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Un proyecto de Repsol

Intercambio de baterías: ¿el futuro del coche eléctrico?

La instalación de estaciones de intercambio de baterías surge como alternativa para reducir el tiempo de recarga de los automóviles

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El vehículo eléctrico es, sin duda, una de las principales opciones de la movilidad sostenible. Cada vez es más numeroso el parque móvil enchufable en nuestro país, una alternativa de futuro más, junto a otras como el hidrógeno renovable, los biocombustibles avanzados o los combustibles sintéticos, para alcanzar la necesaria descarbonización de la economía, en general, y del transporte en particular.

Pero para que su uso se amplíe, uno de los mayores retos que tiene que afrontar es mejorar su autonomía y reducir los tiempos de recarga de las baterías, que actualmente oscilan entre una y seis horas para la modalidad normal y alrededor de 20-30 minutos en modo rápido. Por tanto, el debate que se plantea es cómo mejorar las prestaciones en este sentido del coche eléctrico.

Con ese objetivo, el sector sigue avanzando de la mano de la tecnología. Investigadores de todo el mundo llevan años trabajando en métodos de carga alternativos, como es el caso de la inducción electromagnética. El sistema se instala bajo la carretera y no requiere cables para su funcionamiento, ya que el automóvil se alimenta mientras circula.

Entre sus inconvenientes destacan una inversión demasiado elevada y campos magnéticos muy intensos, además de la adaptación de las infraestructuras de cada país. “Es una tecnología que se encuentra en fase de investigación y desarrollo. Hay varios proyectos piloto en el norte de Europa para dotar a las carreteras de este sistema, pero no están aún en fase comercial”, aclara Carlos Bermúdez, gerente de Desarrollo de Negocio de Movilidad Eléctrica de Repsol.

Es un proceso tan sencillo como retirar la batería agotada y colocar una cargada en sólo unos minutos

Otra de las soluciones que barajan los expertos es el intercambio de baterías. Es un proceso tan sencillo como retirar la batería agotada y colocar una cargada en sólo unos minutos, evitando que el conductor tenga que esperar varias horas para que su vehículo se cargue. Además de un ahorro de tiempo, este sistema puede aumentar la vida útil del coche, puesto que la batería no estaría ligada a un depósito energético integrado, e incluso propiciar una hipotética bajada del precio del turismo, al no incluir el coste de la batería, que podría ser un servicio externo.

Se trata de una alternativa aún en desarrollo, pero con iniciativas ya probadas en varios países. “El intercambio de baterías cobró relevancia informativa a través de la empresa israelí Better Place que, en 2012, anunció la puesta en marcha de una estación automatizada construida en asociación con el aeropuerto Schiphol (Ámsterdam)”, comenta Arturo Pérez de Lucia, director general de la Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso de la Movilidad Eléctrica (AEDIVE). Pero, aunque abrió el camino a otras iniciativas tecnológicas, el proyecto no llegó a prosperar, entre otras razones, por el elevado coste de las estaciones de sustitución y la complejidad de un proceso que requería sustituir la batería entera del vehículo con un peso de 200-300 kilos.

Proyectos avanzados

Actualmente, uno de los proyectos más avanzados en este campo está liderado por Ample, una startup con sede en San Francisco (Estados Unidos), en cuyo accionariado participa Repsol a través de su Fondo de Corporate Venturing. Esta empresa ha diseñado un sistema de intercambio de baterías basado en una solución modular, que evita la sustitución completa de estos acumuladores. Para ello, cuenta con un ‘armario’ que recarga las baterías y un robot que, en apenas diez minutos, retira del coche solamente los módulos que están usados y coloca los nuevos. “Es una empresa con un equipo de gran experiencia, que conoce bien el caso de Better Place y, por tanto, tienen muy claras las lecciones aprendidas e intentan minimizar las barreras que se detectaron entonces”, subraya Carlos Bermúdez.

En definitiva, el proceso de sustitución de ese pequeño módulo es más rápido, más eficiente y más barato. Además, “evita tener un stock de baterías elevado, con las complejidades que esto supone para su almacenamiento”, añade. En la actualidad, la empresa desarrolla varios pilotos en Estados Unidos y Europa para probar esta tecnología y poder pasar a una fase más comercial.

Proyectos en España y China

En España, la principal iniciativa en marcha la lidera la startup catalana Silence, que ya ha probado con éxito el intercambio de baterías en sus propios modelos de moto eléctrica. Silence ha diseñado la primera batterystation de Europa, donde los usuarios podrán intercambiar una batería descargada por otra cargada en solo unos minutos. La compañía ha puesto en marcha pruebas piloto en Barcelona y en Madrid.

En el ámbito internacional destaca Power Swaps Station 2.0, la estación del fabricante chino NIO equipada con 14 ranuras que posibilita 312 procesos al día, según la compañía. Esta iniciativa, que ya cuenta con más de 800 estaciones en el país asiático, solo funciona con sus propios modelos. El fabricante chino ha anunciado que su berlina eléctrica Nio ET5, con 1.000 kilómetros de autonomía llegará a Noruega este año y a algunos otros mercados internacionales a partir de 2023.

“Habrá que ver cómo evoluciona el mercado y qué respuesta obtiene la apuesta de NIO en Europa, pero a diferencia de la recarga conductiva (con cable), que es similar para cualquier modelo de vehículo eléctrico, el intercambio de baterías es un proceso cuyo éxito está supeditado a que haya un volumen suficientemente grande de un único modelo que justifique la inversión”, puntualiza Arturo Pérez de Lucia. Y añade que, mientras la tecnología avanza para solucionar obstáculos técnicos, el swapping de baterías es ya útil en los vehículos de dos ruedas o ligeros.

Por su parte, Ample ya tiene varios pilotos en distintas fases, tanto en Estados Unidos como Europa, explica Carlos Bermúdez. “Es previsible que en función de cómo evolucionen estos proyectos con flotas muy relevantes de vehículos de cuatro ruedas, se pase a una siguiente fase más comercial”, concluye.

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