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La tribuna de los fondos
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Criterios éticos como objetivo prioritario de inversión

Hay una evidencia creciente que muestra que este tipo de estrategia no está reñida con la generación de retornos razonables

El sistema financiero internacional está detrás de la economía global. Y no moviendo los hilos que controlan todo, como sustentan algunas teorías conspiratorias, sino como un facilitador de la actividad económica. Precisamente por esta razón y debido a su poder e influencia, el sector financiero es vital en la lucha contra el cambio climático y otros problemas a los que nos enfrentamos. Pero es cierto que, comprometerse con esta lucha puede resultar intimidante, debido tanto a su naturaleza compleja e intangible, como a la jerga que utiliza.

Nos guste o no, casi todos nosotros estamos conectados al sistema financiero de alguna forma. La mayoría tenemos cuentas bancarias y algunos productos de inversión, como un fondo de pensiones o un fondo de inversión. Invertir en un fondo de inversión significa adquirir participaciones en la cartera del fondo, de la misma forma que podría hacerse en las acciones de una compañía cotizada en la Bolsa de Valores. Pero hay inversores que deciden seguir una estrategia de inversión ética, de acuerdo con sus valores morales, religiosos y sociales, como primer objetivo, al mismo tiempo que rentabilizan su inversión.

A medida que han ido aumentando los casos de corrupción corporativa, muchos inversores han comenzado a insistir en que las empresas hagan una inversión socialmente responsable. Esto significaría tratar a sus empleados con respeto, crear productos y servicios saludables y mantenerse alejados de prácticas comerciales poco éticas. Y hay una evidencia creciente que muestra que la inversión ética no está reñida con la generación de retornos razonables, una preocupación bastante común hasta no hace mucho.

Fundamentalmente, hay cuatro tipos de fondos de inversión éticos: 1) Fondos de Inversión Socialmente Responsable (ISR) 2) Fondos que cumplen con los criterios Ambientales, Sociales y de buen Gobierno corporativo (ESG) 3) Fondos de Impacto y 4) Fondos basados en una fe religiosa.

Los fondos ISR evitan invertir en actividades controvertidas como juegos de azar, armas de fuego, tabaco, alcohol y petróleo. Aquí, el valor moral del inversor tiene habitualmente más importancia que los rendimientos financieros. A diferencia de los fondos ISR, los fondos ESG consideran en su toma de decisiones el impacto material que el medio ambiente, los riesgos sociales y de gobernanza pueden causar en los resultados empresariales de una compañía. Este tipo de inversores puede invertir de forma sostenible manteniendo el mismo nivel de rendimiento que con un enfoque estándar.

Por su parte, los fondos de impacto le den la misma importancia a la rentabilidad que a la ética. Por lo tanto, buscan activamente crear cambios éticos con los productos y servicios existentes. Los fondos de impacto son adecuados para los inversores que son socialmente responsables, pero también quieren obtener buenos rendimientos. Por último, los fondos que se gestionan de acuerdo con una fe religiosa invierten únicamente en acciones que siguen valores religiosos, excluyendo activamente las que no encajan en esa categoría.

Seguir una estrategia de inversión ética tiene muchos beneficios. Uno de los más importantes es el de hacer que el inversor se sienta bien. Tal vez la ventaja más obvia de la ISR son los sentimientos positivos que genera el que una inversión ética funcione bien. Si una empresa comparte sus valores y entrega proyectos socialmente responsables, podría beneficiarse tanto financiera como emocionalmente de su inversión.

Un beneficio menos obvio es el potencial de ganancias futuras que la inversión ética aporta. En general, las personas se están volviendo más éticas en sus compras, lo que significa que es probable que las empresas socialmente responsables obtengan mejores beneficios a medida que el comportamiento de los consumidores cambia. De hecho, las estadísticas de Nielsen indican que casi tres cuartas partes de los millennials pagarían un recargo por consumir bienes y servicios sostenibles.

Tal vez uno de los beneficios más atractivos de la inversión ética es que puede servir como catalizador para el cambio. A medida que los inversores comiencen a respaldar empresas y proyectos socialmente responsables, otras empresas se esforzarán por mejorar sus prácticas éticas para atraer fondos. Con el tiempo, las organizaciones avanzarán hacia una mayor sostenibilidad, lo que sólo puede ser bueno para el medio ambiente y otras causas sociales importantes.

Pero como sucede en casi todo, la inversión ética también tiene sus desventajas, por lo que los gestores de fondos que deseen optar por esta estrategia deben tomar en consideración otros factores. La inversión ética requiere tiempo y capacidades analíticas; la ISR no es una estrategia pasiva y a menudo es necesario invertir tiempo analizando inversiones potenciales a fondo para asegurarse de que se alinean con los valores que desean seguir. Esto puede llegar a ser bastante complejo si cada inversión en su cartera debe cumplir con ciertas referencias establecidas (índice FTSE4Good o MSCI ESG Ratings, entre otros).

Además, la estrategia de inversión ética no siempre es la óptima. No es seguro que una estrategia ISR proporcione rendimientos óptimos, por lo que podría estar sacrificando ganancias financieras al embarcarse en un enfoque ético. Algunas personas prefieren seguir estrategias de inversión convencionales y en su lugar donar una cierta proporción de sus ganancias a causas benéficas. También puede suceder que la inversión ISR tenga unos costes mayores, debido al análisis adicional que se requiere para encontrar los activos que satisfagan el sistema particular de creencias del inversor. Esto puede mermar los beneficios de la cartera, especialmente si las inversiones no están funcionando tan bien como las estrategias tradicionales.

La inversión ética es beneficiosa para la sociedad. Sin embargo, necesita cumplir ciertos criterios. En primer lugar, es necesario identificar una idea de negocio exitosa, que ayude al mundo. En segundo lugar, si el gestor es capaz de identificar una oportunidad de negocio que resulte en un impacto positivo para el planeta, entonces tiene que haber un factor adicional, un camino por el cual el negocio pueda llevar a la empresa a crecer sustancialmente.

La inversión ética puede no ser la opción correcta para todos, pero con el enfoque y la orientación adecuados puede proporcionar una estrategia más satisfactoria para aquellos que quiere que sus carteras reflejen mejor sus creencias sociales y morales.

 Paula Mercado es directora de análisis de VDOS

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