La Bolsa china se juega su potencial en su dilema frente a Rusia
La bajada de tipos, una inflación de solo el 1% y una política fiscal expansiva apoyan la subida de las acciones. La alianza con Moscú y el riesgo a recibir sanciones, junto a la política Covid-cero ponen un serio contrapunto al optimismo de los gestores
Difícil es siempre encontrar el horizonte despejado, pero ahora es evidente que la calima que ha llenado esta semana gran parte de España de polvo sahariano es una buena metáfora de los tiempos borrosos que nos tocan vivir. Los mercados financieros también están cubiertos de numerosas incertidumbres que intentan discernir día a día con movimientos bruscos y alocados. Y la Bolsa china ofrece un ejemplo claro de esa volatilidad: de ser de nuevo una de las apuestas favoritas de los gestores para 2022 ha pasado a sufrir una aguda corrección a raíz del difícil dilema que la guerra en Ucrania plantea a Pekín por su alianza con Putin. A ello se suma el duro confinamiento adoptado de nuevo por las autoridades chinas ante el rebrote de Covid-19, que hace temer aún más por el agravamiento de los problemas de suministro.
Esta semana, los índices chinos llegaron a acumular caídas cercanas al 20% en el mes, con una estampida de los inversores en los valores tecnológicos que no se recordaba desde la crisis de 2008. La sangría se frenó gracias al mensaje lanzado por el viceprimer ministro Liu He, que mostró el compromiso de apoyar la economía ya en el trimestre actual y de estabilizar el mercado de capitales. Animó a los inversores a involucrarse a largo plazo en el mercado de valores chino.
Pero para que cale de verdad ese mensaje, deberá alejarse cualquier fantasma de posibles sanciones a Pekín por su alianza con Moscú –China es la única gran potencia que no ha condenado por el momento la invasión de Ucrania–, al tiempo que crecen las dudas sobre si el Gobierno de Xi alcanzará este año su objetivo de crecer al 5,5%, en un contexto mundial muy incierto y en el que la globalización, la gran aliada del desarrollo económico chino, vive tiempos de retroceso.
China ha tenido hasta el momento un comienzo de año muy bueno para su economía. Sólida actividad exportadora, crecimiento de la inversión en manufactura, empuje de la inversión inmobiliaria, después de una contracción previa de cuatro meses, y recuperación de las ventas minoristas. En enero rebajó los tipos de interés en 10 puntos básicos al 2,85% –aunque evitó un nuevo recorte esta semana– y cuenta con un dato de inflación del 1%, envidiable para Europa o Estados Unidos.
Los retos inminentes de China –destaca la economista de Julius Baer Sophie Alermatt– pasan por los efectos de la invasión de Ucrania y sus pactos con Rusia, el reciente brote de Covid-19 y sus repercusiones económicas, además de la crisis inmobiliaria y la caída del crédito entre sus ciudadanos, pese a la mejoría de este principio de año. En Morgan Stanley han recortado su previsión de alza de PIB este año al 5,1% desde el 5,3%.
Desde el banco estadounidense Goldman Sachs apuntan que el Gobierno chino “ha introducido un conjunto de medidas políticas anticíclicas más proactivas para restaurar el crecimiento, y cualquier flexibilización de las restricciones relacionadas con el Covid ayudará a impulsar la recuperación del consumo interno”, explican en un reciente informe. En esta misma línea, desde la gestora de fondos de Allianz apuntan “que habrá medidas más agresivas de flexibilización de las políticas en el segundo trimestre para alcanzar el objetivo de crecimiento del PIB del 5,5% para 2022 en su conjunto”.
Pero el curso que tome la economía china pasa por la suerte que corra su socio ruso en la invasión de Ucrania. De hecho, la presión sobre Pekín va en aumento mientras su Gobierno intenta nadar y guardar la ropa: mantener su apoyo a Moscú mientras procura no entrar por ello en una guerra comercial con Occidente.
Desde Estados Unidos se han lanzado amenazas a las tecnológicas del país que usan su software, al estilo de las medidas que adoptó Trump contra Huawei. Pedro del Pozo, director de inversiones en Mutualidad de la Abogacía, destaca la incómoda postura de China en el conflicto y también “su lucha por la hegemonía mundial, disputada con Estados Unidos, que le convierte en un aliado natural de Rusia”. Sin embargo, desde Goldman ven difícil un verdadero desacoplamiento entre China y Estados Unidos “dada la importante integración que se ha producido entre las dos economías. Hay áreas en las que la cooperación puede generar beneficios mutuos, como la lucha contra el cambio climático y la pandemia”, explican.
Desde la gestora Allianz dan argumentos con cifras a la hora de que China se posicione. “Los lazos comerciales con Rusia son eclipsados por los que tiene con el resto del mundo. China exportó alrededor de 68.000 millones de dólares en bienes a Rusia en 2021, mientras que sus exportaciones combinadas a EE UU y la UE fueron de más de 1 billón de dólares. China parece tener relativamente poco que ganar y mucho que perder con esta ecuación”.
Un aspecto importante conocido también esta semana ha sido el intento de China de menoscabar el papel preponderante del dólar en el comercio mundial. Desde la gestora de fondos DWS, Stefan Kreuzkamp, chief investment officer, destaca en un reciente artículo el peligro de que China se atreva a llegar hasta el final con Rusia. “Esto significa no solo comprar todas las materias primas de Rusia que Occidente ya no aceptará, sino también socavar el dominio mundial de Estados Unidos abandonando el dólar como moneda comercial. Como se ha demostrado con sus recientes conversaciones con Arabia Saudí sobre el comercio de petróleo en yuanes”. Pero destacan que, como mercado, “Rusia desempeña un papel insignificante para China en comparación con Europa y Estados Unidos”.
Dentro de las propias fronteras chinas también hay problemas. Así, el Covid aparece como un freno para el crecimiento chino con efectos ya conocidos como la ruptura en la cadena de suministro mundial. Gilles Moëc, economista jefe en Axa IM, indica que “la presión de los precios de la energía y los alimentos ha sido el principal impulsor de la inflación en todo el mundo y el conflicto en Ucrania lo está exacerbando. Lo último que necesita la economía mundial en este momento es ver también presión sobre los precios de los productos manufacturados cuando China es el pulmón manufacturero del mundo”, explica.
La otra gran dificultad que atraviesa la economía china es su mercado inmobiliario que representa el 25% de su PIB y que acarrea la caída en los créditos tanto de particulares como de compañías del sector. Además, el sector inmobiliario tiene potentes vínculos con otros sectores productivos del gigante asiático. Sophie Altermatt, economista en el banco suizo Julius Baer, indica que los préstamos de mediano y largo plazo a los hogares, que incluyen principalmente hipotecas, se contrajeron por primera vez desde que se dispone de datos, “lo que refleja la continua caída de las ventas y la débil demanda de viviendas, a pesar de que el Gobierno ya ha aliviado las restricciones hipotecarias a nivel local y ha reducido las tasas de préstamo y los pagos iniciales en algunas ciudades”.
Renta variable
Pese a toda esta argamasa de problemas e incertidumbres en la segunda potencia económica mundial, los analistas no pierden la fe en la renta variable china. Y eso que, como indican desde la gestora DWS, en los últimos años sus mercados han perdido peso. El S&P 500 representaba el 41,3% de la capitalización bursátil mundial hace un año y el 44,9% en la actualidad. En cambio, las acciones de las empresas chinas cotizadas cayeron del 14,7% al 12,3%.
En la gestora BlackRock advierten una relajación en la política regulatoria del Gobierno chino con sus empresas y optan por dirigir allí sus inversiones, dentro del continente asiático. Y también desde este gigante de la gestión mundial apuestan decididamente tanto por los bonos gubernamentales chinos como por los privados. Actualmente, la deuda china a plazo de 10 años cotiza en el 2,82%, mientras que el plazo a un año ofrece una rentabilidad en el mercado del 2,15%. También la gestora de fondos del suizo UBS defiende que las políticas en materia monetaria y fiscal ya están funcionando y deberían impulsar su economía y sus Bolsas.
“Las acciones de China ofrecen beneficios potenciales de diversificación, valoraciones atractivas, ganancias sólidas y pueden beneficiarse del aumento de los flujos de inversores extranjeros”, así de contundentes se manifiestan los analistas de Goldman. Y en esta línea la gestora de Allianz indica que “si los eventos en Ucrania siguen relativamente contenidos localmente, nuestro escenario base es esperar que los eventos dentro de China, especialmente el giro en curso hacia una política monetaria y fiscal más fácil, serán el principal impulsor a largo plazo de los mercados de valores del país”, explican.
Las empresas de gestión patrimonial, las relacionadas con el estilo de vida saludable o las nuevas tecnologías, la realidad virtual y la cadena de suministro de los semiconductores son las principales opciones de estos expertos, que consideran necesario mostrarse prudentes con los valores inmobiliarios y los de materiales de construcción. Y concluyen: “La implantación de condiciones financieras expansivas en China y las valoraciones poco exigentes crean un contexto muy favorable en los mercados de renta variable del país en este Año del Tigre”.
Ben Laidler, estratega de mercados globales de la plataforma eToro, ve más recompensas que riesgos en esta Bolsa: “China es el único de los países principales que recorta los tipos de interés para respaldar la economía y tiene espacio para ir más allá con una inflación de solo el 1%. Es uno de los mercados más baratos del mundo, con una relación PER de 9 veces los beneficios”, explica. Kevin Thozet, miembro del comité de inversión de la gestora Carmignac, apunta a las incertidumbres del Covid para su economía y sus mercados, pero en el lado de las oportunidades destaca el fuerte soporte que ofrece la baja valoración del índice Hang Seng. Una apuesta que está en todo caso a que el órdago ruso en Ucrania no le pase factura también a Pekín.