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A Fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Las materias primas también suben de precio

Su evolución refleja el buen hacer de los bancos centrales para recuperar la economía, o al menos los mercados

Mina de hierro en Alquife (Granada).
Mina de hierro en Alquife (Granada).JUAN BARRIO

Al igual que ha sucedido con la Bolsa americana, tras las caídas de marzo el precio de las materias primas ha resurgido con fuerza y en muchos casos las valoraciones rondan ya los máximos históricos. Esto puede verse desde la óptica de una recuperación del comercio global y la actividad en una crisis que si bien está siendo muy severa también sería relativamente breve. Sin embargo, también podría verse como una señal que anticipa inflación tras las medidas de política monetaria ultraexpansiva que han tomado los principales bancos centrales en los últimos meses.

Si se analiza el precio actual de las materias primas más negociadas se encuentran algunas valoraciones sorprendentes. Así, los futuros de la madera están en el precio más alto de su historia, en lo que podría calificarse de burbuja sin temor a equivocarnos. De los 475 dólares de febrero se pasó a los 250 de primeros de abril y desde entonces el precio se ha multiplicado por tres. Además de para la fabricación de muebles, la madera es un material muy utilizado en la construcción en países como Estados Unidos, y la crisis del coronavirus ha disparado tanto la demanda de nuevo mobiliario como las solicitudes de permisos de edificación en ese país.

Por su parte, el cobre es el metal que más se asocia al progreso económico, ya que se utiliza en muchos aparatos asociados al desarrollo como los electrodomésticos, especialmente en los sistemas de refrigeración, y también en ordenadores, construcción naval y en las infraestructuras de transporte de electricidad. Por ello suele ser un buen indicador de las expectativas que hay sobre el crecimiento del PIB mundial. Durante la crisis financiera de hace poco más de una década el precio del cobre llegó a caer casi el 70%, pero recuperó el precio anterior a la recesión tan solo tres años después. En las semanas de mayor incertidumbre durante la pasada primavera el precio del cobre disminuyó el 25% y ya se ha recuperado totalmente de la caída.

Aún más elevada ha sido la recuperación del níquel, cada vez más importante para la fabricación de baterías tras la gran bajada del precio del litio desde inicios de 2018. Tras la caída del 15%, el precio del níquel se ha recuperado el 35%. Si bien quedan muy lejos los máximos históricos de 2007, cuando muchas materias primas se encontraban en su precio más alto, la rápida e intensa revalorización invita a pensar en el inicio de un ciclo alcista que podría durar años y que sin duda beneficiaría a las mineras de este metal, que ya operan con beneficios en la mayoría de los casos con precios todavía no muy elevados.

Metales como el plomo, el zinc y el aluminio también han superado el precio máximo de febrero antes de que los mercados empezasen a caer. Otros como el platino están a punto de hacerlo, y su sustituto el paladio sigue en una tendencia alcista propiciada por la mayor venta de vehículos de gasolina tras los escándalos de emisiones de vehículos diésel. De hecho, sorprende cómo el paladio fue el único metal industrial que aguantó las bajadas generalizadas de finales de febrero y solo disminuyó su precio, muy brevemente, durante dos semanas de marzo.

Los combustibles, al contrario que los metales industriales, todavía no han recuperado su precio anterior a las caídas de hace seis meses y si bien el precio del futuro del petróleo WTI negociándose en valores negativos pasará a la historia como una curiosa anomalía, los precios no han terminado por recobrar su valor previo y solo el gas natural se encuentra por encima de precios pre-coronavirus, aunque en este caso no ha sido difícil que sea así, ya que el gas se encontraba en mínimos no vistos desde hace dos décadas.

Otra materia prima que continúa alejada del foco de la mayoría de los inversores es el uranio, que ha visto ralentizado el crecimiento de la demanda tras el cierre de las centrales nucleares de Alemania y la paralización de algunos proyectos en otros países. En 2008 alcanzó el máximo de 136 dólares por libra, tras una burbuja especulativa iniciada cinco años antes, que también afectó a otras materias primas. Desde entonces el precio ha ido reduciéndose hasta los 18 dólares de hace tres años, y si bien todavía es pronto para afirmar que el precio vaya a alcanzar valores mucho más altos, en los últimos seis meses la subida del 30% podría augurar próximas revalorizaciones en esta fuente de energía.

Algo similar al uranio, pero con mayor fuerza, ha tenido lugar en la cotización de la plata, que tras el máximo de 2011 vio como el precio se reducía a menos de la tercera parte de por lo que llegó a intercambiarse. En los últimos años, siguiendo la estela del oro, que se encuentra ya en máximos históricos, el precio de la plata comenzó a estabilizarse y desde mediados de julio ha aumentado el 50%, cuatro veces más que la revalorización del oro en las últimas semanas. Al igual que sucede con el uranio, es pronto para saber con un alto grado de certidumbre si estamos ante el inicio de un nuevo proceso especulativo, característico de materias primas como estas.

En resumen, la evolución reciente de las materias primas no solo confirma el buen hacer de los bancos centrales para conseguir la recuperación de la economía, o al menos la de los mercados financieros que deberían servir de apoyo para la economía real. Un aumento del precio muy elevado podría ser perjudicial para el crecimiento, pero en general todavía se está lejos de esa situación.

El otro peligro, la inflación, también está lejos de llegarse a producir y los swaps de inflación a cinco años denominados en euros, que son un buen indicador de la inflación a medio plazo, tan solo han subido del 0,75% al 1,25% tras la puesta en marcha de la última ronda de liquidez del BCE. Todavía queda lejos el objetivo del 2%, y con el petróleo barato nada parece indicar que la inflación vaya a ser alta en los próximos años. Las materias primas de moda, al igual que sucede en los mercados bursátiles con algunas acciones, podrán seguir aumentando de precio.

Juan Luis Santos es profesor en la Universidad CEU San Pablo

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