal o único y permitiendo al propietario vivir en ella hasta su fallecimiento) es un ejemplo de cómo el sistema, y sobre todo el sector financiero, se va a adaptando a esta realidad y va buscando soluciones. Se dieron cuenta de que muchos españoles tienen sus ahorros en forma de ser propietarios de una vivienda. Es un ejemplo de lo que estamos hablando. Unos ahorrarán mientras que otros no lo harán y tendrán que acudir al banco a que les vendan un producto de este estilo”, estima el experto.

Más tiempo trabajando

Además de la obvia consecuencia de unas pensiones menos generosas, los Estados seguirán previsiblemente recurriendo a retrasar la jubilación en este mundo en el que viviremos más tiempo. Javier Blasco, director del Adecco Group Institute, así lo explica. “Todos sabemos que el sistema de pensiones en España es manifiestamente insostenible y, además, se está desincentivando los planes de pensiones privados. Si esta situación se mantiene, veremos casos de gente que tenga que seguir trabajando cuando lleguen a edad de jubilación para simplemente llegar a fin de mes. Porque encima esto se combina con una generación con mucho desempleo y con una generación que cobra sueldos extremadamente bajos. Ahora mismo para muchos jóvenes da igual que se haya estudiado un grado, un posgrado o una formación profesional, cobran 1.000 euros y con ese dinero difícilmente llegan a final de mes o ahorrarán”, asevera.

Preguntado sobre si tiene sentido alargar la edad de jubilación en un país con un alto porcentaje de paro juvenil, Blasco responde que son cosas distintas: “Tiene sentido hacerlo en un Estado de derecho. Si una persona llega a la edad de jubilación pero quiere seguir trabajando, no habría por qué coartar su derecho a ello. La dicotomía desde el punto de vista de la eficiencia de personas mayores contra jóvenes se podría entender en un mercado laboral de competencia perfecta. Donde se maximizara toda la oferta frente a la demanda y al final se peleara por el mismo puesto de trabajo. Si en un mercado laboral de 30 millones de personas tuviéramos 30 millones de personas dispuestas a trabajar en cualquier puesto de trabajo, entonces te diría que tienes razón, no tendría sentido prolongar la vida laboral de los más veteranos y dejar fuera a otros. Pero esto no es así. Sí es compatible el envejecimiento activo con el empleo de los jóvenes, pero será necesario aplicar más formación y flexibilidad para que los desempleados cubran las brechas de empleo disponible”.

De esta forma, la mayor esperanza de vida tiene múltiples caras. Hoy, las personas mayores son un motor de consumo, pero podría dejar de ser así en un futuro de no producirse un ahorro por parte de la población o si las pensiones públicas terminan por bajar a fuerza de volverse insostenibles. Para los jóvenes, el panorama no es positivo. Con bajos salarios, tienen difícil el ahorro y cotizan poco. A la hora de la jubilación, más tardía para ellos si se sigue retrasando la edad de retiro, se encontrarían además con un sistema de pensiones que ya habría provocado un alto endeudamiento para sostenerlo.

Ortega reflexiona. “El mundo va a envejecer. Pero eso no es mala noticia, la mala noticia sería envejecer con mala salud”, concluye.

¿Qué más efectos tendrá?

Inflación

Una mayor longevidad no tendría que significar más inflación, según Alvargonzález. “Lo que sin duda significa es más deuda pública. No hace falta sacar una bola de cristal. Para saber lo que va a ocurrir tenemos el caso japonés. Hasta hace poco, su problema era la deflación. Si hay demanda, los precios tienden a subir, y no ha sido el caso ni siquiera allí, que es una sociedad rica”, dice.

Consumo de recursos

Iñaki Ortega considera que desde el punto de vista del consumo de recursos naturales, que crezca la población mayor no quiere decir que crezca la población en general, porque la pirámide demográfica se va estrechando por la base. “En muchos países el crecimiento vegetativo es negativo. En términos globales el envejecimiento no implica que debamos preocuparnos por hambrunas o superpoblación”, añade.

Población activa

Blasco cree que, sobre todo, lo que se hará necesario es una mayor recompensa para el que siga trabajando más allá de la edad de jubilación. “Si una persona sigue en su empleo, estará cotizando y ayudando a la sostenibilidad de todo el sistema de pensiones. El que haya más manos remando es bueno para un país. El riesgo que corremos es que la pirámide de población activa se vaya vaciando y que dentro de esa parte que quede en la pirámide muchos se queden en el banquillo porque no tienen la cualificación donde hay empleo”, alerta.

Populismo

“Pensar que al haber más jubilados será más fácil comprar voluntades a base de políticas favorables sería pensar que este grupo de población es un grupo sin criterio. ¿Que habrá un sesgo en las políticas a favor de las personas mayores? Lógicamente, porque el país va a ser un país de mayores”, opina Ortega al respecto.

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Sobre la firma

Fernando Belinchón
Madrid. 1994. Máster en periodismo económico por la Universidad Rey Juan Carlos. Redactor de la Mesa Web de CincoDías. En el periódico desde 2016.

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