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La tribuna de los fondos
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Para tiempos interesantes...cautela

Los mercados han optado por poner en precio el ‘todo va a salir bien’ en lo sanitario y lo económico. Pero un poco de prudencia no está de más

Efe

Acaba de publicarse el último memorándum del conocido inversor Howard Marks, uno de los grandes de nuestro tiempo. Un tiempo en el que la sombra de Warren Buffett parece tan alargada que tapa, o desluce, a otros grandes inversores del momento. Ambos, en cualquier caso, destacan tanto por su historial como profesionales de la inversión como por la divulgación de sus conocimientos, muy apreciados por los que trabajamos en este sector.

Un memorándum, echando mano de la Wikipedia, es un escrito breve por el que se intercambia información para comunicar alguna indicación, recomendación, instrucción, disposición, etc. También puede ser una anotación que contenga alguna información que quiera ser recordada, ya que memorándum significa “cosa que debe tenerse en la memoria”.

En mi caso, guardo varios de los memos de Howard Marks en mi escritorio digital para tenerlos siempre a mano y no tener que depender de una memoria maltrecha.

El último, con fecha de 18 de junio, se titula Anatomía de un rally. Describe los vertiginosos acontecimientos vividos en los mercados durante los últimos meses, los argumentos positivos y negativos del entorno actual para, después de ocho páginas de entretenida lectura concluir que, “aunque las perspectivas fundamentales pueden ser positivas en su conjunto, a los precios actuales de los activos las probabilidades no están a favor de los inversores”.

Los memos de Howard Marks suelen venir siempre con dos advertencias, y en este último las introduce explícitamente. Para empezar, nos dice que él no pretende predecir el futuro –su objetivo es poner el rally en perspectiva– y, en segundo lugar, él se define, de fábrica, como un inversor con sesgo cauto (“cautious bias”).

Otro de los grandes inversores de la historia fue André Kostolany. Cuando le preguntaban por su profesión contestaba sin ningún pudor que él era un especulador. Vivimos tiempos interesantes, en lo económico, social y político. Tanto es así, que dudo que en el mundo de lo políticamente correcto en el que estamos instalados alguien osara definirse hoy como un especulador.

Kostolany decía que en los mercados el factor más determinante es la liquidez. Le gustaba resumirlo así, “no hay dinero, no hay música”, frase tomada prestada de los gitanos en la antigua Hungría. Y lo explicaba con el siguiente ejemplo: imaginemos que el capital de la economía es un cubo grande y la Bolsa es un cubo más pequeño pegado al anterior. Cuando el cubo grande se llena de agua y termina rebosando, el exceso de liquidez cae sobre el cubo pequeño y hace subir las cotizaciones. De la misma forma, si el cubo grande empieza a vaciarse, no sobra nada para el cubo pequeño y las cotizaciones bajan (Enseñanzas de Kostolany, André Kostolany, Editorial Gargola).

Es evidente que las políticas recientes de los bancos centrales y los gobiernos están inyectando liquidez en el cubo grande para mitigar los efectos que el confinamiento tendrá sobre las principales economías durante los próximos meses. Además, estamos ante una actuación sin precedentes tanto en la cuantía de los estímulos como en la rapidez con la que se han implementado. Howard Marks, en su ‘memo’, también destaca esta actuación contundente entre los argumentos que soportan la visión optimista de los mercados, como no podía ser de otra forma.

No deja de parecer un poco romántico, en los tiempos que corren, concluir que son los precios –intercambiable por valoraciones– los que ponen las probabilidades en nuestra contra. Con pocas alternativas rentables y una liquidez abundante a la búsqueda de rentabilidad, las valoraciones de las bolsas hace tiempo que empezaron a desligarse de sus medias históricas de medio y largo plazo.

En un mundo en el que las expectativas de subidas de tipos no paran de posponerse en el tiempo, se perpetúa la falta de alternativas que, a su vez, mantiene la puja por los activos que ofrecen algo de rentabilidad.

Dicho esto, nos encontramos en un momento interesante. A la caída de un 30% más rápida de la historia bursátil (paralización de la economía mundial) ha seguido su mayor recuperación en 50 días (mayor estímulo coordinado de la historia). Hace unos días la Bolsa de Estados Unidos volvía a terreno positivo en el año –y el Nasdaq subía más de un 10%–. Los mercados han optado por poner en precio el “todo va a salir bien” en lo sanitario y en lo económico. Y, lo malo de las altas expectativas, es que es más difícil cumplirlas. Quizá un poco de cautela sí que sea aconsejable después de todo.

 Ángel Olea es Socio y director de inversiones de Abante

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