Los ERE se reducen. ¿Presión de los sindicatos o del Gobierno?
Si este martes, como parece, hay acuerdo entre BBVA y las centrales, muy raro sería que en CaixaBank no se lograse también en los próximos días
Hacía años que el sector financiero no se enfrentaba a un proceso de confrontación tan radical con los sindicatos como el vivido en las últimas semanas. Ni en los dramáticos años de la crisis financiera, entre 2008 a 2018, en la que desaparecieron una parte importante de las entidades bancarias del país -incluso se volatizó todo un sector, el de las cajas de ahorros-, la banca había sufrido una presión similar. Los representantes de la plantilla han puesto en práctica todos los medios a su alcance para frenar los expedientes de regulación de empleo (ERE) que pretende llevar a cabo varios bancos. Pero en esta ocasión, los sindicatos han contado con un destacado aliado, el Gobierno.
La necesidad, según justifican entidades y patronales, incluso el Banco de España, de llevar a cabo ajustes tan elevados de plantilla, que puede terminar con alrededor de 20.000 puestos de trabajo en menos de dos años, y con el cierre de una cifra similar de oficinas, ha medido las fuerzas de la banca frente al Ejecutivo y centrales sindicales.
Han transcurrido más de 30 años desde que no se convocaba una huelga en una entidad financiera y, curiosamente, el miércoles pasado se llevó a cabo una en un banco que siempre había presumido de haberse ganado la paz social con su plantilla, BBVA.
El miércoles los sindicatos midieron sus fuerzas con el banco y, en general, con todo el sector financiero en lo que podía considerarse un aviso para navegantes. “Mirad lo que somos capaces de movilizar en un gran banca. Ojo, esto se puede extender a todo el sector, y eso no es bueno para las entidades en las que los clientes acuden porque confían en su solidez y estabilidad”, parece que era el mensaje de trasfondo de los sindicatos.
Y es que la reputación y la imagen en un banco es crucial para su supervivencia, más cuando la competencia cada vez es más dura y los nuevos actores financieros llegan por y de todos los lados.
Unicaja no descarta un retraso de más de un mes en la autorización de su fusión
Hace algunos años, varios comerciantes y fabricantes españoles pusieron el grito en el cielo cuando precisamente BBVA comenzó a regalar y vender más barato que en una tienda ollas, cacerolas, toallas, cuberterías, etc., si abrías una cuenta o si depositabas tus ahorro en el banco durante un cierto tiempo. Incluso ministros de la época, o conocidos empresarios o personajes públicos reclamaban su regalo en el banco. Las mercancías que vendía BBVA procedían en parte de China, otra no. Pero los fabricantes españoles y los comerciantes lo consideraban competencia desleal.
El creador en los años noventa de esta moda fue BBVA, pero hubo otros bancos que le copiaron.
Ahora los papeles se han invertido. Los bancos ya no quieren el ahorro de sus clientes porque les cuesta dinero y tiempo, mientras que los fabricantes de televisiones, móviles, ollas, cacerolas..., han encontrado en la banca un buen aliado para vender sus productos con financiación. E incluso, pueden acudir a otros proveedores de financiación que ya no son los bancos tradicionales.
Las grandes distribuidoras, operadoras, compañías eléctricas, han decidido unirse a una entidad para financiar sus ventas, lo que supone repartir las ganancias; o han creado sus propias firmas de financiación o bancos, como Orange, que cuenta con su propio banco que puede abrirse a clientes que no tienen porqué ser usuarios de sus móviles.
Los grandes bancos, a su vez, quieren ser también Amazon, Facebook... Todo por ganar clientes, o simplemente por conservarlos. El sector financiero está en plena transformación, aunque todavía no ha encontrado su modelo idóneo. Pero tiene clara una cosa. No necesita tantas oficinas ni plantilla por cuestiones de rentabilidad, eficiencia y por el propio nuevo modelo que pretende implantar. “Si no lo hacemos así estamos condenados a morir. Es cuestión de supervivencia”, pregonan los responsables de la banca.
Pero, como es lógico, la plantilla no está dispuesta a perder su trabajo de un plumazo, como el Gobierno ahora parece que no está dispuesto a que se destruyan miles y miles de puestos de trabajo que no volverán, también de un plumazo. La presión que están ejerciendo ambas partes puede que esté dando resultados.
De momento, BBVA ha reducido los afectados por su ERE en más de 800 empleados, y ha mejorado las condiciones iniciales de su propuesta económica para fomentar las salidas. Aunque siempre ha pasado en una negociación laboral, una parte pide mucho inicialmente y la otra ofrece muy poco hasta que se produce un entendimiento. Pero ahora la cuerda se ha tensado tanto que ha podido romperse, aunque al final no ha sido así y el martes sindicatos y banco llegarán previsiblemente a un acuerdo para la salida de algo menos de 3.000 empleados.
La solución del conflicto en BBVA mete más presión a CaixaBank. Aunque, en su caso, los sindicatos no han convocado huelga, por lo menos, por el momento. CaixaBank ya está marcada con una cruz por el Gobierno al votar en su junta de accionistas en contra de los sueldos de su consejo, entre los que se encuentran el de su presidente, José Ignacio Goirigolzarri, y el de su consejero delegado, Gonzalo Gortázar. El Estado controla el 16% de su capital. Por ello, se espera que sindicatos y entidad lleguen a un acuerdo sobre el número de despidos y de las condiciones laborales este mes. Eso sí, para ello habrá que prorrogar el plazo de las negociaciones que finaliza el próximo día 10 de junio.
Y mientras, otras antiguas cajas de ahorros, Unicaja y Liberbank, están a la espera de las autorizaciones pertinentes para concluir su fusión. Su hoja de ruta marcaba que el proceso estuviera concluido a finales de este mes de junio o a primeros de julio. Pero como ocurrió en el caso de la fusión de Bankia con CaixaBank, todo indica que la creación efectiva de una sola entidad, la nueva Unicaja, se retrasará algunas semanas o incluso un mes más de las previsiones iniciales.
La razón: el exhaustivo análisis que está llevando a cabo Competencia sobre las duplicidades y posibles exclusiones financieras que supone el proceso de integración. Lo mismo que sucedió con CaixaBank. Pero solo es cuestión de tiempo, no hay problemas de fondo. Una vez que la CNMC dé el ok a la operación, eso sí, con los ajustes que fijará, el resto de las autorizaciones serán muy rápidas.