Una planificación desequilibrada en la financiación de las pensiones
La situación de las empresas no es la mejor para capitalizar fondos a sus trabajadores
La normativa combinada que el Gobierno está promoviendo para la sostenibilidad de la protección económica de la vejez encuentra cada día, bien por la aparición de estudios técnicos que cuestionan la veracidad de las estimaciones gubernamentales, bien por la constatación de hechos, más evidencias de su vulnerabilidad. No se trata de reformas cerradas, pero lo expuesto hasta ahora cuenta con muy poco respaldo intelectual acerca de la viabilidad pretendida, tanto en lo referente a la eliminación de los números rojos del sistema de pensiones como a la disponibilidad futura de recursos para hacer frente a ulteriores déficits.
Un informe publicado ayer por Fedea insiste en ambas fallas de la normativa del Gobierno: ni hay solución consistente a las cifras de déficit, ni considera que la sobrecotización de 0,6 puntos endosada casi en exclusiva a los empresarios pueda soportar el incremento esperado del gasto a partir de 2032. De hecho, cree que la primera de las consideraciones (la persistencia del déficit) impedirá la acumulación esperada por la segunda, ya que los recursos se irán consumiendo por necesidades de la caja. Cuestiona también el atributo de la equidad de un fondo que financian los más jóvenes para costear pensiones de una generación más madura, aunque a fin de cuentas la propia naturaleza de la Seguridad Social lleva implícita esa especie de pirámide financiera en la que cada generación financia el retiro de la precedente.
Pero a esta acumulación de informes críticos con el Mecanismo de Equidad Intergeneracional se suman los cambios radicales en la fiscalidad del ahorro para la vejez, que han tenido ya consecuencias severas en el primer año de la reforma. La fuerte reducción de las aportaciones susceptibles de deducción en los fondos de pensiones individuales (a los 2.000 euros en 2021 y hasta los 1.500 euros este año y siguientes) ha provocado un fuerte descenso en la entrada de recursos en este tipo de fondos (se ha reducido a la mitad), y ha provocado que por vez primera desde que existen la industria haya tenido reembolsos netos, ya que el rescate por parte de los partícipes que llegan a la edad de retiro ha mantenido su avance vegetativo.
Se trata de una señal peligrosa, ya que el pretendido trasvase del ahorro en planes individuales hacia los de empleo, incentivado con deducciones generosas a estos últimos, no se ha producido por varios motivos de complicada resolución. Primero, porque el gran plan de promoción pública y gestión privada anunciado por Escrivá sigue en el limbo y no puede funcionar como sustitutivo en tiempo real del modelo privado; y segundo, y más importante, porque la situación de las empresas, agobiadas de costes, no es la mejor del mundo para capitalizar fondos a sus trabajadores.