Las mujeres con estudios superiores tienen menos hijos, salvo en País Vasco y Navarra
La Fundación BBVA insiste en la necesidad de adoptar políticas de conciliación familiar y laboral para aumentar la natalidad más allá de incentivos económicos
A más formación, menos nacimientos. Las mujeres españolas con mayor nivel educativo tienen menos hijos porque se ven abocadas a aplazar la maternidad durante más tiempo y el coste de oportunidad que enfrentan en sus carreras profesionales es mucho mayor. La excepción de la regla se encuentra únicamente en dos comunes autónomas: País Vasco y Navarra, donde las mujeres con educación superior tienen más hijos que aquellas con estudios de segundo ciclo, según un informe publicado este martes por la Fundación BBVA, que insiste en la necesidad de verdaderas políticas de conciliación más allá de incentivos económicos.
"El mayor nivel educativo tiene consecuencias negativas sobre la fecundidad en España", sostiene el estudio del BBVA. Mientras que una mujer que ha llegado hasta la enseñanza secundaria obligatoria (la ESO) tiene de media 1,5 hijos, la cifra desciende notablemente si prolonga sus estudios en segundo ciclo (bachillerato o formación profesional de grado medio) hasta los 1,03 hijos, y sigue su caída en el caso de ampliar su formación hacia la educación superior (enseñanza universitaria o formación profesional de grado superior), cuando apenas se llega a los 0,9 hijos por mujer.
Este esquema se repite en todas las comunidades autónomas excepto en País Vasco y Navarra. Las vascas que llegan hasta la Universidad tienen de media 0,96 hijos, una décima más que aquellas que se forman solo hasta segundo ciclo de educación secundaria. Lo mismo ocurre entre las navarras que estudian más allá del bachillerato: tienen 1,02 hijos de media frente a los 0,86 de las que se quedan en esa etapa formativa.
Entre las causas de esta menor fecundidad, apunta el informe, se encuentra el retraso de la maternidad por la continuación de estudios y el "coste de oportunidad" al que se enfrentan las mujeres, conscientes de que no podrán progresar tanto como ellos en la empresa si son madres. En este sentido, la Fundación BBVA insiste en la importancia de diseñar políticas que incentiven la natalidad, por su papel "determinante" para garantizar el Estado del Bienestar y el relevo generacional y combatir la despoblación que vive el país.
Las mayores brechas de fecundidad según el nivel de estudios se dan en Ceuta y Melilla, donde las mujeres que estudian tan solo hasta la ESO tienen cerca de un hijo más que las que van a la universidad: en Ceuta, las primeras tienen 2,02 hijos de media frente a los 0,93 hijos de las segundas, mientras que en Melilla la diferencia es de 2 hijos frente a 1,04. Le siguen Castilla-La Mancha, La Rioja y Castilla y León, donde el margen supera los 0,7 hijos entre uno y otro caso.
Retraso de la maternidad cada vez mayor
La participación cada vez mayor de la mujer en el mercado laboral explica en buena medida que las españolas aplacen cada vez más la decisión de ser madres, lo que acaba repercutiendo negativamente en la natalidad y en la fecundidad. Si bien se trata de una tendencia que se da en todas las sociedades desarrolladas, la Fundación BBVA destaca que este fenómeno es especialmente sangrante en el sur de Europa.
En España en concreto, los nacimientos de en mujeres menores de 30 años se han desplomado a la mitad desde 1990, mientras que se han duplicado aquellos en mujeres de entre 35 y 44 años. Y aunque la franja de aquellas que son madres después de los 45 años es la más residual, su número se ha cuadruplicado desde 1990 y doblado desde 2007.
De nuevo, son las mujeres con estudios superiores las que más tarde tienen su primer hijo: el 42% de ellas son madres primerizas entre los 30 y los 34 años, frente al 24,6% de las que tienen estudios de segundo ciclo y el 16,3% de las que solo han finalizado el primer ciclo.
La fecundidad más baja de Europa solo por detrás de Malta
Ello hace que España tenga la segunda tasa de fecundidad más baja de toda la Unión Europea, solo por detrás de Malta y con apenas 1,25 hijos por mujer, frente a los 1,9 de Francia o los 1,78 de Suecia. Ningún país de los Veintiocho tiene una tasa de fecundidad que garantice el reemplazo generacional (de 2,1 hijos por mujer).
Desde 2015, el saldo vegetativo en el país es negativo, lo que significa que mueren más personas de las que nacen, una pérdida de población que solo se compensa gracias a la inmigración. De hecho, desde el 2000 hasta el 2017, la tasa bruta de natalidad, esto es, el número de nacimientos por cada 1.000 habitantes ha caído en el 90% de las provincias (47 de 52) y en 2018, el número de defunciones superó a los nacimientos en el 80% de las regiones (42). Zamora es la provincia peor situada por sexto año consecutivo, con 11 personas menos al año por cada 1.000 habitantes y Almería, la mejor, con tres personas más por cada 1.000 habitantes.
Las divergencias geográficas también se observan en la tasa de fecundidad, llegando incluso a duplicarse entre las que más y las que menos. Las regiones con el índice de hijos por mujer más elevado en 2018 son Melilla (2,4), Ceuta (1,7), Almería (1,6), Murcia y Girona (1,5 ambas), mientras que en el lado opuesto se encuentran Ourense (0,92), Tenerife (0,96) y Las Palmas (0,99).