La urgencia hacia un capitalismo regenerativo
Se basa en restaurar la vitalidad de los ecosistemas y en no usar ningún recurso que no pueda renovarse
Dedicamos esfuerzo, tiempo y trabajo a producir y hacer crecer nuestros proyectos. Conseguimos enriquecernos, pero en muchas ocasiones sin preguntarnos cómo estamos produciendo y qué provecho real sacamos a nuestra riqueza. Forma parte del juego del mercado y rara vez reparamos en ello. Simplemente, seguimos adelante.
Según un trabajo de McKinsey Global Institute, la riqueza está en los activos reales, principalmente inmobiliarios, que suponen el 68% del total. Esta estructura de riqueza real ha aumentado de valor en los últimos 20 años, y el 77% de su aumento se debe a los precios. Es decir, la mayor riqueza depende principalmente de la subida de precios de los activos reales, inmobiliarios o no. Además, hay un gran endeudamiento privado con relación al valor de los activos producidos, o lo que es lo mismo, se financian muchas empresas de corte tecnológico, que alcanzan valoraciones enormes, pero producen poco.
En resumen, la riqueza del mundo es cada vez menos productiva, más especulativa y se concentra en muy pocas manos privadas. Esto me lleva a pensar qué podría pasar si dedicamos más atención a la responsabilidad productiva privada y redirigimos esa riqueza. O, siendo más ambiciosos, ¿qué pasaría si redefinimos el capitalismo para hacerlo sostenible a largo plazo?
En este deseo inagotable de crecimiento estamos destruyendo la capacidad del planeta para mantener la vida, y con ello, la posibilidad de desarrollarnos dentro de él. En los últimos 40 años se han extinguido más de la mitad de las especies del planeta. Un niño muere de hambre cada 10 minutos, mientras 800 millones sufren de desnutrición permanente y 1.200 millones de personas viven en extrema pobreza. Por no hablar de las muertes silenciosas por contaminación: siete millones de personas cada año. ¿Cuánto más puede durar esto?
El capitalismo, tal y como lo conocemos, es insostenible. Urge pensar en alternativas. Pero es necesario hacerlo desde la visión de las empresas, los grandes agentes de cambio. La empresa privada y los mercados son esenciales para abordar los retos sociales y ambientales a los que nos enfrentamos.
El capitalismo regenerativo apuesta por un modelo que recompense la verdadera creación de valor, y no solo la extracción de valor, como hace el modelo actual. Las empresas deben generar ganancias, pero también deben cumplir un propósito social y medioambiental. Este nuevo modelo se preocupa por el tipo de valor que puede crear y cómo puede devolverlo a la sociedad y al medioambiente, promoviendo y desarrollando acciones que permitan restablecer el equilibrio entre el ser humano y los ecosistemas de los que obtenemos los recursos naturales.
La economía regenerativa busca no solo reducir los residuos, sino también eliminar el concepto mismo de desecho. En ella, los sistemas de producción son de ciclo cerrado, modelados según diseños naturales, donde cada residuo es, o bien devuelto al ecosistema como nutriente, o bien se convierte en una materia prima para fabricar otro producto.
La economía regenerativa va un paso más allá de la economía circular, que se enmarca en los principios de reducir, reutilizar y reciclar, en los procesos que siguen los productos que consumimos. La economía regenerativa se basa en restaurar la salud y la vitalidad de los ecosistemas y en no utilizar ningún recurso que no pueda regenerarse.
Es cierto que la emergencia climática genera nuevos compromisos y está impulsando cambios. La puesta en marcha de planes que aborden los factores ASG ocupa de forma acuciante a las empresas. Los insights del mundo empresarial se nutren con las reflexiones y las llamadas a la acción de líderes globales, como Larry Fink o Bill Gates.
Los grandes acuerdos internacionales, impulsados por el panel intergubernamental para el cambio climático de la ONU, establecen la cuenta atrás hasta 2050, la fecha para alcanzar el objetivo de cero emisiones netas. El escrutinio de los proxy advisors es cada vez más influyente e impulsa nuevos estándares en sostenibilidad. La sensibilidad social es creciente y las decisiones de compra de los consumidores se ven cada vez más influidas por el factor sostenibilidad.
En el ámbito empresarial, aumentan las iniciativas como la que recientemente lanzaron un grupo de grandes corporaciones globales, coordinadas por el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD), para proteger y restaurar la biodiversidad dentro de sus cadenas de suministro y carteras de productos.
Pero el verdadero cambio, la verdadera revolución, es la que ya se está iniciando de la mano de esos líderes empresariales que, más allá del cumplimiento normativo o de los estándares de ASG, están convencidos de que han de compartir con la sociedad lo que obtienen de ella. Son los líderes modernos, con propósito, empeñados en hacer compatible la rentabilidad del negocio con la generación de impacto social en el entorno y la comunidad en la que desarrollan su actividad.
Ellos demuestran que apostar por un modelo alternativo de capitalismo, que proteja las cosas que nos protegen, se convierte ahora más que nunca en ejercicio indispensable para la sociedad en su conjunto.
Manuel Lencero es CEO de UnLimited Spain