Transformación sostenible: ¿coste u oportunidad?
La economía ecológica abre nuevos caminos de negocio, innovación y crecimiento que resulta clave aprovechar
Europa se ha convertido en uno de los mayores defensores del ecologismo y, cada vez más, se fija objetivos más ambiciosos. En 2014 la Unión Europea acordó reducir las emisiones en un 40% con respecto a los niveles de 1990 para 2030. Hace unos meses, estos países decidieron unánimemente ser más ambiciosos e incrementar esa cifra al 55%. Poco antes de esta medida, el Gobierno español presentó el anteproyecto de la recientemente aprobada Ley de Cambio Climático y Transición Energética (PLCCTE) que para 2030 fija un objetivo de disminución de emisiones del 20% con respecto a 1990 y la neutralidad de carbono para 2050.
Es evidente, por lo tanto, que hay un compromiso necesariamente impuesto a la industria para llevar a cabo una transformación sostenible. El siguiente paso, no obstante, es lograr que el tejido empresarial comprenda la sostenibilidad como una oportunidad rentable, en lugar de un sacrificio inevitable. Porque, efectivamente, la transformación sostenible es también un camino hacia la rentabilidad.
La primera prueba nos la da el comportamiento del consumidor. Según una encuesta del Open Society European Policy Institute, ocho de cada diez españoles creen que “se debe hacer todo lo posible para detener el cambio climático”. A día de hoy, para competir en el mercado, una marca debe ser percibida como sostenible por un consumidor que cada vez tolera menos la falta de compromiso por el medioambiente y busca consumir marcas responsables. Así lo demuestran numerosos estudios: para conseguir fidelizar al consumidor hay que atender a sus valores, aplicar una transformación sostenible y ser transparente con respecto a la misma. Según hemos podido detectar, esta situación se ha agudizado desde el Covid-19, con un 67% de los consumidores que tras la pandemia buscan comprar con mayor conciencia de la escasez de recursos naturales.
Esta tendencia traspasa el B2C y empieza a calar en el B2B: ya empieza a entenderse como requisito que las compañías demuestren tener un objetivo y estrategia claros para alcanzar las cero emisiones netas a la hora de buscar acuerdos entre ellas. En este sentido, es de interés de todos buscar negocios alternativos sostenibles que ayuden a detener el cambio climático y que generen riqueza. Según nuestros estudios, la inversión anual necesaria para fomentar las tecnologías con más impacto climático en la UE será de 144.000 millones de euros anuales. Esto supondrá un enorme esfuerzo, pero tendrá también un impacto positivo: cada euro invertido generará otros nueve de valor añadido y, en total, esto apoyará la creación de cerca de 13 millones de puestos de trabajo.
La segunda prueba es que, bien estudiada e implementada, una transformación sostenible puede reducir costes en producción. Un ejemplo claro es el caso de las empresas de energía y utilities. Según nuestros datos, casi dos tercios (un 64 %) de ellas declaran que han conseguido una mayor facturación gracias a operaciones y ofertas sostenibles, y más de la mitad invierte en, al menos, seis fuentes de ingresos ecológicas. No en vano,
Dicho todo esto, hay todavía un esfuerzo significativo por hacer, por parte de toda la industria, en el que el desarrollo tecnológico jugará un papel fundamental. Las energías renovables son actualmente irregulares y será necesario avanzar en la tecnología de almacenado de energía, de vital importancia para que se produzcan más oportunidades en sostenibilidad. También en el sector del transporte, tendremos que impulsar los vehículos eléctricos y trabajar en reducir las emisiones de la aviación. Energía y transporte son solo dos piezas del puzle: la fabricación de cemento en el sector industrial supone un 2% de las emisiones, lo que nos obligará a apostar por cambios en la producción de este elemento, como el uso de cáñamo y cal. Igualmente, en los últimos años, se ha demostrado las ventajas de la madera con contralaminados multicapa (CLT), que son resistentes, aíslan y permiten mucha flexibilidad en su uso. De la apuesta de las grandes ciudades por reducir las emisiones nacen constantemente algunas de las startups y proyectos empresariales más brillantes de nuestros tiempos, una prueba más de que en la transformación sostenible siempre hay oportunidades.
Las tecnologías de escaneo a través de drones o lidar (Light Detection and Ranging) para generar modelado de información de construcción (BIM) incrementa la eficiencia de la construcción y mejora la sostenibilidad de los edificios a la vez que fomenta el uso de módulos prefabricados y el uso de impresoras 3D. Todo ello reduciría los residuos generados por el sector, con el consecuente ahorro en la producción y, por tanto, generación de emisiones.
Por último, el uso de nuevas tecnologías en el campo también ayudará a frenar el cambio climático. La agricultura 4.0 utiliza la información de meteorológica, visión computacional, IoT e IA para realizar modelos predictivos y tomar decisiones que eviten el gasto de agua, sobre utilización de pesticidas y de fertilizantes que reducen la calidad del suelo. En España, recientemente se ha incorporado el paquete de digitalización al Programa Nacional de Desarrollo Rural (PNDR) para impulsar la transición digital del sector agroalimentario.
Incluso si nos vamos a un momento del proceso de consumo mucho más cercano al cliente, nos encontramos de nuevo la tecnología, como es el caso de las campañas de gamificación digital que ponen en marcha algunos retailers para premiar a sus clientes si consumen productos sostenibles. Así, las marcas de moda asumen la responsabilidad de invitar al cliente a consumir de forma responsable, de una forma que les es rentable y beneficiosa.
En todos estos ejemplos se puede valorar como la economía sostenible abre nuevos caminos de negocio, innovación y crecimiento. Ahora somos nosotros los que tenemos que decidir si aprovechamos la oportunidad que supone y apostamos por un mundo más equitativo y productivo.
Luis Abad es Consejero delegado de Capgemini España
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