20 años del euro y de identidad europea
Hoy se están adoptando medidas que parecían muy lejos hace solo unos meses y que acercan Europa a la unión fiscal
Aunque el euro es la moneda oficial de las instituciones europeas desde 1999, los ciudadanos de la eurozona, entre ellos los españoles, no dispusimos físicamente de esta moneda hasta el martes 1 de enero del año 2002. Ese día muchos europeos, atraídos por la novedad, acudimos a los cajeros automáticos de los bancos para tocar y disponer de los primeros billetes de euro. Días antes habíamos tenido la oportunidad de conseguir algunas monedas de euro mediante la adquisición en las entidades bancarias del llamado euromonedero, dispuesto para familiarizar al público con las nuevas monedas, facilitar su canje y poder efectuar pagos en euros los primeros días del año.
El euromonedero valorado en 12,02 euros se cambiaba por 2.000 pesetas. Los ciudadanos perdían algo más de 4 céntimos de pesetas en el cambio. Una pérdida irrelevante, pero que algunos interpretaron como el primer paso de algunos abusos en los cambios de moneda que irritarían a parte de la población al ver en el euro un factor provocador de inflación en nuestra economía. Uno de esos abusos afectaba a los pagos en máquinas automáticas y merece que sea explicado tal como lo experimentaron los ciudadanos. En los primeros días de enero al llevar el automóvil a un túnel de lavado los ciudadanos se encontraban con la sorpresa de que la máquina de lavado, en lugar de aceptar las 4 monedas de 100 pesetas habituales, pedía introducir 4 monedas de euro por realizar el lavado del coche, lo que significaba pagar 665,544 pesetas. Es decir, el precio del servicio se había incrementado en un ¡66,386%! La inflación que nunca quisieron reconocer las autoridades existió, por lo menos en la percepción de los ciudadanos, ¡por mucho que el responsable del túnel de lavado explicara que ahora ponían más jabón!
Al margen de estos percances debe reconocerse que la logística del cambio de monedas fue un total éxito. La utilización del euro se realizó en los 12 países de la eurozona y durante un período de tiempo más corto del previsto coexistió con las anteriores monedas nacionales. El 3 de enero, el 96% de los cajeros automáticos de la zona euro ya dispensaron billetes de euros y, cuatro días después, la mitad de las transacciones en efectivo se hizo en euros. Salvados los detalles de su puesta en circulación, hay que subrayar que la implantación del euro ha sido uno de los hechos mas significativos e importantes del proceso de integración europeo, sin duda alguna el paso más atrevido del largo proceso de integración europea iniciado en 1950 con la fundación de la Comunidad europea del carbón y del acero.
La moneda única ha aportado a nuestra economía gran parte de las ventajas que se anunciaron con su llegada. El euro es responsable de una larga etapa de estabilidad económica, de baja inflación y ha facilitado el acceso al crédito como nunca se había conocido, especialmente en los países periféricos de Europa. La estabilidad monetaria que ha acompañado la implantación del euro ha acabado con la utilización de la inflación como medio para solucionar los desequilibrios internos y, especialmente, usar la emisión de moneda como vía de financiación de los déficits públicos. Atrás quedan épocas de turbulencias monetarias, devaluaciones y diferenciales de inflación que distorsionaban el mercado interior europeo.
El camino no ha sido fácil, ni lo será en el futuro hasta que no dispongamos de una auténtica unión económica y monetaria. Hemos vivido y seguiremos viviendo épocas de grandes dificultades económicas. En el ecuador de este periodo vivimos la mayor recesión de las economías occidentales ocurrida desde el año 29 del siglo anterior. La crisis fue de tal envergadura que llegó a poner en peligro la supervivencia del euro. Sin haber superado totalmente la crisis financiera de finales de la primera década, y rozando el 20 aniversario, los países europeos están sufriendo una crisis sanitaria que está teniendo profundas repercusiones económicas.
Sin embargo, al contrario de lo ocurrido en la crisis anterior, las autoridades políticas y económicas de la Unión Europea están actuando con mayor coordinación y valentía en buscar salidas a la crisis. La suspensión inmediata de las reglas de disciplina fiscal, la aprobación de ayudas dirigidas a superar la crisis económica causada por el virus y especialmente la aprobación de un plan de recuperación y resiliencia (Next Generation UE) son muestra de ello.
Se están tomando medidas que parecían muy lejos de adoptarse hace tan solo unos meses y que nos acercan a una unión fiscal. Probablemente, sea una afirmación muy optimista, pero se están dando pasos, que animan a especular en esa dirección. Esta vez el euro no peligra y está mostrando un aspecto de unidad y estabilidad que permite afirmar, en su 20 aniversario que, ahora sí, el euro es mucho más que una moneda, es una parte de la identidad europea.
Agustín Ulied es Profesor colaborador del Departamento de Economía, Finanzas y Contabilidad de Esade. Vicepresidente del Consejo Catalán del Movimiento Europeo