Lecciones de la era Covid, una asignatura pendiente
La pandemia nos ha enseñado que hay eventos imprevistos que por muy increíbles que parezcan pueden acabar sucediendo
A solo unos pocos días de finalizar el año las profundas heridas infligidas durante este 2020 están todavía sin cerrar. La pandemia sigue causando estragos y las diferentes vacunas, aunque eficaces, todavía no han llegado al grueso de la población ni a la mayoría de países. Los expertos admiten que es difícil sacar conclusiones de unos hechos que todavía no han terminado. Sí que coinciden en un punto: no son demasiado optimistas respecto a lo que esta situación ha enseñado a la humanidad. Pero no todo ha sido en vano.
“La pandemia lo que ha demostrado es que hay fenómenos que no teníamos previsto que pueden suceder. Eso es una lección muy importante. Antes una reducción del PIB del 5% era un drama porque era una recesión importantísima y ahora hemos visto que puede caer una cuarta parte o incluso más por un fenómeno sobre el que no se tiene ningún tipo de control”, reflexiona Miguel Ángel García, viceconsejero de Empleo, Formación y Trabajo Autónomo de la Junta de Andalucía. El experto no tiene claro qué aprenderemos, pero sí que piensa que cambiará la forma de entender la importancia del ahorro, la manera en la que decidimos cómo consumimos y cómo vemos la situación en el mercado laboral ante el aumento de la incertidumbre.
Íñigo Fernández de Mesa, vicepresidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE, la principal patronal del país), opina que la pandemia ha sido un gran acelerador de las tendencias que ya venían perfilándose desde hace tiempo. De Mesa destaca tres principalmente: la digitalización, el auge de tendencias proteccionistas y un aumento de la preocupación empresarial por cumplir los criterios de buen gobierno corporativo.
Ante los fallos en las cadenas de suministro en la etapa inicial del virus, según De Mesa, algunos países querrán asegurarlas mejor y le darán prioridad frente a la reducción de costes. “En cierta forma algunas empresas pueden tender también a esto, a valorar más la seguridad en los suministros frente a la reducción de costes, y eso puede producir una relocalización de las cadenas de suministro”. Si bien, el vicepresidente de la patronal no cree que vaya a ser una gran revolución o algo muy generalizado, sino que se dará más bien en algunos sectores más estratégicos como puede ser el industrial y que se trata más bien de una especie de “toma de conciencia” de que depender exclusivamente de un único proveedor no es una buena idea. “La globalización es imparable”, sentencia.
Apoyo fundamental
Si algo ha quedado claro es que en medio de un desplome de la actividad sin precedentes solo la intervención de los Gobiernos ha evitado que la situación degenerara en una avalancha aún mayor de quiebras y desempleo. Como alto cargo de la Administración pública española, García cuenta que la presencia del sector público para dar coberturas a rentas y actividades empresariales es fundamental, pero advierte de que tiene el coste de emisión de deuda.
García es consciente de que el saneamiento de las cuentas públicas llegará más pronto que tarde. “En el caso de España, cuando todo se haya normalizado la Unión Europea nos va a exigir un calendario de saneamiento de las deudas públicas a cambio de mantener los soportes, y el principal de los soportes es la compra de deuda por parte del BCE. Cuando llegue este momento, inicialmente calculo que puede ser alrededor del segundo trimestre del año 2022, nos exigirán un plan con mucho sacrificios y medidas traumáticas”, prevé.
Además de los diferentes Gobiernos, el sector privado también se ha tenido que endeudar para subsistir. “Ha habido sectores que no les ha quedado más remedio que endeudarse porque tenían gastos fijos y estaban cerrados”, comenta De Mesa. “Hay empresas que van a poder pagar su deuda y hay otras que van a quebrar y no van a tener la capacidad de hacer frente a los pagos”.
Según el experto del mundo empresarial existe un tercer grupo de compañías que antes del Covid eran rentables pero, después de la pandemia, como consecuencia del endeudamiento que han tenido que asumir, no van a serlo o al empresario no le va a compensar estar trabajando los próximos 15 años para pagar la deuda generada durante el virus y terminará por echar el cierre. “Hay que dar una vuelta para hacer que esas empresas que eran rentables sobrevivan pese a ese endeudamiento”, recomienda.
Balance de daños
Los grandes damnificados por la crisis económica del Covid serán a grandes rasgos los mismos que lo fueron en la crisis de 2008. García explica que los trabajadores temporales que fueron despedidos inmediatamente con la llegada de la parálisis y aquellos que iban a ser contratados pero finalmente no entraron en las plantillas de las empresas son los que peor parte se han llevado, especialmente, afecta a los jóvenes y a las personas mayores de 50 años. Entre los colectivos que menos han sufrido, de nuevo se encuentran los pensionistas y los trabajadores del sector público. Aquellos empleados del sector privado pero con contrato indefinido, por el momento también han sufrido menos que los anteriormente mencionados trabajadores temporales.
En esta crisis, a diferencia de la anterior, el viceconsejero engloba a los autónomos y pequeños empresarios en el grupo de grandes perjudicados. “En la anterior crisis, aquel que tenía un bar pequeño, aunque fuera de forma modesta y con mucho trabajo, salía adelante; ahora, nos hemos encontrado con actividades que nunca habían tenido una crisis tan severa como esta”.
Polarización
A diferencia de lo que algunos esperaban, afrontar un desafío común no ha provocado un mayor acercamiento a nivel social. La brecha se ha acrecentado. “La pandemia ha servido de excusa para seguir lanzando acusaciones los unos a los otros. La polarización yo la llamaría incremento de las posiciones populistas de dos extremos que en el fondo son parecidos en lo que reclaman y que prometen unas expectativas que no son racionales ahora mismo”, cavila García.
Bajo su punto de vista, la gente prefiere creer a quien le promete que le va a solucionar las cosas de una manera medio mágica que a quien le hace un análisis exhaustivo de cuáles son las causas de los problemas y qué esfuerzos hay que hacer para mejorar la situación.
“Unos dicen que los inmigrantes nos van a comer y por otro lado otros nos aseguran que el fascismo está tocando a nuestra puerta. Ninguna de las dos cosas son ciertas, pero radicalizan a las personas. Al final es más importante predicar a tu secta y tenerla bajo control que intentar convencer a un tercero de que hay argumentos sólidos. Las verdades aburren y las mentiras son atractivas desgraciadamente”, concluye García.
La receta del éxito no varía: educación y competitividad
El Covid ha significado nuevos retos, pero la clave para salir adelante es una vieja conocida: trabajo y formación. “No estamos ni en el mejor contexto ni con la mejor élite política o intelectual para afrontar los problemas. Esto ha sido una tormenta brutal que ha acelerado los cambios que ya estaban ocurriendo. No es que antes estuviéramos bien y cuando pase volveremos a estar bien. Antes teníamos problemas severos y después de la pandemia tendremos los mismos y un poco acentuados, como por ejemplo el de la deuda. Hay que pensar y, sobre todo, trabajar por encontrar soluciones esa es la lección principal”, afirma Miguel Ángel García.
El político hace una radiografía de cómo el sistema educativo es clave para el progreso de un país. Una mano de obra más cualificada no solo significa una mayor oportunidad para esas personas, sino que da opción a trabajos de un mayor valor añadido y, por ende, en teoría, a un mayor salario. “En España durante varias décadas hemos tenido una tasa de fracaso escolar cercana al 20%, tenemos una quinta parte de la población joven que es muy difícil que opten a trabajos de alto valor añadido”.
El viceconsejero de la Junta de Andalucía espera que la pandemia no deje una impronta en la educación al ser demasiado corta. “La sociedad necesita muchos cambios pero esto sería un desiderátum. Con pequeños cambios se pueden conseguir bastantes mejoras de productividad. Pequeños cambios en la Administración, en la política y en la educación permiten avanzar. Tenemos que ser conscientes de las reformas que hay que llevar a cabo y lograr un acuerdo suficientemente amplio en la política para llevarlo a cabo. Soy pesimista sobre lo que podamos hacer a corto plazo”.