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Editorial
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El Gobierno debe tomar nota del baño de realismo macro de Bruselas

CINCO DÍAS

El Gobierno se ha quedado solo en lo que respecta a sus férreas previsiones macroeconómicas frente a los recortes que han realizado en los últimos tiempos el FMI primero, y ahora la propia Comisión Europea. Bruselas atestó ayer un severo golpe a las cifras de la economía española al recortar en 1,6 puntos porcentuales su anterior cálculo de crecimiento para 2021, hasta dejarlo en el 4,6%, y en ocho décimas el de 2022, que se sitúa en el 5,5%, mientras limita al 4,4% el avance para 2023. España, el país más golpeado por la pandemia en términos económicos, abandona así los puestos de cabeza en el ritmo de recuperación para situarse por debajo del avance medio europeo este año, que será del 5%. Aunque en 2022 solo sería superada por Croacia y batiría la media europea, se queda a la zaga de la recuperación y será la última en retomar el nivel de PIB precrisis, algo que no sucederá hasta el primer trimestre de 2023. Bruselas advierte, en cualquier caso, de lo frágil de unas previsiones realizadas en una coyuntura de elevada incertidumbre, en la que solo los números del Gobierno español parecen resistir inmutables el embate de los factores de riesgo.

Ninguno de esos factores puede minusvalorarse. Por un lado está el preocupante aumento de la inflación, que en octubre experimentó el avance mensual más vigoroso desde 1981 en tasa interanual, un 5,5%, y se ha situado en un valor desconocido en los últimos 30 años. Por otro, el rally de la electricidad, el gas, el petróleo y el resto de materias primas, a las que hay que unir la crisis de las cadenas de suministro, que está provocando alzas en los precios y tensionando toda la cadena de producción con consecuencias inciertas en cuanto a duración y gravedad.

Las cifras que presentó ayer Bruselas constituyen un baño de realismo para una economía todavía dañada por el azote de la pandemia –como evidencia, por ejemplo, unos resultados de la temporada turística estival por debajo de las expectativas del sector–, pero también un toque de atención sobre la necesidad de estar preparados para unos próximos meses que no serán fáciles y que obligarán a las economías a reformar y flexibilizar en lo posible tanto regulaciones como previsiones. Tras la corrección de los datos macro del INE y los recortes realizados por analistas, servicios de estudios, y ahora la Comisión Europea, el Gobierno no puede seguir manteniendo una hoja de ruta construida sobre cifras desactualizadas y que solo se justifican por el afán de mantener un discurso atractivo. Dado que la recuperación no parece estar a la vuelta de la esquina, cuanto antes se empiece a trabajar con cifras fundamentadas mejor será para España y su economía.

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