Cuando vuelvan los fundamentales
Hay que recordar que el comportamiento de una acción viene determinado por su capacidad para generar beneficios
Hace unos días, en una conversación sobre el futuro de las casas de análisis, surgió una sentencia demoledora: “Cuando el mercado vuelva a darle importancia a los fundamentales”. Esta frase ha estado dando vueltas en mi cabeza desde entonces. ¿Puede el mercado funcionar sin tener en cuenta los fundamentales? ¿Cuándo hemos dejado de prestar atención a los fundamentales?
La respuesta a estas preguntas se encuentra en las dinámicas que han gobernado el mercado a lo largo de los últimos años. En primer lugar, el contexto de tipos negativos ha alterado inevitablemente los activos de riesgo. Con independencia de lo adecuado o no de la actual situación de tipos, hay realidades que no podemos obviar. Los tipos de interés negativos es terreno no explorado, pero todo parece indicar que estamos ante un escenario que tiene visos de prolongarse en el tiempo. Estos tipos negativos hacen que en ciertos activos aflore un valor que antes no estaba allí. En este caso particular no es que estemos obviando los fundamentales, es que los estamos mirando desde el ángulo equivocado.
La segunda dinámica es el auge de la gestión pasiva que ha acaparado los flujos destinados a la renta variable europea a lo largo de 2018 y 2019. Dando lugar a la paradójica situación de tener una Bolsa europea subiendo un 24% con salidas netas de dinero. Paradoja que se aclara cuando miramos a como se descomponen los flujos. Las salidas de la gestión activa han sido superiores a las entradas netas que ha obtenido la gestión pasiva. Esto explica la polarización de valoraciones que existe ahora mismo en Europa, con unos índices que han expandido sus múltiplos enormemente en 2019 frente a otro segmento del mercado (el que esta fuera de los índices o de las listas ESG) que ha experimentado precisamente lo contrario, una contracción de múltiplos (consecuencia directa de seguir ganando dinero mientras tu cotización baja)
Tampoco podemos cometer el error de afirmar que el mercado se equivoca. Como hemos visto, el mercado tiene sus razones para justificar la evolución de los últimos meses. Otra cosa, son las ineficiencias que el comportamiento del mercado deja por el camino. Ineficiencias que siempre han existido y que varían en función de su tipología y tamaño. En nuestra opinión, estamos ante una de esas ineficiencias y es de las grandes. Las sensaciones son parecidas a las que había en la burbuja tecnológica, donde la evolución alcista del mercado se explicaba por el comportamiento de una parte muy concreta del mercado. En aquella ocasión, ante la imposibilidad de justificar las valoraciones alcanzadas, se buscaron nuevas formas de valoración y explicaciones de los tipos más variados para justificar lo injustificable. Algo parecido nos estamos encontrando hoy en día con ciertos movimientos y valoraciones alcanzados por algunos activos.
Lo que funcionó entonces, y creemos que funcionará ahora, es volver a mirar precisamente lo que el mercado parece haber olvidado, al menos en parte. A largo plazo, el comportamiento de una acción viene determinado por su capacidad de generar beneficios. Esa parte del mercado olvidada por los flujos de dinero la componen un buen número de compañías que han seguido generando beneficios, caja y repartiendo dividendos a sus accionistas, al tiempo que sus cotizaciones siguen en el mismo lugar o, incluso, han experimentado bajadas. Al final, es cuestión de tiempo el asistir a una normalización de esta situación.
Esto no es óbice para no contemplar el efecto que los tipos negativos surgen sobre las valoraciones de algunos activos. Aunque las oportunidades en esta parte se encuentren más limitadas, los tipos negativos llevan a encontrar fuentes de valor donde antes no las había. Y esto no es excluyente con lo comentado anteriormente, se puede mantener un equilibrio entre estos dos tipos de compañías, al menos mientras dure esta fase de tipos negativos, cuya vigencia no tiene síntomas de terminar.
Por todo esto, es importante seguir considerando los fundamentales de la economía y de las compañías. Gestionar sin atender a lo fundamentales es el equivalente a conducir sin mirar a la carretera. Podemos avanzar unos cientos de metros, o algún kilómetro si somos afortunados y la carretera es muy recta, pero inevitablemente acabaremos estrellándonos.
David Ardura es Director de Inversiones en Gesconsult