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A fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Crisis de suministros: la ventaja de las empresas que persisten

La economía productiva de Occidente está ahora en un jaque logístico que solo unos pocos están pudiendo soportar de manera más o menos efectiva

CINCO DÍAS

La crisis actual de suministro alrededor del mundo es una clara consecuencia de la globalización, y no es ningún secreto. Se trata de una crisis que, como en una cascada, afecta al aumento del coste de materiales y componentes, pero que directamente acaba incidiendo en complicaciones logísticas y, por ello, limita la cantidad de unidades disponibles. Ataca a nuestra empresa como a tantas de la economía mundial, pero especialmente impacta de forma directa al mundo empresarial de Occidente, que se encuentra ahora en una situación delicada y de difícil solución.

Durante más de dos décadas, las firmas más pujantes del hemisferio occidental han aprovechado al máximo las ventajas de reducción de costes directos de fabricación que ofrecía la globalización, y han podido así aumentar su crecimiento hasta cotas nunca vistas. Han estado produciendo en aquellos territorios del planeta con costes de mano de obra y obtención de materiales más competitivos, o aprovisionándose directamente de sus fabricantes locales. La contrapartida ha sido depender en exceso de las circunstancias de estos territorios o la relación con los mismos, que han acabado por incidir hoy en todo su abanico productivo y logístico. Así, precisamente lo que antes tenía un claro rendimiento y unos resultados más que positivos ha acabado desembocando en una pesadilla de falta de stock y retrasos interminables.

Este fenómeno ha tenido una especial incidencia en los sectores con mayor volumen de negocio: primero aquellos relacionados con la alimentación y la moda, pero a ellos han seguido otros como los de base tecnológica, que para muchos son la principal víctima del problema actual. La crisis es hoy especialmente acusada desde este ámbito hacia la práctica totalidad de los mercados, por su profunda integración en ellos, de una u otra manera. Pareciera difícil creer hace unos años que un problema logístico de tal magnitud podría ocurrir, y sin embargo toda la economía productiva de Occidente está ahora en un jaque logístico que solo unos pocos están pudiendo soportar de manera más o menos efectiva.

Pero ¿qué se puede hacer? Es la pregunta del millón. Una solución seria y consecuente, a medio y largo plazo, debería pasar por la reindustrialización de la actividad productiva en el mundo occidental. La deslocalización de la producción industrial en Europa y Estados Unidos que había avanzado durante décadas sin freno se encuentra, de pronto, en un callejón sin salida y toca desandar el camino recorrido. Esto no solo implica volver a traer aquellas líneas productivas que un día se fueron para –aparentemente– no volver, sino que también significa refundar en el mundo occidental procesos fabriles del todo inexistentes hoy en día, como la fabricación de microchips y otros componentes tecnológicos básicos necesarios para la práctica totalidad del tejido industrial actual.

¿Funcionará? Otra gran cuestión que orbita en toda esta problemática y que no se responde con un sí o un no. Para poder ser realmente competitivos, tanto desde el punto de vista tecnológico como por lo que respecta a los conocimientos concretos y la propia economía de cada empresa, es necesario un largo proceso de maduración y generación de know how propio. Se trata de un reto ingente, con implicaciones que ahora solo podemos atisbar, pero absolutamente imprescindible para el futuro de la economía occidental y, en definitiva, mundial.

¿Habrá una vía más rápida? Siempre existe un atajo, por supuesto, pero en este caso quizá resulte aún más costoso de llevar a cabo: aceptar entrar en una subasta de precios con el fin de garantizar la disponibilidad de componentes y la preferencia de envíos. ¿Posible? Sí, pero a un precio descomunal; un precio que, en pocos casos, podrá cubrirse con un incremento de coste para los clientes de estas firmas. Si esta es la opción por la que hay que optar, será un difícil trago que se atascará en más de una garganta.

La solución más evidente, a pesar de las dificultades, dependerá de la capacidad de las empresas de poderse aprovisionar con suficiente anticipación. Esto será lo único que permita, en este tiempo de cambio, negociar los precios de compra de la forma más favorable (en el momento oportuno y para volúmenes suficientes que incrementen este poder de negociación), gestionar la logística de aprovisionamiento sin presión temporal y optimizando lotes y canales, y fabricar contra stock más que contra comanda, diferenciándose por la capacidad de entregar producto propio en plazos realmente cortos.

Sin embargo, quizás las empresas con más necesidad para resolver este dilema fundamental de futuro son también aquellas inmersas en sectores muy competitivos, sea por su naturaleza tecnológica o por estar situadas en sectores más tradicionales pero con gran volumen de negocio. Normalmente estas están endeudadas financieramente, sea para soportar su crecimiento o para sufragar el enorme volumen de circulación que deben gestionar. Y es que aunque hoy el coste del dinero es bajo, la capacidad de deuda de estas empresas ha llegado claramente a un límite difícilmente sostenible.

Son pocas las firmas que, por otro lado, sustentan su crecimiento en la reinversión mayoritaria y directa de los resultados generados. Empresas muy poco o en absoluto endeudadas, con capacidad para llevar a cabo un esfuerzo financiero adicional con tal de seguir una estrategia de incremento deliberado de stock de componentes y materias primas. Empresas de mentalidad industrial, crecimiento sostenido y reversible –si fuera necesario– en un momento concreto.

Son estas las que, a corto plazo, pueden resolver satisfactoriamente el reto de la escasez de componentes. Quedan pocas, ciertamente, pero aún hay algunas que persisten.

Antoni Grau es Director de desarrollo corporativo de Circontrol

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