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A Fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Hacia una transición energética desde la seguridad jurídica

La clave de bóveda pasa por generar marcos legales estables, claros, adaptables, abiertos y seguros

Uno de los graves problemas que toda iniciativa, que todo proyecto, que toda creación y, cómo no, cualquier actividad empresarial o industrial tiene es la de no gozar o tener un marco regulatorio claro, coherente, creíble, razonable y avanzado. Viejos esquemas jurídicos, por mucho que a los juristas nos guste embeber pretéritas fuentes institucionales y conceptuales, de nada sirven sin el necesario aggiornamento, algo que, además, debe ahormar conciencias y razonamientos. Como sucede paralelamente en lo disruptivo que consigo arrastra la revolución tecnológica que vivimos y de la que solo estamos, en clave churchiliana, en el mero comienzo del principio. Y ese principio tiene varios denominadores comunes, uno de ellos, abandonar paulatina e irreversiblemente nuestras dependencias de los combustibles fósiles. Algo que no se puede levar a cabo descoordinadamente de las políticas de la UE, unas políticas que hoy miran de reojo y con temor, aunque con realismo interesado en toda Europa y sobre todo en Alemania respecto de Rusia y el riesgo de recesión al depender de un proveedor gigante pero casi exclusivamente. De aquellos lodos estos barros, como también recuperar el discurso y la reflexión sobre lo nuclear. Como prueba, Francia y el pasado debate electoral en torno a ello.

Como todos sabemos, las redes eléctricas son el eje nervial de y para una transición energética. Generar y saber generar buenas economías de escala y una masiva e inteligente industrialización de cara a una producción y su sostenibilidad cambiarán el mapeo. Algo así como gusta a los retores del lenguaje discursivo y omnisciente, el cambio de paradigma sobre el que esta ha de asentarse obligatoriamente. Pero la base es saber lo que lastra y lo que aporta, o que renueva y lo que edifica, lo que genera seguridad de suministro y lo que una renovable integra, amén de un proceso irreversible de digitalización que lo acelera todo. Una aceleración tecnológica que impacta en la producción y lo hace con unas dimensiones que nunca se había alcanzado, quid sino con la eólica marina, por ejemplo. Jamás hemos tenido unas turbinas y unos rotores como los actuales, y las profundidades ya no son el gran problema.

El problema de la descarbonización significa apostar por estrategias creíbles y solucionadoras, no simples remediadoras del problema en sí mismo. ¿Lo es el hidrógeno verde? Posiblemente lo sea en aquellos sectores más complejos y donde además, la solución de la electrificación es más onerosa. Mas ¿sirven hoy día los actuales marcos jurídicos? ¿Somos conscientes de lo que implica la generación de energía verde y renovable o los aprovechamientos de biogás en las estaciones depuradoras de las ciudades? ¿Conocemos las regulaciones jurídicas y sus limitaciones al respecto?

España es consciente de sus múltiples talones de Aquiles, pero también de las ingentes posibilidades y oportunidades. Tenemos talento: nunca como hasta hoy hemos tenido tanto talento y tanta formación. La tecnología lo arrastra y devora todo y proyecta esa sinergia inescindible entre universidad y empresa y tejido industrial. Vasos comunicantes que toman el pulso y latido. Solo un dique último, seguridad jurídica, normas razonables, coherentes, completas, con poso y pretensión de permanencia en el tiempo, sin que los horizontes basculen a las primeras de cambio ante bandazos políticos. Ninguna norma puede tener la pretensión de su imperdurabilidad pero sí de generar marcos de confianza y atracción de inversión segura y estable. Algo que apunta no solo a normas mercantiles y administrativas, también fiscales o tributarias. Lo renovable, las redes, el hidrógeno verde, el consumo, el cómo se almacena la electricidad, las nuevas formas de extracción y generación y un largo etcétera conviven con limbos y nichos jurídicos caducos o por escribir y donde los vacíos legales no solo generan desinformación, sino que pueden incentivar conductas agresivas o poco competitivas.

Esta juridificación debe aportar mimbres racionales que no solo generen ese esquema de estabilidad cuanto de protección a los consumidores más vulnerables, también los vulnerables energéticos a los que no llegan ni son cognoscibles o comprensibles condicionados, tarifas, bonos, etc.; la electricidad que se consume en cada hogar, en cada edificio, en cada comunidad de vecinos condiciona el día a día y las decisiones de inversión, desde buscar esa eficiencia energética que empieza con los materiales de construcción y aislamiento y todas las ayudas públicas existentes, instalaciones de paneles solares, de bombas de calor, a contadores individuales de consumo y los tiempos que legalmente se marcan y que son conflictivos ahora mismo en su interpretación y sobre todo aplicabilidad y que requiere de certezas jurídicas. Sin obviar ni olvidar el nexo entre agua y energía, amén de la sostenibilidad.

Sin seguridad jurídica, sin un marco claro y coherente, pero a la vez armónico en toda la Unión Europea el irreversible camino hacia la transición energética, ya iniciado, será más oneroso, más tedioso, más litigioso. Se requieren normas y ordenamientos claros, que edifiquen una transición energética sostenible y eficiente.

Lo jurídico tiene una cita inminente en este reto abarcable, pero ignoto para la gran mayoría de los ciudadanos, la transición energética sostenible y que implica un enorme cambio de paradigma y a la vez de formas de movilidad, de construcción, de transporte, de generación de energía, de almacenamiento, de tratamiento, de comercialidad, etc. De la energía depende hoy el mundo de la empresa, su desarrollo, la competitividad, pero también el ciudadano y sus roles, los países pobres, emergentes, ricos, productores o no, y con ello el bienestar. El derecho de la energía es algo más que un mero oxímoron. O un desiderátum. La clave de bóveda pasa por generar marcos jurídicos estables, claros, adaptables, abiertos y seguros.

Abel Veiga es profesor y decano de la Facultad de Derecho de Comillas Icade

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