Las ventajas de invertir en empresas de calidad
Este tipo de valores han demostrado de forma recurrente ser capaces de alcanzar mejores rentabilidades que el resto del mercado con menos riesgo
En el mundo académico existe una teoría financiera básica según la cual la relación entre rentabilidad y riesgo es positiva, es decir, a mayor rentabilidad, mayor riesgo, y viceversa. Esto tiene sentido en cualquier otro ámbito. Las cosas difíciles (arriesgadas) suelen ser las que nos reportan mayor satisfacción. Conseguir lo contrario (mayor rentabilidad con menor riesgo) suena a panacea, teóricamente imposible de imaginar. Pero lo cierto es que es posible.
Se puede conseguir mayor rentabilidad con menor riesgo. La inversión en empresas de calidad ha demostrado de manera recurrente ser capaz de alcanzar mejores rentabilidades que el resto del mercado con un nivel de riesgo muy inferior. Cuando hablamos de un negocio de calidad, nos referimos a una serie de características que hacen que ese negocio sea un buen negocio. Las características que más nos importan son las siguientes:
1. Crecimiento de ingresos. Damos prioridad al crecimiento orgánico de los ingresos que a cualquier otra métrica de la cuenta de resultados.
2. Rentabilidad. El crecimiento no vale de nada si no es rentable. De la misma manera que la rentabilidad no nos sirve para nada si no existen oportunidades para seguir creciendo y seguir creando valor a largo plazo. Y la métrica más importante para ello es el retorno sobre el capital empleado (ROCE).
3. Ventajas competitivas. El crecimiento y la rentabilidad se evaporan si no existen ventajas competitivas que mantengan alejada a la competencia. Cuanto más tiempo consiga un negocio mantener un ritmo de crecimiento alto y una rentabilidad atractiva, mayor será el valor que consiga generar para sus accionistas a largo plazo.
4. Estructura financiera. Disponer de una estructura financiera adecuada es vital para garantizar la supervivencia de la empresa y poder hacer frente a etapas de incertidumbre (Covid-19) o aprovechar oportunidades de inversión para seguir creciendo (inversión en nuevos productos o mercados o adquirir empresas que complementen al negocio).
5. Por tanto, las empresas de calidad son aquellas que crecen de manera recurrente en cualquier entorno de mercado, que son capaces de obtener retornos muy atractivos y tienen fuertes ventajas competitivas que impiden que entren nuevos competidores y les arrebaten cuota de mercado, de manera que el negocio pueda mantener los altos retornos de manera sostenible y pueda reinvertirlos para seguir creciendo. Además, con una estructura financiera atractiva, estos negocios evitan cualquier compromiso financiero que ponga en duda la supervivencia del negocio, especialmente en momentos de debilidad de ciclo económico, cuando la demanda cae y los beneficios se resienten.
Una empresa con estas características no solo es más segura, sino que es capaz de alcanzar mejores retornos a lo largo del tiempo. Por el lado del riesgo, una compañía con mejor estructura financiera, con una posición de liderazgo, capaz de ofrecer mejores productos o servicios y con un modelo de negocio resiliente, capaz de funcionar en cualquier entorno de mercado, es una garantía de seguridad, aun en momentos de incertidumbre, ya que son negocios con una visibilidad enorme. Es más, en momentos de debilidad económica, estos negocios suelen salir reforzados y suelen arañar más cuota de mercado al resto de negocios que no son capaces de sobrevivir. Por el lado de la rentabilidad, la cotización de una compañía es un fiel reflejo de la creación de valor a largo plazo, y los negocios que mayor valor crean son aquellos que son capaces de crecer de manera constante a elevadas tasas y ofrecen retornos elevados sobre el capital invertido.
No obstante, la valoración es otro factor importante para tener en cuenta a la hora de invertir. Hasta la mejor empresa puede convertirse en la peor inversión si pagamos demasiado por ella. Ahora bien, a la hora de enfrentarnos a la valoración de un negocio debemos tener en cuenta el entorno de mercado. Es decir, los tipos de interés y la valoración de las alternativas libres de riesgo (bono americano o Bund alemán) afectan a la hora de decidir si la valoración de un negocio es o no atractiva. Pagar un Free Cash Flow yield del 3.5% por una empresa excelente como Microsoft tiene sentido si la rentabilidad del bono es inferior al 1.0%. En cuanto la rentabilidad del bono se sitúe por encima de ese FCF yield, no tendría sentido pagar 3.5% por Microsoft cuando tenemos una alternativa menos arriesgada que nos devuelve la misma rentabilidad.
En cualquier caso, no podemos sacrificar la calidad por la valoración. Las compañías de calidad aparentemente caras se vuelven baratas a lo largo del tiempo a medida que siguen creciendo y mejorando sus fundamentales. En 2015 Amazon cotizaba a 534x PER. Su beneficio era únicamente de 596 millones de dólares. Sin embargo, el beneficio de Amazon en 2020 ha sido de 21.331 millones (+3.479%). Esto significa que, realmente, en 2015 estábamos pagando únicamente 14,9 x PER por los beneficios de Amazon de 2020. Y la cotización ha reflejado esa creación de valor (+330%). El caso opuesto puede ser el de Banco Santander. En 2015 el mercado pagaba 10,4x por los beneficios de Banco Santander, cuando entonces ganó 6.832 millones de euros. Pero, a diferencia de Amazon, Santander perdió 7.414 millones de euros en 2020. Por lo que ese PER de 10.4 x de 2015 ha salido muy caro (la cotización de Banco Santander se ha desplomado un -42% entre 2015 y 2020).
En definitiva, los negocios de calidad permiten alcanzar mejores retornos asumiendo menor riesgo a largo plazo. El precio que pagamos por esa calidad debe ser atractivo, pero nunca debemos anteponer la valoración a la calidad. Atender a criterios de valoración despreciando la calidad es una de las estrategias más peligrosas a largo plazo. La mejor estrategia en términos de retorno/riesgo ha sido y seguirá siendo la inversión en compañías excelentes a largo plazo.
Álvaro Jiménez es Gestor de Renta Variable en Gesconsult