Huawei podría morirse de inanición en el extranjero antes que vender
Deshacerse de sus activos en el exterior para preservar su valor parece atractivo, pero Pekín pondrá problemas
Huawei podría morir de inanición antes que vender sus activos en el extranjero. El fabricante chino de kits de telecomunicaciones está sufriendo un nuevo ataque desde Downing Street hasta Washington. Su fundador, Ren Zhengfei, ha pensado en ceder la propiedad intelectual, pero los compradores extranjeros de propiedad intelectual o de unidades de redes o teléfonos escasean. Y Pekín tampoco permitirá una venta que parezca una derrota.
Los intentos de Ren por eludir la pelea entre los estadounidenses y Pekín han fracasado. A pesar de las protestas de que se trata de una empresa de propiedad privada, los diplomáticos chinos han dejado claro que los intereses comerciales de Huawei son inseparables de la agenda diplomática de su Gobierno. Y Pekín amenazó con sancionar al Reino Unido si cedía a la presión de Washington para que retire el equipamiento de Huawei de las redes británicas, como finalmente ha hecho.
Una buena parte de la actividad de Huawei está en medio del fuego cruzado: en 2019, la empresa generó más del 40% de sus 123.000 millones de dólares de ingresos fuera de China. Pero con sus teléfonos inteligentes bloqueados en la tienda de aplicaciones de Google, sus ejecutivos incapaces de obtener visados estadounidenses y la certidumbre de que la presión de Estados Unidos va a continuar, deshacerse de sus activos en el extranjero para preservar el valor parece cada vez más atractivo desde una perspectiva económica.
El propio Ren propuso el año pasado que la empresa vendiera la propiedad intelectual de las telecomunicaciones de quinta generación. Estados Unidos no tiene un líder del 5G propio, pero una empresa como Cisco, por poner un ejemplo, podría convertirse en uno mediante la adquisición de las patentes chinas. Westinghouse hizo algo similar con su tecnología de energía nuclear en China.
Sin embargo, las autoridades estadounidenses han echado por tierra esa idea. Huawei podría intentar vender sus filiales de equipamiento de redes en el extranjero a Samsung Electronics; pero con los chinos fuera de escena, los clientes recibirán de buen grado al gigante surcoreano en cualquier caso, para evitar un duopolio Ericsson-Nokia.
El mayor problema es la óptica interna. La Casa Blanca anunciaría cualquier venta como una señal de que Huawei, y por extensión el Gobierno chino, ha perdido un asalto. Y eso es algo que Pekín no puede aceptar.
Esto podría explicar por qué la empresa no se está deshaciendo de su filial de teléfonos en el extranjero, que se ve debilitada por el embargo de las herramientas de Google. En lugar de eso, está promocionando un sistema operativo propio, llamado Harmony, una improvisación basada en el lema Sociedad armoniosa del Partido Comunista Chino. Es improbable que le quite mucha cuota de mercado a Android. Pero aunque el exmilitar Ren quisiera rendirse, sus comandantes no se lo van a permitir.