Un duro litigio, una amenaza para el futuro del Mobile en Barcelona
Muchas multinacionales ya han empezado a cuestionarse la inversión millonaria que supone la feria
El Mobile World Congress (MWC) de 2020 ya es historia. La amenaza del coronavirus con origen en China se ha llevado por delante esta edición de la mayor feria sobre tecnología móvil del mundo. Pero la resaca de su cancelación va a prolongarse mucho en el tiempo, con una derivada judicial con efectos difíciles de medir.
Y es que la guerra judicial en ciernes a cuenta de las indemnizaciones, los seguros y la posible devolución de los pagos tras la cancelación del Mobile puede ser un arma de doble filo para organización, autoridades y expositores. Según fuentes jurídicas, si estas disputas se enredan y endurecen se corre el riesgo de abrir unas fracturas entre las partes que alejen en el futuro la celebración del evento en la Ciudad Condal.
Los abogados de las partes ya están tomando posiciones y estudiando los contratos. Lo mejor para que el congreso siga en Barcelona es que haya acuerdos con los que repartir gastos y facilitar el aterrizaje de las compañías en las hipotéticas próximas ediciones, pues aunque hay un contrato hasta 2023 entre la GSMA (la organizadora del evento) y la Fira de Barcelona, cualquier desenlace puede pasar. Mats Granryd, director general de la GSMA, pidió el viernes pasado a los expositores que compartan con la organización las pérdidas generadas. “Estamos buscando la solidaridad de todos para que asuman sus propios costes”, dijo. Pero las relaciones entre Gobierno, autoridades políticas catalanas y empresas de la industria tecnológica no son las mejores ahora.
En el sector, igualmente, hay un hartazgo con las autoridades catalanas, que se iniciaron con la crisis independentista de 2017, que provocó una ruptura legal y la posterior intervención de la autonomía catalana. Fuentes del sector señalan que dicha situación ya generó una incertidumbre política que se convirtió en incógnitas empresariales y de inversión, que se tradujo en la salida de Cataluña de la gran mayoría de grandes compañías de la región.
Esta situación obligó a los responsables de las grandes telecos europeas, como Telefónica y Vodafone, a salir en defensa de Barcelona como sede, cuando las voces que pedían la marcha de la ciudad eran cada vez más amplias. Estas dudas se reabrieron tras la sentencia del Tribunal Supremo en 2019 que condenaba a los responsables de la Generalitat, dada la generalización de las protestas que llegaron a cortar autopistas, calles de las grandes ciudades, estaciones e incluso en aeropuerto. Esas imágenes se vieron en muchos países, y no son las mejores para captar inversión.
El hartazgo también venía por las continuas barreras que desde las administraciones se puso al Mobile. Durante años, y pese a ser la capital mundial del móvil, desde el ayuntamiento de Barcelona se establecían ordenanzas en las que se limitaba la instalación de antenas. ¿Y cuál era el efecto? Pues que había problemas de cobertura que impedían demostraciones en el Mobile. La última polémica fue la publicación en la web del Ayuntamiento de Barcelona de un informe contrario a la telefonía móvil 5G.
En este escenario, los responsables políticos parecen haber vivido en la desorientación en los días previos a la cancelación. Pese a que el goteo de empresas que anunciaban su marcha, acelerado con el anuncio de Ericsson, un actor clave del congreso, la Generalitat, el Ayuntamiento de Barcelona y el propio Gobierno insistían en que no había problemas de salud por el coronavirus y que el Mobile se celebraría con normalidad, con numerosas declaraciones en esa dirección. Esa palabrería (no hubo un mensaje a tiempo y contundente) parece mostrar la desconexión de las autoridades con el mundo empresarial tecnológico, pese a la larga presencia del evento en Barcelona, ciudad que se estrenó en el congreso en el ya lejano 2006.
Estamos ante un gran desafío y esto no debe pasarle por alto a las autoridades políticas españolas: si al cancelarse el congreso no pasa nada y queda demostrado que no es un evento que hace falta, el MWC de Barcelona corre serio peligro. La industria cada vez tiende a más eventos de nicho, con menor inversión pero mayor segmentación y, por tanto, más público objetivo. Para los grandes players, hace tiempo que el MWC no es eficaz para el negocio, aunque sí lo sea para la marca, según confiesan cuando hablan en privado.
Algunas multinacionales ya han empezado a cuestionarse si la inversión de varios millones de euros (sumando desplazamientos de hasta 400-500 y más personas de todo el mundo, producción de estands, campañas de publicidad específicas en Barcelona, hoteles, comidas...) no sería mejor utilizarlo para campañas de marketing tradicional (televisión, por ejemplo) o eventos propios desestacionalizados. Muchas telecos no pasan por su mejor momento financiero, ante la presión de la competencia sobre los ingresos, y con una alta deuda en su balance. Las compañías no están para dispendios que, además, con los años no han dejado de aumentar en Barcelona.
Sobre este punto la GSMA debería hacer también su propio mea culpa. Muchos comentarios recurrentes entre las compañías del sector es el coste excesivo que supone el Mobile por un servicio similar al que reciben en ferias como la IFA de Berlín o el ISE de Ámsterdam. También debería hacer un balance el sector hotelero de Barcelona, que ahora se queja amargamente y que ha visto las orejas al lobo. No es lógico que los hoteles multipliquen hasta por 10 los precios, algo que no ocurre en Alemania, por ejemplo, donde hay incremento pero muy inferior. En Barcelona, además, las empresas están obligadas a una compra mínima de tres noches de hotel, tal y como recuerdan las empresas tecnológicas.
La cuestión que todo el mundo se pregunta ahora es si realmente ha sido el coronavirus la causa real de la cancelación del Mobile de Barcelona. Todo parece indicar que sí, que las empresas y la GSMA temían que un solo caso generara una cascada de pleitos, pero tampoco hay que pasar por alto la mala gestión de la GSMA tras el brote en China. En ningún momento tomó la iniciativa; tampoco las autoridades políticas. Ni siquiera cuando LG anunció la primera baja del Mobile. El contacto con los expositores de la GSMA llegó tarde (muchos se enteraron de la cancelación por la prensa) y fue ambiguo: “No hay peligro, pero no se den ustedes la mano”, vino a decir a través de un comunicado que generó más miedo que tranquilidad. No organizar una rueda de prensa con las autoridades políticas y sanitarias al lado evidenció la falta de comunicación transparente y creíble que exigía la crisis desde el minuto uno.
Las consecuencias de lo que parece haber sido una decisión descoordinada, precipitada y de alto coste para Barcelona y la Marca España han empezado a regurgitar reacciones. En este escenario no hay que olvidar los intereses particulares de las grandes compañías ni la guerra comercial EEUU-China. Ahora toca esperar que todos reaccionen en la dirección correcta para salvar el Mobile de Barcelona.