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JUBILACIÓN

¿Por qué invertir en planes de pensiones?

Ventajas fiscales, rentabilidad y flexibilidad para modular nuestra inversión según nuestras necesidades y objetivos para la jubilación

Actualmente, en nuestro país hay cerca de 1.000 planes de pensiones del sistema individual con un patrimonio de 78.254 millones de euros. Hace una década había 8,5 millones de partícipes en planes individuales, ahora hay 7,4 millones. Según datos de Inverco correspondientes al segundo trimestre de 2019, el ahorro en planes de pensiones representa únicamente el 5,1% de los activos financieros de las familias españolas, mientras que el grueso del ahorro familiar se encuentra en depósitos y efectivo, con un peso del 39%.

Mientras el ahorro privado en planes de pensiones disminuye y se incrementa la incertidumbre en torno a la sostenibilidad del sistema público de pensiones, la esperanza de vida no deja de crecer. En el último siglo, la esperanza de vida se ha duplicado en España, hasta situarse en 80,5 años para los hombres y en 85,9 para las mujeres según datos del Instituto Nacional de Estadística.

Cada vez vivimos más años y, en cambio, la edad de jubilación se mantiene prácticamente inamovible (ahora está en 65 años para quienes hayan cotizado 36 años y 9 meses o más y en 65 años y 8 meses para quienes tengan menos de 36 años y 9 meses; a partir de 2027 la edad legal de jubilación estará en 67 años para los que tengan menos de 38 años y 6 meses y en 65 para los que tengan 38 años y 6 meses o más).

Este escenario nos obliga a mirar hacia el ahorro privado para poder financiar esos años de más que vamos a vivir.

Rentabilidad para la jubilación

El abanico de opciones para invertir para la jubilación es inmenso y más en la recta final del año. El plan de pensiones es el producto estrella de la temporada y, aunque no es el único -podemos invertir también en PPAS, PIAs, rentas vitalicias, etc.-, lo cierto es que es un producto financiero, diseñado específicamente para ahorrar para la jubilación, que nos permite invertir durante un largo periodo de tiempo, de una forma flexible y con beneficios fiscales que nos van a permitir obtener un capital final mayor.

Una de sus mayores ventajas, quizás la menos conocida, es su rentabilidad. La realidad es que hay planes de pensiones rentables y consistentes a largo plazo, aunque la gran mayoría de los partícipes no los eligen. De los datos de Inverco se desprende que la mayoría del ahorro para la jubilación no se concentra en los planes más rentables en ninguna de las categorías y eso, en periodos de 10 años, nos cuesta entre 2 y 3 puntos de rentabilidad anualizada. Por ejemplo, en renta fija mixta solo el 2% del patrimonio está en los planes más rentables.

La fiscalidad del plan de pensiones

La característica más popular del plan de pensiones es, sin duda, su fiscalidad. Las aportaciones que hagamos cada año son deducibles de nuestra base general, aunque, eso sí, existen unos límites. Por ley, anualmente podemos aportar un máximo de 8.000 euros -es el límite financiero- y nos vamos a poder deducir -por el límite fiscal- la menor de estas dos cantidades: 8.000 euros anuales o el 30% de los rendimientos netos del trabajo y actividades económicas.

¿Cuánto nos devuelve Hacienda? Por ejemplo, teniendo en cuenta la escala estatal y sin contar otras deducciones que podamos tener, con un tipo marginal del 19% y aportando 1.000 euros, Hacienda nos devolvería 190 euros. Con un tipo del 45% y con la misma aportación, la devolución sería de 450 euros. Es decir, a mayor tipo, más nos devuelve Hacienda.

Otro aspecto importante que debemos tener en cuenta es que la devolución que nos hace Hacienda cada año por invertir en planes de pensiones la podemos rentabilizar. ¿Cómo? Invirtiéndola en el mismo plan o en otro producto, como, por ejemplo, un fondo de inversión.

Respecto a la fiscalidad, conviene recordar que, al no tributar en la aportación, lo que hacemos es diferir el pago del impuesto al momento del rescate, cuando, por lo general, nuestro tipo impositivo es menor porque ya estamos recibiendo la pensión de la seguridad social.

Esta fiscalidad ventajosa se traduce también en flexibilidad para poder cambiar de plan. Podemos traspasar los derechos consolidados de nuestro plan de pensiones a otro plan sin tener que pagar impuestos. Esto nos permite ir adaptando nuestra inversión según cambien nuestras circunstancias y necesidades personales o según se vaya acercando el momento de la jubilación. Por ejemplo, podemos empezar invirtiendo en un plan de pensiones 100% renta variable e ir, poco a poco, reduciendo nuestra exposición a bolsa según se vaya acercando el momento de jubilarnos.

¿Qué pasa cuando rescato el plan? Al rescatar el plan de pensiones tenemos que tributar en la base general como rendimientos del trabajo -a un tipo mínimo del 19% y máximo del 45% en la escala estatal-, y lo podemos hacer en forma de capital, de renta o de forma mixta.

Para ver qué forma es la que más nos conviene, siempre deberemos hacer un ejercicio de planificación financiera para evaluar todas las alternativas. Por ejemplo, si rescatamos en forma de capital podemos acogernos a una reducción del 40% en las aportaciones realizadas antes del 31 de diciembre de 2006, aunque, eso sí, con unas limitaciones temporales.

Los que se jubilaron a partir de 2015 tienen el año de jubilación en curso y los dos posteriores para poder aplicarse la deducción y los que se jubilaron entre 2011 y 2014 pueden aplicarse la deducción en el año en el que se jubilan y en los ocho ejercicios siguientes. Por ello, 2019 es el último año para que los que se jubilaron en 2011 y en 2017.

En cambio, si rescatamos en forma de renta debemos tener presente que muestro tipo impositivo será más bajo y pagaremos menos impuestos, aunque lo prolongaremos en el tiempo. Por eso conviene hacer unos números y valorar si, por ejemplo, nos conviene rescatar lo aportado antes de 2007 en forma de capital y el resto en forma de renta.

Pensar a largo plazo

Invertir en planes de pensiones es una buena forma de ayudarnos a pensar en nuestro yo futuro. ¿El motivo? Los planes son ilíquidos, es decir, únicamente podemos retirar nuestro dinero cuando se cumplen alguna de las contingencias –jubilación, fallecimiento, dependencia o incapacidad- o supuestos excepcionales de liquidez -enfermedad grave, paro de largo duración y a partir del 1 de enero de 2025, cuando las aportaciones tengan una antigüedad mínima de 10 años-.

Esto nos va a inculcar el hábito de pensar a largo plazo, para ser conscientes de que las decisiones financieras que tomamos en el presente tienen consecuencias en el futuro. En este sentido, otro aspecto que nos puede beneficiar mucho -tanto a nivel de rentabilidad como de educación financiera- es realizar las aportaciones de forma periódica.

La mayoría de los partícipes espera a final de año para aportar a su plan y eso, en periodos de 20 años, implica entre un 1 y un 2% menos de rentabilidad anual. Realizar nuestra aportación de forma mensual nos va a permitir beneficiarnos de la rentabilidad global que da el mercado, evitando entrar en un único momento del mercado con peor precio. Podemos pensar que la inversión en planes de pensiones es un gasto más de cada mes y hacer la aportación como si fuera una factura más.

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