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A fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Cómo sobrevivir a la marabunta de estándares ESG

El mejor modo de abrirse camino en la maraña normativa es contar con una autoevaluación propia utilizando métricas estandarizadas

CINCO DÍAS

Las compañías españolas notan cada día más la presión interna y externa para formalizar y medir su compromiso respecto a los requisitos conocidos como ASG –es decir, sobre los aspectos Ambientales, Sociales y de Gobernanza–, siglas más conocidas internacionalmente por su traducción al inglés: ESG. Sea como sea, el buen o mal desempeño de una compañía, de cualquier sector o tamaño, respecto a los criterios ESG representa ya un riesgo reputacional más que debe ser gestionado casi al mismo nivel –y así apunta la tendencia–, que otros de control más habitual o tradicional, como el financiero, el operativo o el relacionado con la ciberseguridad, entre otros.

Es importante aclarar que existen dos ámbitos de calificación o evaluación de la ESG: por un lado, la referida a la empresa como tal –basada en su actividad económica, productos y servicios y los procesos de producción o de desarrollo de los servicios–; y por otro, la que se aplica a los vehículos de inversión –fondos, bonos y demás–, basada en los valores incluidos o los proyectos financiados, ámbito en el que existe, además, una certificación individual para los asesores financieros de inversiones sostenibles y otros intermediarios similares.

El problema para las empresas es cómo gestionar este riesgo ante la avalancha de estándares, normas, certificaciones, prácticas y proveedores de ESG disponible en el mercado. Pero, mientras todo se aclara, las empresas deben actuar.

Desde nuestro punto de vista, y centrándonos exclusivamente en el ámbito de la evaluación de las empresas, creemos que el mejor camino es contar con una evaluación propia, usando métricas estandarizadas. Esto ayuda a las compañías a entender mejor los conceptos de ESG e interiorizarlos y disponer de una herramienta que les permita establecer los objetivos en este terreno y los planes de acción correspondientes. Todo depende de las necesidades y enfoque que precise cada cliente, pero los estándares o certificaciones, que resultan de más utilidad en cuanto a ESG se refiere, son los siguientes:

• ISO 26000: por ser una guía de referencia en materia de responsabilidad social para todo tipo de entidades, con independencia de su actividad, la cual ofrece una visión holística sobre cómo las empresas deben organizarse para garantizar un desarrollo sostenible.

• ISO 14001: por ser una certificación imprescindible para todas las empresas, ya que establece los requerimientos para la implantación de un sistema de gestión medioambiental dentro de las organizaciones. Con ello, se ayuda a las compañías a mejorar su desempeño ambiental mediante un uso más eficiente de los recursos y la reducción de desperdicios, obteniendo una ventaja competitiva y la confianza de los stakeholders.

• ISO 9001: por ser una certificación que establece los requisitos para un sistema de gestión de la calidad. Ayuda a las empresas y organizaciones a ser más eficientes y mejorar la satisfacción del cliente.

• Estándares GRI: por constituir el marco de control más extendido en el mundo en cuanto al reporting de métricas de sostenibilidad se refiere.

• SASB: por proporcionar el detalle de aquellos aspectos que deben considerarse relevantes o no en una organización por su grado de materialidad.

• EMAS: por ser un instrumento que permite medir y evaluar el desempeño medioambiental, permitiendo a las empresas marcarse objetivos medioambientales y reducir sus riesgos asociados.

Según un estudio reciente de ESADE, el 90% de las compañías españolas –sobre todo las cotizadas– utiliza el estándar GRI de reporting en materia de sostenibilidad, aunque ya un numeroso grupo de compañías ha introducido o está valorando introducir en sus modelos los estándares SASB y TFCD (o algunos sectoriales específicos), en línea con la demanda de algunos inversores institucionales de referencia.

Por otra parte, durante la COP26 hemos sabido que la fundación IFRS, organización dedicada a la elaboración de estándares internacionales de información financiera y no financiera, ha creado un nuevo consejo –el International Sustainability Standards Board (ISSB)– destinado a desarrollar una “exhaustiva plataforma global de estándares de información sobe sostenibilidad de alta calidad”, que confluirá con las iniciativas en esta área de Climate Disclosure Standards Board (CDSB) y de Value Reporting Foundation (VRF).

Sea como sea, no hay que obviar el entorno geopolítico en el que se mueven las empresas. En este sentido, por pertenecer a un estado miembro de la UE, las compañías españolas, independientemente de su actividad económica, se verán obligadas a ligar sus planes de negocio a los objetivos ESG mucho antes de lo que se pueda pensar. Regulaciones como CSRD de la Comisión Europea, por ejemplo, ponen de manifiesto la necesidad de contar con un SCIINF (Sistema de Control Interno de Información no Financiera), obligando así a disponer de un sistema de control, medición y gestión mucho más robustos.

No quiero acabar este pequeño vademécum sin resumir lo que se debe y no se debe hacer al gestionar los riesgos que implica para las compañías la multiplicidad de estándares ESG:

Los aciertos:

1. Diseñar un plan de acción que cuente con el esponsor del consejo de administración y la alta dirección.

2. Contar con una Oficina de ESG que coordine e informe sobre los niveles de cumplimiento del plan de acción, con un responsable que disponga de suficiente poder.

3. Definir una estrategia acorde a los sectores y competidores, con la implicación de todas las áreas de la compañía.

Los errores:

1. Contemplar los criterios ESG como una exigencia regulatoria, que impide el desarrollo del negocio.

2. No involucrar a toda la organización en la política de sostenibilidad.

3. No implementar políticas internas sencillas y prácticas, como son el reciclaje, la diversidad y la contribución con programas sociales, etc., que sirvan de ejemplo a los empleados.

Juan José Ortiz Osorio es Socio y Head of Risk & Sustainability de Axis Corporate

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