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El Brexit arroja el guante eléctrico a la automoción británica

Aunque Londres ha esquivado los aranceles, las normas de exportación de vehículos verdes pueden ser un lastre

Cuesta arrancar un coche en el frío, cuando el aceite del motor se vuelve muy viscoso. El Gobierno británico, tras el Brexit, se encuentra en una situación similar a la hora de dinamizar su industria automovilística. Aunque logró evitar los aranceles a última hora en el acuerdo comercial alcanzado con la Unión Europea, las normas sobre la exportación de vehículos eléctricos podrían dejar a los fabricantes británicos atascados en la segunda marcha. El acuerdo alcanzado en Nochebuena sacó un suspiro de alivio a los fabricantes de coches británicos, que en conjunto representan el 13% de las exportaciones de mercancías del Reino Unido. Unos aranceles habrían taponado las cadenas de suministro automovilísticas y habrían lastrado al sector, que exporta algo más de la mitad de su producción a la UE.

Pero los fabricantes británicos están sometidos a las llamadas reglas de origen, que rigen qué parte del valor de un producto se puede originar fuera del Reino Unido o la UE para seguir libre de aranceles. El acuerdo comercial establece esa proporción en el 45% para los vehículos con motor a combustión, lo que garantiza que las plantas operadas por fabricantes como BMW y Jaguar Land Rover no tengan que pagar aranceles.

Los vehículos impulsados por baterías en principio pueden tener un 60% de su valor originado en terceros países, pero es una medida temporal, que bajará al 55% de aquí a 2024. Esto es un problema porque las baterías por sí solas, que se originan principalmente en Asia, actualmente representan hasta la mitad de lo que vale un coche de emisiones cero. Si se suman a otros componentes extranjeros, los vehículos eléctricos fabricados en el Reino Unido exportados a la UE podrían sufrir una sobretasa del 10% según las normas de la Organización Mundial del Comercio.

Es cierto que los vehículos eléctricos representaron una proporción minúscula de los 1,3 millones de automóviles producidos en el Reino Unido en 2019. Pero el futuro de los fabricantes de coches es cada vez más eléctrico: las ventas de coches impulsados por gasolina o gasóleo se contrajeron en torno al 40% en los nueve primeros meses de 2020, según la Asociación de Fabricantes Europeos de Automóviles, mientras que las ventas de vehículos eléctricos e híbridos se duplicaron en términos interanuales.

Convencer a empresas como Nissan Motor para que se queden en Gran Bretaña no va a ser tarea fácil para el primer ministro Boris Johnson. Una opción sería fabricar más baterías en el Reino Unido, aunque esto exigiría un aumento sustancial de la producción. La Sociedad de Fabricantes y Comerciantes de Motores del Reino Unido calcula que la actual capacidad de fabricación de baterías eléctricas del país se encuentra en apenas 2 GW al año, frente al objetivo a largo plazo de 120 GWh necesarios para impulsar a dos millones de vehículos eléctricos.

Otra opción sería recurrir a baterías producidas en la UE. El valor de estas debería bajar a medida que vaya aumentando la capacidad de producción en el sector. Aun así, los coches fabricados en el Reino Unido se van a encontrar con toda clase de molestos baches por el camino.

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