Vuelve el oso (pardo cantábrico)... a repoblar las montañas de Asturias
En 30 años la población osera ha pasado de 50 a 320 ejemplares Son la variedad más pequeña y los machos pueden alcanzar los 250 kg
Una gran bola peluda apenas se mueve perezosa entre los escarpados riscos de la montaña. De repente la pelotita con patas cobra vida, se estira y lanza, molesta, un rugido. ¡Sorpresa! Es un gran oso pardo, en concreto, una hembra de unos 185 kg (los machos soprepasan los 250 kg), acompañada de tres pequeñas y traviesas crías que, juguetonas, no dejan de incordiar a mamá osa, para deleite de los que, silenciosos, sobrecogidos y sobre todo emocionados, les observamos.
Se trata de Vilula y sus oseznos, nos revelan Víctor García y Luis Frechilla, los guías de montaña de Wild Spain Travel, dos apasionados de la naturaleza y los bichos, que nos acompañan para recorrer el hábitat natural del oso pardo cantábrico: las montañas de Asturias.
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Del Parque Natural Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias al Parque Natural de Somiedo, pasando por la impresionante Reserva Natural Integral de Muniellos, entornos todos de apabullantes paisajes.
No se exhiben, pero se ven
Juan Carlos Blanco, biólogo de la Fundación Oso Pardo (FOP), cortará nuestra algarabía con una frase: “Los osos no se exhiben, pero se ven”... de lejos (una pequeña decepción). Hay que ir a los puntos de observación adecuados, disfrutar del entorno, ser respetuosos, observar y tener paciencia.
La FOP trabaja en la conservación y restauración de hábitats de interés para los osos
“En 30 años nunca me he encontrado con uno. Son animales tímidos; a pesar de su envergadura, intimidan, pero evitan al ser humano, aunque en raras ocasiones se dejan ver en núcleos poblacionales” y eso puede ser un problema, reconoce Blanco.
Hasta hace apenas 30 años, en los años ochenta, los osos pardos cantábricos estaban en peligro crítico de extinción, apenas quedaban 50 ejemplares, víctimas del furtivismo y las trampas para evitar que asaltasen las colmenas. “Los osos no pueden resistirse a la miel, se vuelven locos”, advierte García, mientras, en un alto en el camino, nos enseña un cortín, “un cercado de piedra de forma circular donde se colocan las colmenas para que no pueda entrar el oso”. La miel es muy importante para Asturias, antes no había otro edulcorante.
En estas tres décadas la población de osos ha subido a unos 320 ejemplares tras un importante esfuerzo en programas de recuperación, distribuidos por la cordillera Cantábrica (fundamentalmente, Asturias, Castilla y León y Cantabria), y al final de esta década podría alcanzar la calificación de especie vulnerable, según los criterios técnicos de la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Un esfuerzo en el que se han involucrado naturalistas, biólogos, filántropos y conservacionistas como Paul Lister, fundador de la organización The European Nature Trust (TENT), que trabaja para preservar las zonas silvestres que quedan en Europa y restaurar las que se han perdido y que patrocina las acciones de conservación del oso y su hábitat de la FOP.
“Nuestro trabajo se extiende a campos como la conservación y restauración de hábitats de elevado interés para la especie, el seguimiento de la población osera, la investigación aplicada a la conservación, la lucha contra el furtivismo, la educación ambiental y la prevención de conflictos entre humanos y osos”, precisa Guillermo Palomero, director ejecutivo de la Fundación Oso Pardo.
La observación turística de plantígrados ayuda a dinamizar la economía
Lister, muy involucrado y con seguimiento a pie de campo en estas tareas de restauración, asegura que su único propósito es “dejar la tierra en mejores condiciones de las que la encontré”.
Todos coinciden en la importancia de mantener una naturaleza bien conservada y en el gran potencial que ofrecen actividades ecoturísticas ordenadas, como la observación de osos o de aves –de las que Frechilla es también un experto–, en la dinamización económica de estos territorios, lo que a su vez revierte en positivo en la conservación de las especies.
“El mes de mayo es, por ejemplo, temporada alta para la observación de osos; esta actividad podría contribuir a llenar alojamientos y restaurantes que de otra forma estarían vacíos y cerrados”, señala Frechilla.
Para el biólogo hay dos retos turísticos ineludibles: “Regular las visitas para evitar tanto la masificación como dañar al oso y su hábitat, y eliminar trabas burocráticas para acceder a las zonas de observación a los profesionales del turismo”.
A solas con la naturaleza y mucho más
Muniellos. En esta maravillosa reserva no podrá ver osos, pero haberlos, haylos, como lo demuestran las huellas que dejan en el suelo o los arañazos de sus zarpas en los árboles. Muniellos cuenta con unas 5.500 hectáreas de superficie, está a una altura media de 600 metros y verá todo tipo de fauna local. Es de esos sitios en los que tendrá la sensación de estar solo con la naturaleza; de hecho, para preservarlo, solo se permite la entrada a 20 personas diarias. Allí encontrará el mayor y más antiguo robledal de España.
Frutales. La Fundación Oso Pardo (FOP) lleva a cabo un plan piloto de plantaciones de frutales en fincas abandonadas, fundamentalmente cerezos. Son los llamados bosques de alimentación.
Life. La FOP ha obtenido el proyecto Life Osos con Futuro en escenarios de cambio climático de la UE. No hay estudios de cómo este afectará al oso pardo, pero está claro que por la subida de temperaturas invernará menos y van a interferir más en las actividades invernales humanas como la caza. La UE otorga hasta el 75% de la financiación.
Avistamiento. La empresa Wild Spain Travel organiza excursiones a la carta para observar osos y otras actividades ecoturísticas. Excursión de 4 horas para entre 2 y 6 personas en todoterreno desde 50 euros por persona. Información en Wildspaintravel.com.