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Tribuna
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La vacuna de la diversificación

Si suponemos que la pandemia terminará, pero que los estímulos económicos seguirán fluyendo y los tipos de interés se mantendrán bajos, entonces este es exactamente el terreno en el que puede prosperar la inflación

Las informaciones sobre la inminente llegada de las vacunas están estimulando a las Bolsas. Los perdedores de ayer ganan y los ganadores pierden. ¿Es sostenible esta evolución?

Las últimas semanas han sido indudablemente agitadas con las elecciones estadounidenses además de los avances en el desarrollo de una vacuna contra el Covid-19. No menos importante es la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por sus siglas en inglés), un acuerdo de libre comercio asiático con China como fuerza motriz. Estamos seguros de que los departamentos de estrategia de los gobiernos occidentales están mirando muy de cerca lo que está pasando en el Lejano Oriente. Las estructuras de poder están cambiando y no precisamente a nuestro favor, es decir, no a favor de Europa. Por otra parte, China está ganando cada vez más influencia. De alguna manera es significativo, sin embargo, la poca importancia que la opinión pública le da a este evento.

Igual de interesante es el resultado de las elecciones estadounidenses, así como las noticias sobre el desarrollo de la vacuna que han supuesto un alivio para los mercados internacionales de capitales. Si hubiéramos sabido hace unas semanas que Joe Biden ganaría por poco las elecciones estadounidenses y que Donald Trump como presidente en funciones de EE UU no reconocería su derrota, sino que hablaría de fraude electoral y llevaría el asunto a los tribunales, probablemente no hubiéramos llegado necesariamente a la conclusión de que todo iba a evolucionar igual. Aunque ya se sabía perfectamente que la investigación sobre la vacuna estaba haciendo progresos, la novedad es la posible eficacia de una vacuna más prometedora: ¡más del 90% sería sin duda un éxito! Pero ¿explica esto la evolución de las cotizaciones de los últimos días?

Detengámonos ahora sobre lo que creemos que ha sido la mayor sorpresa de las últimas semanas, al menos en lo que respecta a la evolución de los mercados. Era de esperar que los perdedores del Covid aumentaran sus posiciones en oro como activo refugio, pero lo que ha sido inusual, sin embargo, es la significativa caída del precio del oro de alrededor del 4% o 5%. 

Bert Flossbach, cofundador de Flossbach von Storch.
Bert Flossbach, cofundador de Flossbach von Storch.

Si suponemos que la pandemia terminará más pronto que tarde, pero que los estímulos económicos seguirán fluyendo y los tipos de interés se mantendrán bajos para financiar los desbordantes presupuestos nacionales, entonces este es exactamente el terreno en el que puede prosperar la inflación. Visto de esta manera, un aumento del 4% o el 5% en el precio del oro habría sido ciertamente más obvio y más fácil de argumentar.

No somos amigos de los escenarios extremos por lo que no asumimos que nos vayamos a enfrentar a la hiperinflación. Sin embargo, consideramos probable un aumento más significativo de las tasas de inflación. Es muy posible que el precio del oro pronto se mueva en la dirección opuesta después de la corrección.

Pero el repunte ha planteado una cuestión completamente diferente, la de la estrategia general de inversión: ¿tiene posiblemente sentido pasar de las empresas y sectores más defensivos a los cíclicos? Creemos que esta cuestión es particularmente importante, precisamente porque nos centramos en los modelos de negocio menos cíclicos y, por lo tanto, no nos hemos beneficiado o casi no nos hemos beneficiado en absoluto de este repunte.

Nos gustaría anticiparnos a la conclusión y citar a nuestro compañero y cofundador, Kurt von Storch, a quien le gusta decir: "¡Ninguna estrategia de inversión tiene la temperatura adecuada todos los días!".

No, no vamos a cambiar nuestro enfoque. Después de todo, todos los caminos llevan a Roma. Sin embargo, creemos que un inversor a largo plazo comprometido con el mantenimiento del patrimonio y la generación de rentabilidades razonables, y que duerme bien incluso en tiempos turbulentos, logrará mejor sus objetivos si construye cuidadosamente su cartera en torno a estas mismas empresas de primer nivel; empresas con un modelo de negocio probado y sólido, un balance financiero limpio, una presencia mundial y una gestión de primer nivel.

Por supuesto, la calidad tiene su precio, y casi siempre es mejor aceptar una valoración actualmente alta para una empresa buena que adquirir acciones de una empresa «barata» como muchos están haciendo con la esperanza de que el precio de las acciones vuelva pronto a sus antiguos máximos. Al final, las acciones «baratas» a menudo resultan ser «trampas de valor» caras. En cambio, las acciones de valor de empresas prometedoras y de constante crecimiento no suelen ser tan «caras» como indicaba su valoración en el momento de la compra.

Las acciones de empresas tradicionales con activos reales, cuyos modelos de negocio se han mostrado frágiles como resultado de la pandemia del coronavirus, han comenzado a hacer apuestas con resultados altamente inciertos. Algunas de estas empresas ya tuvieron que lidiar con problemas estructurales antes de la crisis. Otras, como las de la industria de las aerolíneas, se vieron afectados de forma inesperada. Nadie es inmune a estos casos, por supuesto. Solo ayuda la ley de hierro de la diversificación.

La diversificación también significa no apostar nunca todo a un solo escenario, incluso si las inversiones individuales son de alta calidad. Cuando el próximo virus infecte los ordenadores, podría causar graves problemas a las empresas que hoy se consideran ganadoras. Por tanto, una cartera que solo contenga empresas de tecnología de rápido crecimiento y alta valoración sería tan unilateral como una cartera que solo incluya empresas de los sectores de bienes de consumo, industrial o sanitario. Es la mezcla lo que cuenta.

Bert Flossbach, cofundador de Flossbach von Storch.

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