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Cine y Derecho
Tribuna
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'Dopesick': avaricia versus deber de diligencia

La serie se desarrolla con elementos de thriller y drama a través de la investigación que la Fiscalía conduce durante 15 años

Detalle del cartel de 'Dopesick'
Detalle del cartel de 'Dopesick'

Dopesick: Historia de una adicción, distribuida en España a través de Disney+, narra la crisis de los opiáceos legales en Estados Unidos, provocada por la comercialización del medicamento Oxycontin por parte de Purdue Pharma, una empresa farmacéutica propiedad de la familia Sackler, conocidos multimillonarios y filántropos.

Sobre la historia de los Sackler y su medicamento estrella, el Oxycontin, se han publicado recientemente varios libros, entre ellos El Imperio del mal, del premio Pulitzer Patrick Radden Keefe, y Dopesick, de Beth Macy, en el que se basa la serie. En ella se narra la creación y comercialización del fármaco en cuestión y sus efectos sobre la población americana y sobre la comunidad médica desde distintos puntos de vista: el de la compañía farmacéutica y sus propietarios, el de la fiscalía de EEUU y las autoridades de lucha contra la droga que intentan impedir su comercialización, el de un medico (impresionante Michael Keaton, ganador del Globo de Oro) que prescribe el medicamento y acaba él mismo cayendo en la adicción, el de los visitadores médicos de la propia Purdue que comienzan a tener problemas de conciencia con la promoción y venta del medicamento, y el de los enfermos que la medicación convirtió en adictos, a través de una joven Betsy ( Kaitlyn Dever).

La historia sobre como Purdue Pharma y la familia Sackler, conscientes de la adicción que provocaba su medicamento, consiguieron un etiquetado favorable para el mismo, manipularon la publicidad para engañar a médicos y pacientes, compraron voluntades de políticos, reguladores y abogados y médicos de renombre y fueron desarrollando políticas de consumo del Oxycontin cada vez más intensas, a fin de generar mayores beneficios económicos aún a costa de la salud de todos los consumidores, es absolutamente escalofriante.

La serie se desarrolla con elementos de thriller y drama a través de la investigación que la Fiscalía conduce durante 15 años y las dificultades propias de procesos frente a corporaciones industriales que gozan de muchos más recursos. Únicamente podemos criticar los saltos temporales que utiliza para irnos narrando la historia, que no favorecen la claridad en la exposición.

Desde el punto de vista legal, es interesante apreciar algunos apuntes al hilo del visionado de esta magnífica serie como son la importancia de la autonomía e independencia de los organismos reguladores, sobre todo cuando la salud pública está en juego; la ausencia de límites legales a las puertas giratorias para el personal de esos organismos reguladores, que pueden estar autorizando actuaciones hoy a aquellas empresas que mañana serán sus empleadores privados cuando dejen la administración pública; el uso de publicidad engañosa, con manipulación de fuentes e informes a fin de confundir y engañar tanto a médicos como a pacientes; así como la necesidad, en definitiva, de un mayor control para evitar prácticas poco éticas por parte de corporaciones que solo persiguen incrementar su beneficio.

Por último, también es significativo desde la óptica jurídica cuestionarse como el éxito de un medicamento adictivo, claramente nocivo para la salud, y causante de decenas de miles de muertes, provoca, por los beneficios que reporta a la compañía, la pérdida de visión ética por parte de los administradores y directivos de ésta última, hasta el punto de ocultar pruebas, promover cambios en el órgano de administración para eludir responsabilidades o faltar a sus deberes de diligencia, infringiendo la ley a sabiendas. Y todo ello con el fin de afianzar su poder e influencia e en el órgano de administración (el éxito del medicamento conllevó un cambio en la presidencia del grupo) y sus beneficios, aludiéndose constantemente no a la responsabilidad social que una empresa debe perseguir, sino a los dividendos que la compañía va a repartir a los distintos socios integrantes de la familia Sackler.

Como apunte final, indicar que ante el aluvión de demandas de responsabilidad civil por los efectos de su medicamento Oxycontin, recientemente Purdue Pharma se ha declarado en bancarrota y la familia Sackler ha propuesto a los demandantes la entrega de los activos de la compañía, valorados en 12.000 millones de dólares, a cambio de inmunidad para los miembros de la familia y sus patrimonios personales. Último episodio de esta triste historia.

Jose Luis Luceño Oliva, profesor de Loyola Másteres.

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