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Canarias

Las islas exhiben dinamismo demográfico, pero afrontan las consecuencias de la mala planificación

El colapso en las zonas más pujantes y el declive de la población en varias islas son retos urgentes, según los expertos

Calle en Santa Cruz de Tenerife
Calle en Santa Cruz de TenerifeGetty Images

El crecimiento demográfico de las Islas, la tercera comunidad autónoma española con mayor densidad de población, responde a unas coordenadas que podrían definirse como la paradoja de Marie Kondo. Por un lado, supone un factor de dinamismo económico que aleja a las Islas del malestar crónico que expresa en el ámbito estatal la España Vacía. Por otro, supone la presencia de problemas estructurales: el primero, el hecho de que la población crece en unas islas del Archipiélago, pero no en otras; el segundo, que la presión demográfica en las áreas metropolitanas de Gran Canaria y Tenerife, así como en las zonas turísticas, supone inconvenientes de relevancia en la gestión de las infraestructuras y los servicios básicos; en tercer lugar, hace años que en las islas convive la presión migratoria derivada del modelo económico terciario con la cronificación de elevadas tasas de desempleo. Aun así, el diagnóstico de los expertos es unánime: mejor vivir con vitalidad demográfica que lo contrario.

“Canarias es un desastre planificador, pero eso no es culpa del crecimiento poblacional, sino la consecuencia de una mala gestión del medio y largo plazo”, afirma Juan José Hernández, secretario técnico del Colegio de Economistas de Santa Cruz de Tenerife. Él alude a la célebre influencer japonesa como abstracción de lo que ocurre en las Islas: “En Canarias no hay saturación poblacional, lo descubriríamos si viniera Marie Kondo a enseñarnos que hay espacios infrautilizados en nuestra casa, que en este caso es el Archipiélago”. El economista insiste en que “las limitaciones vienen de nuestra gestión, de la falta de planificación en el urbanismo, en las infraestructuras deficientes, y nada de eso tiene que ver con nuestra capacidad de carga”.

Por otro lado, la presión demográfica se manifiesta de modo diferente en las distintas islas: las tres orientales y Tenerife, al alza; las tres islas occidentales, estancadas o la baja, con La Palma en el centro de los temores tras el golpe que ha supuesto la erupción volcánica en Cumbre Vieja. “Canarias no tiene un problema de crecimiento excesivo de población, lo tiene de polarización en las tendencias por islas; ahí están los casos de La Palma, El Hierro…”, afirma José Miguel González, economista de la CEOE de Tenerife y experto en el mercado laboral, quien considera urgente arbitrar “medidas fiscales y un esfuerzo en la formación para incentivar la actividad económica en las islas occidentales”.

José Miguel González coincide con su colega Hernández en el rechazo de toda medida correctora a la baja del crecimiento poblacional en las Islas, “porque prefiero vivir donde hay vitalidad demográfica que en el estancamiento”. Eso sí, llama la atención sobre la pérdida de convergencia de Canarias en el concierto europeo, paralela a un crecimiento demográfico que ha situado a la comunidad autónoma en el séptimo lugar del ranking regional español (2,24 millones de habitantes al finalizar 2020, ya por delante del País Vasco (2,18 millones) y no lejos de Castilla y León (2,38 millones y en tendencia descendente). “La pérdida de convergencia sí es preocupante y nos obliga a defender las herramientas europeas de cohesión y nuestra condición de región ultraperiférica”, subraya.

Y al final de la reflexión sobre el paisaje demográfico de Canarias, aparecen dos variables: densidad de población e inmigración. Sobre este aspecto, tercia el vicepresidente de la Confederación Canaria de Empresarios, José Cristóbal García: “Nuestro modelo económico atrae población, sobre todo de la Unión Europea con idiomas, y también latinoamericanos, pero menos que en otros territorios de España. Es lo que permite mantener la población en las Islas, porque el crecimiento vegetativo de la población autóctona ya es negativo, y esto sí es una novedad en Canarias”. Para el economista grancanario, este es un hecho positivo, “porque no puedes crecer económicamente sin empleo, y para generar oportunidades necesitas población con la voluntad de trabajar”.

En cuanto a la densidad de población, en las Islas asciende a 301 habitantes por kilómetro cuadrado, prácticamente idéntica a la del País Vasco (302) y solo por detrás de la líder, Madrid (841). Baleares, por ejemplo, tiene una densidad poblacional de 241 habitantes por kilómetro cuadrado. “Pero nada de eso justifica una ley de residencia, porque cerrar la verja sería un disparate; tampoco es cierto que los foráneos vengan a ocupar los trabajos que los canarios no quieren. El hecho de que la tasa de empleo entre los inmigrantes sea más alta que entre los canarios de nacimiento nos tiene que hacer reflexionar sobre nuestras políticas de empleo, porque parece que los venidos de fuera se amoldan mejor al mercado de trabajo”, dice Juan José Hernández.

Así lo confirman los datos: Canarias tiene una tasa (baja) de empleo del 41% sobre su población, pero tienen empleo el 39% de los españoles, el 53,6% de los comunitarios residentes y el 52% de los no comunitarios que viven en Canarias, según un estudio elaborado por el economista Dirk Godenau, de la Universidad de La Laguna, para el Observatorio de la Inmigración de Tenerife.

Datos para el debate

Tendencia al alza. La población de Canarias creció en 296.200 personas entre los años 2006 y 2019, de los cuales 178.200 fueron de nacionalidad española (60,2%), 68.000 extranjeros con pasaporte de la Unión Europea (23%) y 49.800 no comunitarios (16,8%), según un estudio del profesor Dirk Godenau.

Dualidad en el empleo. Según dicho estudio, los trabajadores foráneos soportan peores condiciones laborales que los españoles, tanto en salario (21.312 euros anuales para los españoles, 15.648 para los extranjeros) como el temporalidad de los contratos de trabajo (28,6% y 43,3%, respectivamente).

No hay competencia entre grupos. "Gran parte de la inserción laboral de las personas inmigrantes tiene carácter complementario a la oferta de los nacionales y se recurre a ella en momentos de fuerte expansión de la demanda de trabajo", afirma el trabajo elaborado por el docente de la ULL.

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