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El Foco
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El dato acude al rescate del sector agroalimentario

La agricultura de precisión cambiará la relación con el campo al hacerla más eficiente, sostenible y competitiva

CINCO DÍAS

Somos casi 8.000 millones de personas en el mundo, y según los expertos nos acercaremos a los 10.000 millones en 2050. Con una superficie cultivable limitada y expuestos a condiciones climáticas cada vez más extremas, producir alimento suficiente para abastecernos es un desafío de escala global. Una amenaza más patente que nunca si tenemos en cuenta que la vulnerabilidad del sistema se ha puesto de manifiesto en la crisis sanitaria y de abastecimiento. Hasta ahora, el sector agroalimentario está respondiendo de manera intachable, pero necesitará refuerzos para afrontar el futuro y poder aportar las soluciones necesarias.

Nos encontramos ante un sector de suma importancia para nuestra estabilidad económica y que en 2020 aportó a la economía española 100.000 millones de euros, el equivalente al 9,7% del producto interior bruto. Sin embargo, es al mismo tiempo un sector vulnerable. Según datos del directorio central de empresas del INE, el 95% de las empresas del sector agroalimentario español son pymes, de las cuales el 80% tiene menos de 10 trabajadores.

Uno de los principales retos a los que se enfrenta el sector primario es asegurar el suministro de alimentos a una población que no deja de crecer. Al mismo tiempo, el aumento de producción debe convivir con el cumplimiento de las ambiciones expresadas en el Pacto Verde de la Unión Europea, en el que se enmarcan las iniciativas Farm to fork. Los objetivos de sostenibilidad ambiental son tremendamente ambiciosos, incluyendo una reducción de la aplicación de fitosanitarios en un 50% para 2030.

Para hacerlo viable sin dañar los otros dos pilares de sostenibilidad –social y económica– es necesaria una fuerte apuesta por la modernización y la tecnología. Sí que es posible encontrar medidas en las que convergen los tres círculos de sostenibilidad, y casi siempre implican investigación, desarrollo y tecnología. Por poner un ejemplo, un equipo capaz de detectar plagas a nivel de planta y aplicar fitosanitarios de manera autónoma con altísima precisión podría reducir la aplicación en más de un 80%. Esto implicaría una importante reducción en los costes de producción, además de una mejora obvia en la calidad del producto final.

Recientemente el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación ha aprobado dos reales decretos para poner a disposición de los agricultores 345 millones de euros de ayudas procedentes de los fondos Next Generation, orientados específicamente a la transformación ambiental y digital del sector. Contar con el apoyo del Gobierno para dotar tecnológicamente al sector representa el comienzo de un proceso de cambio que debe culminar con la digitalización total del sector agrario.

Buena parte de esta transformación y estos fondos orbitarán en torno a la incorporación de la inteligencia del dato, la llamada agricultura de precisión. La información que proporciona la inteligencia integrada en la maquinaria agrícola supondrá una revolución sin precedentes. Un cambio que necesariamente involucrará al agricultor, sus conocimientos, su relación con el campo, su forma de entender el proceso productivo o sus criterios de decisión.

La analítica de datos arroja información precisa para conocer el estado óptimo del cultivo y tomar decisiones inteligentes, que al final impactan en una reducción de las aplicaciones y de los costes de producción. Otro ejemplo más de sostenibilidad 3D: menos impacto ambiental, menor coste de producción, mayor calidad final. Por otro lado, esta información contribuye a automatizar procesos y optimizar la capacidad productiva. Como consecuencia de la mejora de las condiciones del trabajo en el campo, hay una visión más optimista de la vida en el entorno rural, donde el trabajo que se lleva a cabo genera resultados económicos suficientes para vivir, contribuyendo a paliar el éxodo rural del pueblo a la ciudad.

Esta tecnología está pasando de estar reservada a unos pocos a convertirse en un elemento al alcance de las explotaciones agroalimentarias más humildes. Hoy basta con un smartphone para utilizar las prestaciones básicas de la agricultura de precisión. Es por ello que el verdadero desafío no está en la capacidad de innovación o en los costes. La clave está en tumbar prejuicios e ideas obsoletas, a menudo asociados a cuestiones culturales o generacionales, y superar la brecha digital de los agricultores más experimentados, las explotaciones más tradicionales o las empresas más modestas.

El de los datos será el lenguaje de las generaciones de agricultores llamadas a heredar y modernizar su empresa familiar. Pero no podemos esperar a que se produzca el relevo generacional. Necesitamos que nuestras empresas agroalimentarias hablen ya este lenguaje. La información que proporcionan los datos debe ser interpretada para conocer lo que sucede en el campo y tomar mejores decisiones.

Los datos son un salvavidas para el negocio de estos agricultores y ganaderos, pero también para buena parte de nuestra economía y bienestar. La agricultura de precisión brinda la posibilidad de cambiar nuestra relación con el campo, haciéndola más eficiente, más sostenible y más competitiva. Una revolución similar o incluso superior a la que vivimos cuando cambiamos las mulas por los tractores.

Eduardo Martínez de Ubago es Director de negocio de John Deere Ibérica 

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