Diplomacia, movilidad y recuperación económica
Los avances en la vacunación, en los tratamientos y en las medidas de contención dibujan un mapa más claro para los flujos internacionales
España es un gigante en la economía de la movilidad. No solo por la movilidad turística, de la que somos una referencia global, sino también por la vinculada a congresos, conferencias o estudios. España viene siendo, de hecho, el principal perceptor de estudiantes Erasmus de Europa, con una media de 50.000 en los últimos años. La economía del turismo por sí sola representa casi el 13% del PIB español y genera más de 2,7 millones de puestos de trabajo en el país. Perder la temporada turística veraniega podría suponer una caída de la actividad de entre 60.000 y 120.000 millones de euros. Para entender la escala de este impacto conviene recordar que la inversión en ERTE en 2020 ascendió a 43.000 millones.
Era por lo tanto inasumible para España perder la temporada turística veraniega del 2021. Y como no podía ser de otra manera, ese objetivo ha guiado los esfuerzos de nuestra diplomacia económica. Lo ha hecho en el plano europeo, donde se ha revisado el marco de gestión de la frontera exterior de la Unión. El día 20 de mayo se produjo, finalmente, la aprobación de los nuevos criterios para la aceptación de turistas extranjeros. Hasta entonces la frontera exterior estaba cerrada a los turistas de más de 180 países. Ahora el umbral para designar países seguros se ha elevado y se ha acordado aceptar a viajeros vacunados. España jugó un papel fundamental en esta negociación, al igual que en el acuerdo para lanzar un certificado digital europeo Covid-19. Está herramienta, que estará lista en el mes de junio, permitirá a los viajeros demostrar con facilidad que han sido vacunados, que tienen inmunidad adquirida, o que son portadores de una PCR negativa.
Gracias a estos acuerdos, el presidente del Gobierno pudo anunciar el 21 de mayo en Fitur la reapertura de España al turismo. A partir del 24 de mayo España aceptará viajeros de todo tipo, incluidos los turistas, de países tan importantes como Australia, Japón o Reino Unido. Solo este último representa cerca del 20% del total del turismo que llega a nuestro país cada verano. Además, a partir del día 7 de junio se podrá entrar en España desde cualquier país del mundo con un certificado de vacunación. El requisito fundamental será tener la pauta completa de una vacuna autorizada por la Agencia Europea del Medicamento o la Organización Mundial de la Salud. Este cambio permitirá a viajeros de Estados Unidos y buena parte de América Latina venir a España. Los menores de edad que acompañen a adultos vacunados podrán entrar aportando una PCR negativa. Queda así dibujado el marco general de movilidad de cara al verano.
Quedan, sin embargo, pasos por dar. Es vital continuar los esfuerzos de vacunación y de mitigación de la pandemia para reducir aun más la incidencia acumulada en nuestro país. Algo que no es solo deseable desde el punto de vista de salud pública, sino también para conseguir que los viajeros con origen en España no tengan que enfrentarse a requisitos sanitarios gravosos al llegar a su destino. Para los flujos turísticos esto es particularmente importante ya que las dificultades en retorno pueden desincentivar los viajes. En este sentido y en el corto plazo, será importante obtener una calificación positiva por parte del sistema británico de evaluación de terceros países; el llamado semáforo británico, en el que España figura en estos momentos en color ámbar. Será también un objetivo de nuestra diplomacia que sistemas como el británico evalúen territorialmente y en base a cifras regionales, y no a través del uso de medias nacionales. Eso podría suponer que comunidades con incidencia baja como Canarias o Baleares, especialmente dependientes del turismo, puedan considerarse ya como destinos seguros.
Otra clave pasa por revisar el umbral que determina la clasificación de los territorios europeos en el semáforo del Centro Europeo de Prevención de Enfermedades (ECDC). El objetivo es ampliar el número de territorios verdes, para los que España no solicita PCR o vacunación en origen. La apertura irá acompañada de un mecanismo de freno de emergencia, con el objetivo de garantizar la máxima movilidad, asegurando a la vez la detección rápida de nuevas variantes preocupantes para evitar su dispersión. En último término, España lidera en la OCDE una iniciativa sobre movilidad que está llamada a ampliar a todo el mundo el impacto del certificado digital Covid 19, y ayudar en la armonización de las medidas en frontera, en especial los protocolos de testeo.
Todo lo anterior puede parecer excesivamente árido o técnico, pero la realidad es que buena parte de nuestra economía depende de cómo se regulen esas cuestiones. El año pasado la movilidad internacional se desplomó entre un 80% y un 90%, lo que afectó enormemente a la economía del turismo y buena parte de los sectores vinculados a ella: la hostelería, la restauración o la cultura. España ha sufrido de manera muy singular esa caída. Nos hemos enfrentado a una crisis sanitaria que se manifestaba económicamente a través de fuertes restricciones a la movilidad. Ahora empezamos a vislumbrar la luz al final del túnel. Con los avances en la vacunación, en el tratamiento de la enfermedad y en las medidas de contención podemos mirar al futuro con esperanza y empezar a dibujar un mapa algo más claro para la movilidad internacional.
Manuel Muñiz Villa es Secretario de Estado de la España Global en el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación