Los desastres de Biden: el pueblo afgano, la distribución y las TIC chinas
Las últimas encuestas en EEUU dan un saldo neto negativo sobre su gestión y crece la idea, entre los demócratas, de que Kamala Harris asuma el poder
Los índices bursátiles norteamericanos están disparados y los talibanes obligan a “entregar a sus hijas en matrimonio con los guerreros”. The Economist, WSJ, CNN y FOX lo han reportado. Son niñas y adolescentes de 10 a 20 años que no tienen alternativa porque como, entre 1996-2001, los talibanes amenazan con ametrallar a su familia, si la niña no se casa con un tirano 30 ó 40 años mayor que ella: consecuencia de la desastrosa forma en que Biden orquestó la acelerada/atolondrada salida americana de Afganistán tras 20 años. Las Bolsas han pasado página.
Debacle, desastre, son habituales palabras del acervo mediático norteamericano: desde el 27 de junio de 1876, cuando la prensa americana y mundial titulaba con esas palabras explicando la masacre de Custer y el Séptimo de Caballería en Little Big Horn. En 1898, los desastres de Cuba y Filipinas acabaron con el imperio español y esas islas se convirtieron en colonias americanas. Pearl Harbour, 7 de diciembre de 1941, “día de la infamia” lo llamó el presidente Roosevelt, fue otra calamidad que llevó a EEUU a entrar en la Segunda Guerra Mundial, transformar su economía en producción y consumo, probar la bomba atómica y convertirse en primera potencia mundial. Las debacles y desastres de Corea (1950-1953), Vietnam (1965-1975), Chile (del marxismo de Allende a la dictadura capitalista de Pinochet), Nicaragua (escándalo Irán-Contra), etc, se enmarcan en la Guerra Fría y no necesitan justificación, desde el punto de vista norteamericano.
Los japoneses no encontraron los portaaviones de la Armada del Pacífico, en Pearl Harbor. Extraño. ¿Justificó la liberación de Kuwait la primera Guerra del Golfo y que América y 60 países invadieran Irak en 1990/91? ¿Qué relación había entre los atentados del 11S de 2001 cometidos por Al-Qaeda y Saddam Hussein de Irak? Saddam fue amigo de América durante su guerra con Irán (especialmente, de Donald Rumsfeld) y enemigo de Al-Qaeda, como lo fue la familia al-Ássad en Siria, hasta hoy. Pero Bush quería invadir Irak y el Congreso le apoyó, con notables excepciones, porque el senador Barack Obama votó en contra. América invadió Afganistán e Irak y se quedó 20 años, hasta que Biden decidió retirarse aceleradamente en agosto de 2021: otra debacle-desastre:
A Biden le puede costar la presidencia, porque el enfado de los americanos con su presidente es muy fuerte y las últimas 22 encuestas publicadas en EEUU dan un saldo neto negativo de la aprobación de su gestión (-11%) y cobra fuerza, entre demócratas, la idea de que Kamala Harris asuma el poder, algo que el propio Biden ha sugerido y que supondría, bien su renuncia, o la aplicación de la vigésimo quinta enmienda de la Constitución.
Desastre y debacle, dicen los retailers, es que Amazon abra centros comerciales físicos tras haberse hecho con el 40% del e-commerce mundial. La asociación de distribuidores de retail de EEUU acaba de publicar la siguiente cifra: durante la pandemia, el 40% de los distribuidores físicos quebró y los activos inmobiliarios serán reconvertidos en escuelas, parkings, oficinas, etc.
Sears y Kodak quebraron porque no se digitalizaron y Amazon les arrasó. ¿Sobrevivirán Bloomingdale’s, Macy’s Nordstrom? Walmart, Target, The Home Depot, Best-Buy han aguantado la competencia de Amazon porque abrazaron la omnicanalidad. Las compañías de entrega en la última milla hacen su agosto: Glovo, Deliveroo y muchas más. El 1 de septiembre Walmart anunció que contratará a 20.000 personas para esas labores, y logística y cadena de suministro. El mismo día, Fortune y el WSJ reportaban que Walmart es la firma más grande del mundo, con ventas de 559,151 millones de dólares en 2020, mientras que Amazon se sitúa en tercer lugar con 386.064 millones. Aunque Amazon supera en beneficios a Walmart: 21.331 millones (+84%), la primera, vs 13.510 (-9,2%) la segunda.
El miedo del retail físico a Amazon es fundado: tras acabar con la mayoría de librerías físicas del mundo (Borders quebró en 2011 y Barnes & Noble pasó de 12.000 librerías a 800 de 2010 a 2020), Amazon, el rey del libro electrónico, abrió librerías físicas en 2015 y, después, supermercados y tiendas de proximidad (Amazon Fresh, Amazon Go). También compró Whole Foods y, desde 2013, es dueño del Washington Post. Tras Richard Branson (Virgin Galáctic), Jeff Bezos también voló al espacio con Blue Origin y ahora está enfadado porque la NASA ha otorgado un contrato a SpaceX (Elon Musk) para fabricar vehículos lunares. La sostenibilidad arrasa y el MSCI mejora el rating ESG de Cellnex Telecom en EEUU.
Digitalización, cloud computing, IA, big data, 5G y 6G, quantum computing son inevitables, al igual que la onmicanalidad. Amazon, con Microsoft, Google, Apple, Facebook, es líder en esos campos y las autoridades de la competencia americana no consiguen meterlas en vereda. Al contrario: antes del verano, Biden estaba enfrentado con sus TIC. En septiembre, les ha pedido ayudar para luchar contra China en ciberseguridad.
China, una dictadura comunista, sí ha conseguido dominar sus empresas tecnológicas, que han perdido 1 billón de dólares en Bolsa desde principios de año: Tencent (WeChat), ByteDance (TikTok), Ant (Alibaba), Huawei, Xiaomi, Pinduoduo… El partido quiere: 1) controlar los datos de los clientes, pasándolos de manos privadas a estatales; 2) redistribuir riqueza y que los billonarios TIC “voluntariamente donen” billones a los más pobres; 3) aplicar la doctrina de common prosperity impuesta por XiJinping de capitalismo de Estado más justo, mayor igualdad de oportunidades para todos, fomento de competencia y creación de startups.
Jorge Díaz Cardiel es Socio director Advice Strategic Consultants, autor de El New Deal de Biden-Harris: política económica para el siglo XXI