Ideas clave para nuestro proyecto de jubilación: desmontando mitos
Los planes de pensiones sí son rentables, ¿cómo los elegimos?
La jubilación es una etapa que todos aspiramos a disfrutar y sobre la que la mayoría de la gente está preocupada, fundamentalmente por la posibilidad de tener problemas de salud y económicos. Sobre cómo conseguir mantener nuestro nivel de vida durante la jubilación conviene despejar algunos mitos o falsas creencias y destacar que, para preparar esta etapa, es necesario tener un proyecto global que nos ayude a mejorar nuestras decisiones financieras.
En general, la mayoría contamos con que las pensiones en el futuro serán inferiores y que necesitaremos algún complemento para mantener el nivel de vida de nuestra etapa laboral. Y, con esto en mente, muchos pensamos, especialmente en estas fechas, que quizá nos convenga contratar un plan de pensiones o aportar al que ya teníamos. Pero, al tiempo, nos pueden surgir dudas sobre la conveniencia o no de aportar a planes de pensiones, porque, en algún sitio, hemos oído o leído que no son rentables o que son caros y que lo que te ahorras hoy en impuestos acabas pagándolo cuando rescatas el dinero.
Todas estas dudas tienen su origen en una serie de mitos sobre el ahorro para la jubilación y, además, se centran en el final del proceso. Y ese sería el primer error que desterrar. No basta con elegir un plan de pensiones. Nuestro plan para la jubilación debe empezar mucho antes de la contratación de un producto de inversión -ya sea un plan de pensiones o un plan de previsión asegurado o un PIAS o un seguro de rentas vitalicias, entre otros-. Debe partir de un ejercicio de planificación financiera que nos ayude a comprender las consecuencias que tendrán en nuestro yo futuro las decisiones de nuestro yo presente, un ejercicio global que debe completarse con un plan de previsión para asegurarnos de que nuestro plan se cumple, aunque varíen las circunstancias.
Realizado este ejercicio, podremos elegir un plan. Y aquí, de nuevo, hay varios mitos que nos impiden invertir de la mejor manera posible para alcanzar los objetivos que nos hemos marcado en ese plan. La decepción de muchos ahorradores con sus planes de pensiones parte de cómo han llegado a elegir ese producto. Teniendo claro nuestro objetivo, podremos decidir cuánto ahorrar cada año y cómo canalizar ese ahorro hacia los mercados financieros para obtener la rentabilidad que necesitamos.
Así, hay que destacar sobre esas pegas que ponen los detractores de los planes de pensiones, que sí hay planes de pensiones rentables (y cada punto de rentabilidad gana una gran importancia en el resultado final en el largo plazo) y que, además, el ahorro fiscal de la aportación sí compensa la tributación del rescate y es de gran ayuda para alcanzar nuestro objetivo de capital para la jubilación.
Entonces, ¿cuál es el problema?
La mayoría de los ahorradores en planes de pensiones no eligen los planes más rentables, sino que optan por invertir su dinero a través de los planes más grandes, los “blockbuster” de cada campaña. En los planes de renta variable mixta, la diferencia de rentabilidad media anualizada a 10 años entre los 10 planes de pensiones más grandes y los más rentables es de casi tres puntos porcentuales, según los datos de Inverco de cierre de 2018. La diferencia en rentabilidad se repite año tras año.
Además, la mayoría de los ahorradores no obtiene rentabilidad, porque, además de elegir los superventas, suele preferir invertir en renta fija que, en renta variable, cuando en un producto como los planes de pensiones, que tienen un periodo de inversión superior a los 10 años, podríamos asumir mayores niveles de riesgo. En concreto, el 60% del ahorro acumulado en planes de pensiones del sistema individual se encuentra invertido -haciendo en análisis por activo subyacente, tomando los datos de Inverco- en renta fija y activos monetarios, de los cuales cabe esperan muy poca o ninguna rentabilidad en los próximos años.
También nos resta rentabilidad en nuestro ahorro para la jubilación el hecho de aportar a finales de año en lugar de hacer aportaciones mensuales, que nos ayudan a conseguir mejores precios medios en el largo plazo. Y, además, comprometernos con nosotros mismos y con nuestro plan financiero, haciendo aportaciones periódicas de forma automática, nos ayudará a evitar invertir con el paso cambiado, porque -y cruzando los datos de Inverco con las cotizaciones del Ibex- la realidad es que solemos optar por invertir en renta variable cuando el activo está más caro y salirnos cuando está barato, perdiéndonos así las ganancias que podríamos estar obteniendo.
Por otro lado, respecto a si el ahorro fiscal en las aportaciones compensa la tributación en el rescate, la respuesta es que sí, si ese ahorro lo acumulamos en nuestra cartera para la jubilación. Para empezar, aunque el efecto fiscal fuese idéntico, el hecho de diferir el pago diez, veinte o treinta años y rentabilizar ese dinero, supone acumular más capital al final del periodo.
Con un ejemplo, a una persona de 50 años, con unos ingresos brutos del trabajo de 60.000 euros y dos hijos a su cargo, que aporta 4.000 euros anuales a un plan de pensiones, Hacienda le devuelve por esta aportación 1.510 euros cada año. Si estos algo más de 1.500 euros lo invierte en un fondo de inversión que le dé un 4% anual durante los 17 años que le quedan hasta la jubilación, al final acumula -en el peor de los casos, rescatando todo en forma de capital- 5.900 euros más que si hubiera elegido ahorrar esos 4.000 euros anuales en un producto financiero diferente de un plan de pensiones.
Teniendo todo esto en cuenta, podemos desechar falsas creencias sobre la planificación de la jubilación: necesitamos partir de un objetivo, tener un proyecto para trazar nuestro plan financiero para esta etapa y elegir la mejor forma de acceder a los mercados financieros, combinando tanto los aspectos fiscales como financieros. Y, si necesitamos hacer ajustes, tener el dinero invertido en planes de pensiones y en fondos de inversión nos permitirá cambiar de producto sin ningún coste fiscal.