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A fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La hoja de ruta económica de Janet Yellen

A la nueva secretaria del Tesoro de EEUU no le preocupa demasiado la deuda pública: su prioridad es rebajar el paro, que hoy está en el 6,7%

El sentido vocacional de la vida profesional de Janet Yellen nació cuando era niña. A sus 74 años, sorprendió a propios y extraños, especialmente a quienes más la conocen, con su discurso de aceptación de la Secretaría del Tesoro con Joseph Biden. Yellen no suele hablar de sí misma, tampoco de cuestiones triviales. Su foco es la economía. Familiares y amigos dicen que cenar con ella y su marido, George Akerlof (premio Nobel de Economía 2001), puede resultar aburrido: hablan de economía.

Pero, cuando Yellen aceptó el cargo de Secretaria del Tesoro que le ofreció Biden en diciembre de 2020, dio, por primera vez en público, razón personal de por qué decidió ser economista. Su padre fue dentista y empezó su carrera durante la Gran Depresión. Tenía la consulta junto a los muelles de South Brooklyn, un barrio obrero. El dentista pasaba el día apañando dientes de trabajadores y, como cuando muchos van al peluquero, estos le contaban sus vidas. Cuando terminaba la jornada laboral, el dentista hablaba con su hija de las estrecheces económicas de los trabajadores, de la angustia de no llegar a fin de mes, de su imposibilidad de tener un seguro médico y de la pérdida de autoestima que sufrían cuando perdían el trabajo. Eran los años de la Gran Depresión. Yellen, en diciembre de 2020, explicó que “aquellas lecciones que me enseñó mi padre de niña, cenando juntos, se me quedaron tan dentro, que decidí ser economista: me preocupaba el duro peaje que pagan las personas, familias, las comunidades, con el desempleo”.

La lucha contra la desigualdad en la riqueza y la disparidad de ingresos marca la hoja de ruta de Yellen en la Secretaría del Tesoro, desde donde dará forma y ejecutará su política económica. Será la primera vez en su brillante carrera profesional: nunca antes se había metido en cuestiones de política económica. “Y, cuando lo haga –afirma su amigo Ben Bernanke, su predecesor al frente de la Reserva Federal e historiador económico especializado en la Gran Depresión– lo hará desde la objetividad del dato”.

Cuando Yellen fue presidenta del Consejo Económico Nacional con el presidente Clinton no formuló política económica, sino que prestó asesoramiento económico a un presidente que, en palabras de Alan Greenspan –que también fue presidente de la FED– “fue el mejor presidente que ha tenido EEUU, en lo económico, en el siglo XX y siempre deseaba aprender más de economía”. En 2004, Yellen fue nombrada presidenta de la Reserva Federal de San Francisco y, diez años más tarde, Barack Obama la nombró presidenta de la FED: ahí pudo moldear la política monetaria de Estados Unidos, con el objetivo de mantener la inflación a raya (2%), bajos tipos de interés, quantitative easing, provisión de liquidez a la economía y compra de activos hipotecarios y del Tesoro. Políticas monetarias que había aplicado su predecesor, Bernanke, y que continuó su sucesor, Jerome Powell, también amigo suyo, quien el pasado 1 de marzo reiteró que las mantendrá hasta que la recuperación económica sea fuerte y el empleo repunte.

Meterle mano a la disparidad de ingresos es la prioridad de Janet Yellen. La forma de hacerlo será promover la igualdad de oportunidades, sea en el ámbito del sexo, la raza o la clase social. Lo primero, ha sido sacar adelante el paquete de estímulo de 1,9 billones de dólares, aprobado en Cámara de Representantes y Senado, donde los demócratas han tenido que dejar de lado el aumento del salario mínimo federal a 15 dólares/hora. Pero, con los 1,9 billones, Yellen podrá enviar cheques de 1.400 dólares por persona a todos los americanos que lo necesiten. La deuda pública (excede el 107% del PIB) no le preocupa en exceso. Trump la aumentó durante cuatro años en 7,8 billones de dólares, con las bajadas de impuestos de 2017 y, sobre todo, con los 3 billones destinados en 2020 a aliviar a las familias y pymes de la recesión económica provocada por el coronavirus. A Yellen le preocupa más bajar el desempleo, hoy en el 6,7% (llegó al 14,7% en abril pasado). Su plan pasa por aumentar salarios, invertir en educación y formación en nuevas tecnologías, créditos para pymes que estimulen el empleo e inversión en infraestructuras y en I+D+i.

Tras la reducción de las desigualdades sociales, Yellen tiene tres prioridades: luchar contra el cambio climático, apostando por energías renovables y la sostenibilidad; ganar la guerra comercial con China, punto en que Biden mostrará la misma firmeza que Trump, pero de manera distinta: buscar amigos entre los aliados (Unión Europea, Canadá, Reino Unido, Australia, Japón, Corea del Sur) que, juntos, suponen el 40% del PIB mundial. Las sanciones a China continuarán hasta que “China acabe con el dumping, baje sus barreras comerciales y deje de dar subsidios ilegales a sus corporaciones”, afirma Yellen. La tercera prioridad es fortalecer las capacidades de la Secretaría del Tesoro, que su predecesor, Steven Mnuchin, recortó en un 25%.

Ciberseguridad, lidiar con big tech, impuestos justos, evitar que las familias sean expulsadas de sus casas por no poder pagar la hipoteca, reabrir las escuelas, distribuir, al menos, 100 millones de vacunas en los 100 primeros días de gobierno…, están la agenda de Yellen.

Pero, lo más importante, según ella, es “recuperar valores que están fuertemente enraizados en la historia de la nación, entre ellos, el inmenso valor que los americanos siempre han dado a la igualdad de oportunidades”, concluye.

 Jorge Díaz Cardiel es Socio director de Advice Strategic Consultants

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