Un bosque de piedra en el oeste americano
El Petrified Forest es una joya atravesada por la Ruta 66
Hubo un tiempo en que exuberantes bosques dominaban el paisaje del nordeste del actual estado norteamericano de Arizona. Han pasado unos 225 millones de años y aquellos árboles, que llegaron a alcanzar hasta 60 metros de altura y 3 de diámetro y murieron por causas naturales, quedaron cubiertos por capas de sedimentos.
En ese ambiente pobre en oxígeno, la madera no se pudre, sino que va absorbiendo los minerales del terreno hasta convertirse paulatinamente en asombrosos troncos de piedra. Es el Bosque Petrificado (Petrified Forest), una joya paisajística, poco conocida, atravesada por la Ruta 66, cuya belleza desnuda suele pasar desapercibida para muchos viajeros, quizás por falta de información o guiados por algunos clichés muy extendidos del oeste americano que priman lugares más cinematográficos y, por tanto, más conocidos de la zona, como el Monument Valley, donde John Ford rodó algunas de sus mejores películas, o el fabuloso Gran Cañón.
El Bosque Petrificado, declarado monumento nacional en 1906 por el presidente Theodore Roosevelt, y parque nacional en 1962, ocupa una superficie de 600 kilómetros cuadrados al nordeste de Phoenix, la capital del estado de Arizona, y se extiende por una amplia estepa en territorios de los indios navajos y apaches.
Tiene una de las mayores concentraciones de árboles fósiles del mundo
Es un lugar que reúne una de las mayores y más sorprendentes concentraciones de árboles fosilizados del mundo, en su mayoría secuoyas procedentes del periodo triásico, con un aspecto brillante y multicolor debido a la presencia de hierro, manganeso y otros minerales.
La madera petrificada conserva su estructura original con todo detalle. El Bosque Petrificado es, por tanto, un lugar fascinante también para los científicos, que tienen la oportunidad de estudiar especies desaparecidas hace millones de años.
Los fósiles de este inmenso bosque de piedra dan una idea de la selva que antiguamente cubría la región, por donde debieron vagar criaturas extraordinarias que hoy solo podemos imaginar. Los paleontólogos han descubierto más de 150 especies diferentes de plantas fosilizadas y de grandes reptiles, anfibios e invertebrados.
En la actualidad, puede avistarse vida salvaje mucho más discreta, como antílopes, coyotes, linces, serpientes, lagartos y más de 200 especies de pájaros.
Recorridos
Para disfrutar de su diversidad, en el parque hay cuatro rutas principales. Aunque ahora está fuera de los senderos marcados, Jasper Forest fue un lugar popular entre los primeros coleccionistas y buscadores de oro que, desafortunadamente, se apoderaron de muchos troncos para venderlos.
Crystal Forest, llamado así porque muchas de las rocas que se encuentran aquí contienen cuarzo claro y cristales de amatista, es otro interesante itinerario donde los cazadores de recuerdos también hicieron de las suyas en su momento. Precisamente, a principios del siglo XX fue la desaparición de rocas de alto valor lo que condujo a la protección de la zona.
Rainbow Forest se halla en el extremo sur del parque. Es la sección principal y donde está ubicado el museo. De aquí parten varios paseos que conducen a la parte donde se encuentran los troncos más grandes.
Por último, en el sendero Blue Mesa, de algo más de un kilómetro de longitud, además de los troncos petrificados, se ven los restos fosilizados de plantas más pequeñas, como los helechos. Las capas de arcilla azulada del terreno le han dado a esta meseta su característico color azul.
Turistas arrepentidos
A lo largo de los años, muchos visitantes se han ido llevando muestras preciosas de este bosque singular. Se estima que entre 12 y 15 toneladas de piedras y trozos de troncos se pierden cada año debido a pequeños hurtos. El robo de estos tesoros conlleva fuertes multas y sanciones a los infractores. Curiosamente, muchos turistas, arrepentidos, acaban devolviéndolos. No se trata de un hecho aislado. La dirección del parque ha recibido miles de cartas acompañadas de los fragmentos sustraídos, hoy expuestos en el museo.
Sugerencias
Pueblos. En el parque hay rutas que llevan a antiguos emplazamientos de los indios americanos. En Puerco Pueblo se conservan los restos de un asentamiento del extinguido pueblo anasazi del siglo XIII. A lo largo del sendero se aprecian petroglifos y pictogramas que muestran su cultura y existencia. Desaparecieron antes de la llegada de los europeos a América.
Casa de fósiles. En la ruta denominada Agate House se encuentran los restos de una sorprendente vivienda construida con troncos fosilizados hace unos 700 años.