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Andreas Weigend: “La privacidad de los datos es una ilusión”

Dejó Amazon para dar clases en Stanford y Berkeley, donde reivindica que los consumidores deberían tener más poder sobre los datos que generan

Lo sabe todo sobre internet y los datos de los consumidores, pero tiene problemas con los suyos. A pesar de que hay numerosos errores en su página de Wikipedia, no puede corregirlos porque no tiene ninguna referencia. “Hay cosas, como mi fecha de nacimiento, que simplemente sé”, bromea Andreas Weigend (Friedberg, Alemania, 1959), ex científico de datos jefe de Amazon. Ahora, compagina la dirección del centro de investigación Social Data Lab con las clases en la Universidad de Stanford y en Berkeley y conferencias por todo el mundo, como la que ha impartido durante la reunión anual de antiguos alumnos de EAE Business School durante este curso.

R. ¿Qué aprendió en Amazon?
R. El grueso de sus beneficios procede de Amazon Web Services [los servicios en la nube]. Mucha gente piensa en Amazon como una tienda, pero el dinero de verdad no está en el retail. Ellos controlan internet, controlan Apple, controlan la CIA... Lo controlan todo, así que cuando pienses en internet, piensa en Amazon.
R. ¿Por qué se marchó?
R. Me encantan las cosas que hago ahora: dar charlas, hablar con emprendedores... Nada de eso es posible cuando trabajas para una gran empresa. Es normal que no te dejen trabajar con startups porque las ideas que tienes deberías usarlas para ayudar a tu compañía, no a otros. Ahora hablo donde quiero, como quiero y de lo que quiero. Eso es la pesadilla de cualquier compañía. A mí nadie me marca la agenda, defiendo lo que creo y creo que los consumidores deberían tener más poder.
R. ¿Cómo influyen los datos en la forma de consumir?
R. Una manera de enfocarlo es asumir que cada interacción que llevas a cabo, cada acción o cada anuncio que ves, está siendo registrada. En el caso de Amazon, esto es bastante realista. Pero no debería ser una relación unidireccional, las compañías no deberían ser las únicas que pueden explotar esta información. Los usuarios tendrían que poder usarla también para conocerse mejor. ¿Prefiero quedarme en un hotel de tres estrellas y, con lo que ahorro, invitar a mis amigos a una cena o prefiero quedarme en un hotel de cinco estrellas? Los datos nos ayudan a tomar mejores decisiones.
R. ¿Cómo puede la ciudadanía aplicar esto a su día a día?
R. Un caso práctico es dividir cómo de feliz estás cuando sales de, por ejemplo, un hotel por cómo te encontrabas cuando entraste. Si este ratio es mayor que uno, de alguna manera, ha merecido la pena. Por supuesto que hay muchos más factores, pero, por encima de todo, es cuestión de si te encuentras más feliz, más relajado... Los datos son una herramienta para vivir vidas más plenas.
R. Durante la pandemia se ha disparado el uso de internet. ¿Se ha traducido en más datos disponibles?
R. Cuando estábamos confinados, todas las interacciones estaban mediadas por un ordenador, así que podíamos tener más información de qué hacíamos en un día normal: cuánto duraban las conversaciones, qué porcentaje del tiempo hablaba cada uno... Teníamos una oportunidad estupenda para analizar todos los comportamientos, pero no creo que la aprovecháramos. Solo hemos conseguido acortar las reuniones porque las programamos mejor y parábamos en cuanto había fallos de conexión.
R. ¿Qué pasa con las percepciones cualitativas? ¿Es posible matematizar todo?
R. El otro día un amigo me enseñó su calendario. Trabaja 360 días al año y tiene reuniones online programadas desde las nueve de la mañana hasta las ocho de la noche. Un Zoom detrás de otro sin tiempo siquiera para comer. Esto es cuantificable y creo que se puede decir que es mucho más complicado ser feliz si no tienes tiempo para las interacciones humanas. Realmente me dio pena.
R. ¿Dónde está el límite entre la privacidad y las ventajas de compartir los datos?
R. El subtitulo de mi libro [Datos para los ciudadanos] es Cómo hacer que nuestra economía post-privacidad funcione para usted. Creo que la privacidad es una ilusión, la cuestión no es la falta de privacidad. Esa fue la última batalla y la perdimos; cedimos a cambio de las ventajas que conseguimos por ello. Lo que deberíamos pensar es de qué tenemos miedo. Eso nos dice mucho del estado de la humanidad. Probablemente encontremos diferentes miedos en cada país.
R. ¿Cuáles son sus miedos?
R. El mío es uno que encuentro muy razonable: que alguien robe mi información bancaria. Hace un par de años me robaron todas mis tarjetas de crédito. Afortunadamente hay acuerdos por los que, si demuestras que tú no has hecho esos cargos, no eres responsable de ellos. Pero si acceden a tu cuenta bancaria, ahí hay otro tema y es algo a lo que deberíamos prestar mucha atención.
R. ¿Cuál es el valor de los datos?
R. El impacto que tienen en la toma de decisiones. Mucha gente habla de que los datos son valiosos, pero no saben qué hacer con ellos. Hay que mirar las decisiones que tienes que tomar y pensar en qué datos necesitas para ello. Eres responsable de elegir qué quieres optimizar. Eso es lo que me gustaría transmitir: no importa si quien me escucha controla una empresa o su propia vida, no se puede tener todo, hay que elegir qué es más valioso.
R. ¿Son los usuarios conscientes de toda la información que comparten con las compañías?
R. Odio que las compañías nos hagan mentir a todos diciendo que hemos leído y entendido los términos y condiciones. Creo que es horrible que esté obligado a mentir.
R. ¿Cómo se podría poner remedio a eso?
R. Hace unos años me encontré con la web de una compañía que en el lado izquierdo de la página enumeraba los términos y condiciones en un formato jurídico, mientras que en el derecho reproducía párrafo a párrafo, en un lenguaje cotidiano, qué quería decir cada cosa. Esto me parece una aproximación muy buena desde el punto de vista del consumidor, no asumir directamente que van a mentir. Es un buen paso para tratar de educarnos. Al final la pregunta es: ¿está la compañía ahí para engañar al consumidor?
R. ¿Es una cuestión de transparencia?
R. Creo que lo que los consumidores reclaman es justicia, que las empresas no tomen todo lo que quieran. Por ejemplo, hay un número cada vez mayor de usuarios que quiere saber cuál es el impacto que tienen en el medio ambiente. Y es cierto que algunas hacen lo que sea por maximizar los beneficios, pero de verdad considero que hay otras que tienen el planeta en cuenta.

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