Pandemia y deuda pública: se cumplen los peores escenarios
La clave es aprovechar el otoño para preparar cientos de proyectos que puedan ser financiados por fondos europeos
Los peores escenarios de la pandemia se están cumpliendo. El Banco de España y la OCDE presentaron ambos antes del verano escenarios de riesgo con una recaída de la actividad en el otoño y lamentablemente hoy es el escenario más probable. Los contagios han vuelto a repuntar con fuerza en España, pero Francia, Alemania e Italia nos siguen con una semana de retraso.
Las personas mayores parece que están siendo más precavidas. Ahora los contagios son de gente más joven con menor tasa de hospitalizados y es posible que esta nueva cepa del virus no sea tan agresiva. Las pandemias no son eternas. El sistema de salud está mejor preparado para hacer test y los datos no son comparables con los de marzo.
El protocolo de UCI es: i) mantener la calma, ii) sedar al enfermo para que no sufra y iii) actuar rápido y con diligencia. Los protocolos y hospitales de campaña están preparados y se activarán rápidamente. La lucha contra la pandemia en España incomprensiblemente sigue siendo analógica. Ya hay una aplicación para móviles, pero voluntaria y eso limita mucho su efectividad. Debería ser de uso obligado y con sanciones para los que no lo hagan. Esto permitiría ser mucho más eficaces en la identificación de infectados asintomáticos que no enferman pero sí contagian y hacen enfermar a otros.
Los países que luchan contra la pandemia digitalmente han tenido menos infectados, menos muertos, menor caída del PIB y del empleo. Si en España seguimos priorizando la privacidad a la vida, colapsa de nuevo el sistema de salud y el Gobierno tiene que decretar otro confinamiento forzoso, además de más muertos habrá mucho más paro y pobreza. Hasta que la vacuna esté disponible la tecnología es determinante para gestionar la pandemia con éxito. El Estado ya tiene todos nuestros datos y bastaría aplicar los mismos protocolos legales y judiciales para proteger la privacidad que ya usa el sistema de salud, la policía o Hacienda. Son las comunidades autónomas las responsables de permitir que sus rastreadores dispongan de tecnología del nuevo milenio. Ahora están usando el teléfono fijo que Graham Bell patentó en 1876.
Pasado el confinamiento ya podemos empezar a medir el destrozo económico de la pandemia. En julio había un millón de afiliados menos a la Seguridad Social y un millón de trabajadores en ERTE. O sea, un 10% del empleo de 2019. Todos los sectores se han visto afectados pero unos más que otros. Las empresas que ya tienen canales de comunicación y venta digital con sus clientes son las grandes ganadoras de la crisis. La actividad total cae, pero sus ventas crecen. Dentro de cinco años compararemos el PIB con el de 2019, pero su composición será muy diferente.
Las empresas de servicios básicos han visto caer su actividad, pero mínimamente. El turismo, el ocio, la cultura, el comercio, etcétera, son los sectores más afectados. Los pasajeros en los aeropuertos españoles en julio fueron un 75% menos que en julio de 2019 y eso anticipa unos datos de ingresos dramáticos en los sectores turísticos. Con el repunte y el cierre de fronteras de varios países, los datos de agosto serán iguales o peores. Incomprensiblemente, la Comisión Europea no recomendó que antes de subir a un avión los pasajeros presentaran una PCR negativa reciente y España, receptor de turistas, ha sido el principal perjudicado.
El déficit de la administración central en el primer semestre se multiplicó por cinco con respecto 2019. La recaudación por IVA de junio cayó un 50% anual. Y el gasto se disparó, principalmente en sanidad y en la Seguridad Social, que ha asumido la política de rentas para proteger a las familias y a las empresas del impacto de la crisis. Esto ayuda a explicar que la deuda pública haya aumentado en 100.000 millones de euros en el primer semestre. El Tesoro, con buen criterio, ha aumentado su colchón de liquidez en unos 35.000 millones. Por lo tanto, el déficit público que pronto publicará el INE en el primer semestre estará próximo al 6% del PIB. El déficit total en 2020 estará próximo al 15% del PIB, y la deuda pública, próxima al 125% del producto.
Sin duda la mayor vulnerabilidad económica de la economía española en este momento es la deuda pública. Con la decisión del BCE de ampliar su programa de compras en marzo y luego en junio los Gobiernos han podido financiar estos aumentos tan significativos de los déficits públicos a tipos próximos al 0%. Incluso Italia, cuya deuda pública acabará el próximo año próxima al 170% del PIB, puede emitir deuda al 1% a 10 años. Argentina acaba de reestructurar su deuda a tipos de emergencia del 3%, sigue sin acceso al mercado para emitir nueva deuda y financiar el déficit y está negociando con el FMI un nuevo programa. Esta sería la situación de varios países europeos fuera del euro y sin la protección del programa de compras del BCE.
La incertidumbre continúa, pero buena parte de los riesgos ya los podemos medir. El plan de inversión europeo no llegará antes de la próxima primavera y el otoño y el invierno serán más largos y duros económicamente de lo que estamos acostumbrados. La prioridad es la vacuna, que no depende de España. Mientras, el uso de la tecnología sí depende de nosotros y permite confinamientos selectivos con mínimo impacto en el sistema de salud y en el sistema económico.
La clave es aprovechar el otoño para preparar cientos de proyectos que puedan ser financiados por los fondos europeos y activar urgentemente iniciativas con financiación público-privada que puedan ser financiados por el Banco Europeo de Inversiones y el Green Deal. Y cruzar los dedos para que el BCE amplíe de nuevo su programa compras de deuda en 2021 y que no se produzca otro terremoto financiero global, como sucedió en 2008.
José Carlos Díez es profesor de economía de la Universidad de Alcalá