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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El mercado de deuda y acciones después del giro norteamericano

Será de nuevo la pandemia de Covid, su combate sanitario y los programas ­económicos para superar la contracción de la actividad los que marquen el devenir de los índices

CINCO DÍAS

Los analistas de los mercados financieros y los gestores de activos tenían marcado como determinante para su negocio el primer martes después del primer lunes de este noviembre, fecha de las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Del signo que marcasen dependía el devenir de la inversión en todo tipo de activos financieros, porque podría intensificar las políticas practicadas por Donald Trump o rectificarlas si el triunfo sonreía a Joe Biden. Las políticas comerciales agresivas con China, la gestión de la pandemia de Covid y la reacción en términos fiscales, las preferencias energéticas y de cuidado del clima o la permisividad con la libertad de mercado para las grandes tecnológicas estaban en el orden del preferencias de quienes toman las decisiones de inversión, porque las diferencias a primera vista entre una Administración de Trump y una demócrata parecían apreciables.

Durante toda esta semana, la que puede considerarse crítica para encajar el sentido del resultado electoral, las Bolsas han marcado un nada despreciable rally y la deuda ha seguido contrayendo sus rentabilidades a la espera de nuevos paquetes de estímulos fiscales y monetarios, lo que puede interpretarse como un balance de su gusto. De hecho, en algunos momentos de la sesión del pasado miércoles los índices norteamericanos, todos sin excepción, marcaron los mayores rebotes poselectorales de la historia, indudable señal del plácet que estaban dando a los acontecimientos políticos. Aunque inicialmente apreciaban como una política más promercado la de Trump, el equilibrio de poderes que se ha configurado, con mayoría demócrata en el Congreso y republicana en el Senado, garantiza moderación en las decisiones de Joe Biden, que será si no hay improbables sorpresas el nuevo presidente desde el 20 de enero. No habrá fuertes subidas de impuestos a las empresas, no habrá un giro radical en la política energética y no habrá revisión importante del modus vivendi de las tecnológicas.

A partir de ahora, será de nuevo la pandemia de Covid, su combate sanitario y los programas ­económicos para superar la contracción de la actividad los que marquen el devenir de los índices, al menos hasta que una vacuna exitosa libere el riesgo sanitario y la recuperación de la actividad se recomponga en todo el mundo. De momento seguirá la abundancia de liquidez pública para sostener empresas y plantillas, así como la expansión cuantitativa de los bancos centrales y la anestesia monetaria de los tipos nominales negativos. Y como siempre en cada recuperación tras fuertes contracciones tanto en EE UU como en Europa o emergentes, además de las preferencias protegidas por el Presupuesto público, será la selección natural la que marque qué empresas volverán al éxito, y cuáles tendrán dificultades.

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