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Contante y Sonante
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La gran banca aún cree en la posibilidad de nuevas fusiones

Los runrunes en Unicaja benefician a los políticos y a otras entidades financieras, que también tienen lo suyo en casa

Comienzo de año con nuevos objetivos, y deseos de que todo vuelva a la normalidad, a esa precovid que ahora tanto añoramos. Para los bancos 2022, inicialmente, se presenta incluso mejor que en 2021, con buenas perspectivas en Bolsa, y con un impulso en una parte importante de su negocio, influenciado por el crecimiento de la economía, pese a que la inflación parece que frenará parte de la expansión del consumo y los tipos de interés sigan en negativo. Con todo, la competencia entre las entidades financieras seguirá siendo la protagonista de sus estrategias, que en gran parte buscarán traspasar el ahorro de los españoles en forma de depósitos a fondos de inversión, producto que volverá a tomar impulso.

Según los últimos datos del Banco de España publicados la semana pasada y correspondientes al pasado mes de noviembre, el ahorro en forma de depósitos que las familias residentes en el país guardan en los bancos volvió a aumentar en torno al 5% interanual y sumó 943.700 millones de euros, la cifra más alta de la serie histórica. Este incremento, del 4,8%, equivale a 43.300 millones de euros en los últimos 12 meses, una tendencia que se viene observando desde el inicio de la pandemia, ya que los hogares han optado por ahorrar más y gastar menos.

Asimismo, los depósitos contratados por las empresas aumentaron un 3,1% en noviembre respecto al mes anterior, después de bajar en octubre frente a septiembre, lo que significa que en un solo mes guardaron 9.400 millones, no tan lejos de los 12.500 millones depositados en todo un año. El ahorro de las empresas en este apartado no sigue una trayectoria tan marcada como la de los hogares, debido a que tienen que atender sus necesidades de liquidez para poder seguir funcionando, y más en los últimos tiempos, marcados por la incertidumbre derivada de las restricciones a la actividad económica y al consumo impuestas por las sucesivas oleadas de la pandemia, según explican los expertos.

De esta forma, la banca privada vuelve a recrudecer su competencia a la caza de estos más de 900.000 millones de euros que se encuentran depositados en la banca tradicional.

Las fintech también han comenzado a dar sus codazos para hacerse más fuertes en el mercado financiero español, sobre todo por parte de los neobancos. Precisamente, alguno de estos bancos online darán en los próximos días alguna sorpresa en el sector, con su salto a convertirse en una entidad financiera con licencia bancaria en el país.

Al final, desaparecerán los presidentes ejecutivos e incluso alguna que otra entidad

Aunque no en todos los casos su apuesta por crecer en varios países y rápidamente se ha convertido en una histporia de éxito. N26, por ejemplo, ha cerrado su plataforma en EE UU y en Reino Unido en el último año. En UK el Brexit ha sido el detonante de su salida del país, mientras que en Estados Unidos, se debe a la baja aceptación que tuvo su entrada en el gigante norteamericano, razón por la que ha optado por concentrarse en Europa continental, y dejarse de aventuras de expansión hasta nuevos tiempos.

Volviendo a la banca tradicional, el mercado no solo no da por cerradas laas fusiones, sino que parece que los propios grupos mantienen en sus cajones nuevas posibilidades de crecer con operaciones corporativas, sobre todo, la gran banca.

La fusión de BBVA y Banco Sabadell sigue siendo una apuesta en la mayoría de los bancos de inversión. Incluso en el propio gigante presidido por Carlos Torres se mantienen estos planes sobre la mesa, en espera de una posibilidad.

Santander aún está en fase de digerir la absorción de Banco Popular, aunque el empacho de esta operación se encuentra en su fase final. El banco que preside Ana Botín se ha dado este año, 2022, para concluir su ingesta definitiva, mientras sigue acechando al mercado. No hará ninguna operación corporativa en España o en Europa, en los próximos 12 meses, pero no deja de observar los movimientos de sus rivales por si es necesario dar su giro a su hoja de ruta actual. Así lo hizo en 2017, cuando adquirió Popular por un euro, y se le escapó en cuestión de horas Unicaja, que decidió salir a Bolsa, pese a que Santander ya tenía escrita incluso la nota de prensa para absorber al banco malagueño.

El presidente de la Fundación La Caixa y de Criteria, Isidro Fainé, logró culminar en 2021 su sueño, colocar la estrella del ahorro de Miró, símbolo de la entidad, en lo más alto de Madrid, en las Torres Kio, tras absorber a Bankia. Y es que la paciencia y el saber hacer tiene sus recompensas. 20 años ha tardado Fainé en lograr su objetivo, que La Caixa se haga con la antigua Caja Madrid, pero al final lo ha conseguido.

Cuando empezó la crisis financiera, La Caixa, ahora CaixaBank, decidió no apresurarse a cazar una de las antiguas cajas de ahorros con problemas. Su objetivo era más a largo plazo. Era convertirse en el paraguas salvador de un sector en decadencia, y así ha sido, aunque en el puzzle financiero español quedan todavía algunas entidades que en un futuro a medio o largo plazo podrían ser también objetivo de nuevas operaciones corporativas, entre ellas Ibercaja, que tiene la casi obligación de salir a Bolsa este año, y Unicaja, sumida ahora en un runrun de especulaciones motivadas por fuerzas políticas a las que les convienen el ruido, y alineadas por un consejo de administración no todo lo cohesionado que tenía que estar tras la unión de Unicaja y Liberbank.

Mientras se siga hablando en la entidad de dos bandos la cosa no irá bien. Pese a que el negocio no se resienta ahora de estas diferencias, la gobernanza sí, algo que tiene muy en cuenta el BCE.

Pero siempre está alguno de los grandes bancos mencionados dispuestos a aportar la solución a esta desunión en el consejo, llevar a cabo otra fusión para que el grande se coma al más pequeño, y el problema se termina. Y, según apuntan varias fuentes financieras, esta solución puede que sea solo cuestión de tiempo si no se pone fin a la existencia de dos bandos.

Y por cierto, el BCE tiene entre sus objetivos para este año mejorar la gobernanza de la banca. Al supervisor europeo siguen sin gustarle los presidentes ejecutivos, y en España quedan aún algunos, como Torres, Botín y Manuel Azuaga (presidente de Unicaja). También está José Ignacio Goirigolzarri, pero en este caso sus funciones ejecutivas son más de tarjeta que de poder. Eso sí, la regulación española permite la figura de presidente ejecutivo. A ver cómo se soluciona esta situación.

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