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Así ha evolucionado el teletrabajo por el Covid-19

La percepción de este sistema varía mucho entre directivos y trabajadores

GETTY IMAGES

De la noche a la mañana. Así tuvieron que adaptarse, en marzo, empresas y trabajadores a desarrollar todos sus procesos desde casa. Lo que unas semanas antes hubiera parecido imposible se consiguió casi en un abrir y cerrar de ojos: corporaciones enteras trabajando por primera vez en remoto.

Durante estos meses se ha demostrado que el trabajo podía continuar desde casa, pero también han salido a la luz diversos problemas relacionados con este sistema. Las empresas han visto que un método que consideraban inviable ha supuesto un aumento en la productividad, aunque muchos también apuntan a una pérdida de creatividad por la falta de interacciones. El teletrabajo ha visibilizado problemas que antes pasaban más desapercibidos, como la falta de desconexión o la dificultad de conciliación, pero también ha desarrollado costumbres y rutinas positivas que se mantendrán con la vuelta a la oficina: los equipos se han visto obligados a ser más autónomos y a comunicarse mejor entre ellos.

Para la reincorporación del personal, la mayor parte de las compañías están optando por una vuelta por fases en las que los empleados alternan días de trabajo presencial con periodos en remoto. Un proceso en el que la tecnología está siendo un gran aliado, en Banco Santander, por ejemplo, han desarrollado una aplicación denominada Mi Vuelta en la que los empleados pueden consultar cualquier información relacionada con su desescalada, así como actualizar su estado de salud. En cualquier caso, los expertos coinciden en que, con sus luces y sus sombras, el teletrabajo ha llegado para quedarse y apuntan a que el futuro pasa por regímenes híbridos. Pero implementar el teletrabajo parcial en el largo plazo también requiere la transformación de la manera en la que este se ha llevado a cabo en los últimos meses. El director de marketing de Ricoh España y Portugal, Xavi Moreno, considera que, una vez que se demostró, en marzo, que el teletrabajo era viable, se han sucedido varias etapas. “Ha habido una primera parte de esta crisis que ha consistido en subsistir, tratar de hacer las cosas para salir adelante. Después hubo que dotar a todas las empresas con equipos de trabajo en remoto. Más tarde se vio que no era solo una cuestión de software, sino también de instaurar hábitos de trabajo. La Administración también se dio cuenta de la necesidad de regularlo. Ahora ha bajado el caudal del río y podemos ver las piedras”, ilustra el portavoz de Ricoh.

Una de esas piedras es que en la oficina también tienen que pasar cosas. En este cambio de paradigma, las sedes físicas cobran un nuevo significado, ya no son solo un lugar desde el que trabajar, sino que ahora se entienden también como un punto de encuentro. “La creatividad surge del impacto entre las personas, sobre todo, del impacto informal. El clásico café es una fuente de innovación”, asegura Moreno, quien cree que si bien una parte del trabajo individual podrá hacerse desde casa, las oficinas seguirán teniendo un peso muy importante por delante como espacio para la puesta en común de reflexiones y proyectos, así como de socialización.

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Es el caso también de BBVA, donde han optado por un sistema de puestos flexibles que cada empleado reserva al comienzo de la jornada. La responsable de estrategia y desarrollo de soluciones en el área de talento y cultura de la entidad, Imma Catalá, plantea los centros de trabajo corporativos en tres direcciones: como lugar de unión para compartir la cultura corporativa y fomentar el sentimiento de pertenencia, para dar espacio a aquellas personas que por cuestiones logísticas o técnicas no puedan trabajar desde su casa, y por último, como punto de innovación donde las dinámicas de los equipos sean más creativas.

Encuentros informales

Si bien es cierto que durante este tiempo han emergido soluciones creativas para remediar la distancia, la falta de encuentros informales es uno de los principales escollos para la innovación en remoto. “Hemos identificado que el teletrabajo no ofrece condiciones óptimas para todo tipo de trabajo, por ejemplo, para determinadas funciones de creación e innovación que demandan mayor interacción personal”, expone Catalá. También lo cree así el presidente de Steelcase, Alejandro Pociña, quien insiste en que “la consecución de objetivos en una empresa requiere un porcentaje importante de presencialidad”.

Pociña considera que aunque estos meses han demostrado que es posible realizar tareas desde casa, también se han derribado algunos mitos –positivos y negativos– sobre el teletrabajo. Uno de ellos deriva de que la percepción de este varía mucho en función del rango. Un informe elaborado por Steelcase revela que el 75% de los directivos trabaja en una mesa destinada exclusivamente para ello, mientras que el 46% de los empleados comparte mesa con otras funciones (cocina, comedor...). Así, prácticamente la mitad de los cargos de rango más alto asegura que tiene una mesa ergonómica, un porcentaje que cae al 24% en el resto de la empresa.”El teletrabajo solo es más barato si se hacen trampas porque hay toda una serie de gastos ocultos que son necesarios si quieres que el empleado se sienta bien”, comenta el ejecutivo.

En cualquier caso, las compañías también son conscientes de que la situación de excepcionalidad provocada por la pandemia del coronavirus ha hecho que la percepción del teletrabajo que ha tenido lugar durante estos meses diste mucho de la norma y, sobre todo, de lo que se verá en el futuro. Así lo apunta Pilar Rojas, subdirectora de diversidad, conciliación y propuesta de valor del empleado de Repsol, quien reconoce que a pesar de que la cultura del teletrabajo lleva más de 10 años en la empresa, las condiciones externas no eran las ideales para este sistema, por lo que los empleados tuvieron que hacer frente a nuevas barreras. “Con el tiempo hemos podido adaptar el espacio doméstico al teletrabajo con seguridad en una situación en la que teníamos familiares en casa, así como a desconectar mejor tras la jornada laboral”, desarrolla.

Para el director de PageGroup, Jaime Asnai, la crisis ha evidenciado dos grandes problemas laborales que había en España: la extensión de los horarios y la imposibilidad para conciliar. Dos aspectos en los que, considera, que el teletrabajo podría contribuir en el futuro al permitir, si se aplica correctamente, una mayor autogestión de los equipos y de la jornada. Algo que solo sucede si el teletrabajo se entiende como una nueva forma de trabajo que va más allá de desarrollar las mismas tareas que en la oficina, pero desde casa. “El empleado ha ganado algo con esta mayor facilidad de conciliación, pero también se le exigirá una mayor flexibilidad a cambio”, continúa el experto.

Otra de las lecciones que Asnai extrae de estos meses y que confía en que perdure una vez en la oficina es la mayor productividad de las reuniones. “Han sido mucho más preparadas y planificadas, por lo que también han durado menos de lo habitual, lo que repercute en un trabajo más eficiente”, expone. Algo que, por el momento, se mantiene de vuelta a la oficina, según explica Pociña, para evitar exposiciones prolongadas y, por consiguiente, un mayor riesgo de contagio. El confinamiento también ha empujado la inversión de las empresas en infraestructura tecnológica, especialmente debido a los riesgos de ciberseguridad asociados con el teletrabajo. “Dotando a los equipos con portátiles y móviles corporativos y formándoles en las mejores prácticas de seguridad, las empresas pueden proteger los datos de los empleados y evitar el acceso no autorizado”, comenta David Calvo, ejecutivo de cuentas de Zoom.

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