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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una banca fuerte y solvente para una crisis que será más larga de lo previsto

Aunque los ratios de morosidad de las entidades son los más bajos desde abril de 2009, los efectos más duros de la recesión están todavía por llegar

CINCO DÍAS

Aunque afortunadamente el mapa actual de la banca española, así como su capitalización y solvencia, tiene poco que ver con el del sector sobredimensionado, ineficiente y en parte quebrado que casi naufragó durante la última gran crisis económica, el Banco de España considera que todavía hay margen para la concentración entre las entidades financieras españolas como fórmula para elevar la rentabilidad del sector. Tras las dos operaciones de integración aprobadas el año pasado, la de Bankia y CaixaBank y la de Unicaja y Liberbank, España cuenta todavía con diez bancos de peso significativo y varios de pequeño tamaño, lo que a ojos del supervisor constituye un mercado saludable en términos de competencia, muy lejos de “un oligopolio” y con margen suficiente para plantear fusiones que robustezcan a sus jugadores.

Junto a la recomendación de que se promuevan esas operaciones, el Banco de España sigue insistiendo en la necesidad de adelgazar todavía más la estructura de las entidades mediante la reducción de las plantillas –que continuará durante los próximos dos años– y un mayor recorte de la red de oficinas, que ha disminuido más del 50% desde 2008. A ese coctel de directrices, hay que unir la apuesta por la digitalización, que se ha convertido en un elemento clave para reducir costes y aumentar la rentabilidad de las entidades de cara a un futuro profundamente incierto.

Ni el Banco de España ni el supervisor europeo ponen en duda los esfuerzos por mejorar en solvencia de un sector financiero que en los últimos años ha superado con éxito un maratoniano ejercicio de reestructuración, concentración y saneamiento, pero sí advierten de la necesidad de prepararse para una crisis más larga de lo esperado, así como para un aumento feroz de la competencia gracias a la entrada de nuevos modelos de negocio en el mercado, como el de las fintech. Aunque los ratios de morosidad de las entidades son los más bajos desde abril de 2009, los efectos más duros de la recesión en términos de impago de obligaciones crediticias están todavía por llegar, lo que hace necesario aumentar aún más el nivel de provisiones, pese al esfuerzo realizado el año pasado.

Entre las diferencias que existen entre la última gran crisis y la actual destaca el papel del sector financiero, que ha pasado de ser un grave problema a postularse como parte de la solución, especialmente en su labor de canalizador de las ayudas financieras a las empresas. Pero para que esa labor pueda ser llevada a cabo con eficacia, la banca debe seguir fortaleciéndose y aumentando sus recursos como medios para soportar los efectos de una crisis que aún está lejos de terminar.

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